ESCUCHARCATAMARCA – Volcanes, termas, la gruta de la Virgen del Valle y la Ruta del Adobe conforman algunas de las propuestas que ofrece esta provincia bendecida con un encanto que deja huella.
Caracterizada por sus paisajes vírgenes y diversos, Catamarca demuestra ser un verdadero milagro de naturaleza y tradición digno de visitar. Casi 80% de su superficie está constituido sobre un relieve montañoso de suma belleza.
La provincia es conocida como “el sitio de los seismiles”, ya que agrupa más de catorce cerros con una altura superior a seis mil metros sobre el nivel del mar (msnm). Varios de estos picos fueron escenarios de largas peregrinaciones y particulares ceremonias de las culturas andinas. Los antiguos habitantes de estas zonas reconocían algunas elevaciones como sus protectores o lugares en donde moraban seres sobrenaturales a quienes dedicaban ofrendas y sacrificios.
Sus volcanes están entre los más altos del país. A ellos llegan frecuentemente andinistas de todas partes del mundo a desafiar rocas y alturas. Además, las termas de Fiambalá, el campo de Piedra Pómez y la tradicional Ruta del Adobe son algunas de sus fantásticas propuestas.
La visita a la gruta de la Virgen del Valle y un paseo por la ruta panorámica de la cuesta del Portezuelo son las dos excursiones que no pueden dejar de estar en el itinerario del visitante. La Virgen del Valle es uno de los íconos de la fe católica más importantes del país y atrae a miles de fieles año tras año. Es recomendable visitar también la catedral, para poder apreciar el camarín en el que fue instalada su imagen, así como la gruta. De esta manera, el viajero podrá tener una idea más acabada del fenómeno que esta virgen produce, tanto en los catamarqueños, como en quienes se acercan a conocerla y a rezarle. Sobre los márgenes de la ciudad se encuentran las ruinas de Ciudad Perdida, un sitio arqueológico en el emplazamiento de lo que fue un pueblo prehispánico.
En esta línea, para continuar con los testimonios del pasado, se puede visitar la casa natal de Fray Mamerto Esquiú, ubicada a sólo 15 km de Catamarca.
Para los días un poquito más calurosos, las villas veraniegas como Las Juntas, Los Varela, y el dique Las Pirquitas están regados por ríos de aguas claras y refrescantes.
Para disfrutar en familia, se destaca el complejo de las termas de Fiambalá, en el oeste de la provincia, que despliega varias piletas para relajarse y disfrutar.
Otro lugar ejemplar –pero poco conocido- es la Ruta del Adobe. Este circuito atraviesa pueblos encantados con capillas de adobe, construidos por los primeros colonos españoles que llegaron al lugar. En ellos se encontrarán ejemplos claros de una técnica de construcción ideal para esta zona seca del país.
Un imperdible es el campo de Piedra Pómez, donde surge este material para uso estético. Cerca de allí, presiden los caminos maravillas naturales e históricas como el volcán Antofagasta, la Laguna Blanca y formaciones con pinturas rupestres.
El calor del verano no es algo que no se pueda tolerar en este destino. Al ser una zona bastante montañosa, hace que las altas temperaturas sean contrastadas con noches más frías. Las lluvias están presentes en el verano y en la capital provincial; fenómeno que permite el desarrollo de vegetación, por lo que el paisaje se despliega verde y vivo, en un marco de temperaturas más templadas y agradables.
Agenda de Viaje
– Distancia: desde Córdoba son 437 kilómetros hasta San Fernando del Valle de Catamarca.
– Gastronomía: platos típicos como empanadas y locros, y el famoso chivito. Catamarca también tiene sus propios productos, como las aceitunas, el aceite de oliva, los higos de tuna y dulces como el arrope.
