Por Diego Barsky *
“Emprender en Argentina no es nada fácil” o “la mayoría de las pymes nacionales está condenada al fracaso” son frases que, como argentinos, solemos escuchar muy a menudo. Sin embargo, afortunadamente aún hay quienes apuestan a consolidar sus empresas en este país.
En el entorno actual empresarial existe mucha incertidumbre sobre el futuro con las nuevas políticas que se adoptaran y posibilidades de trabajar libremente en el rubro de importación. Antes el problema eran las autorizaciones de importación, hoy eso se solucionó, pero se trabó el proceso de pago a proveedores del exterior, generando otra problemática. Estos cambios de las reglas del juego traen aparejado una pérdida de tiempo, dinero y posibilidad de crecimiento y desarrollo, por lo menos hasta que el gobierno aclare las nuevas reglas.
Entonces, lo que se pide para el sector emprendedor son reglas claras y que perduren en el tiempo, más allá del color político de turno, dando estabilidad a muchas tareas de la vida tanto de la gente, como de las empresas que emplean a toda esa gente.
Mercado particular
La inestabilidad en la que se vive en Argentina desde hace varias décadas no es sana. Es como subirse a la montaña rusa infinita, un rato divierte, pero después te querés bajar. Es que, por más que nos cueste admitirlo, llevar adelante un negocio en Argentina resulta un gran desafío para la mayoría de los emprendedores. No sólo porque la situación económica del país es algo (por no decir bastante) inestable, sino también porque resulta complejo adherirse a un mercado tan particular, notablemente diferente al resto del mundo.
Mientras que en otros países la construcción de marca y la calidad de los productos son factores fundamentales a la hora de elegir qué comprar, los consumidores argentinos nos movemos principalmente por una única característica: el precio. Lamentablemente, a diferencia del resto de los países, aquí poco importa la excelencia del servicio o la fidelidad de los clientes hacia las diferentes compañías.
Ya sea por la situación económica desfavorable o por la gran cantidad de oferta (actualmente el mercado se encuentra superpoblado por marcas B2C dedicadas a las ventas minoristas), los argentinos no nos especializamos en ser grandes amantes de la calidad o del buen servicio al cliente.
Pero no solo nos diferencia de otros países nuestra forma de consumir, priorizando el precio por sobre la calidad. En otros países existe la estabilidad tanto económica como política, lo cual permite poder pensar en estrategias comerciales a mediano y largo plazo. Esto en las empresas es súper importante, ya que cuando uno planea o piensa a corto plazo, las oportunidades se restringen mucho, y ni hablar de las posibilidades de desarrollo y crecimiento de todas las matrices productivas o del acceso al crédito.
A pesar de las diferentes situaciones macroeconómicas adversas, cabe destacar que los emprendedores argentinos son muy valientes, aventureros, perseverantes, inteligentes, rápidos y elocuentes: es la única forma para poder sacar adelante una empresa en Argentina, con muchas ganas y sin bajar los brazos.
En resumen, si en el resto de los países los usuarios ponderan el servicio al cliente y la excelente calidad de los productos a la hora de elegir qué marca consumir, en Argentina la ecuación parece invertirse. Priorizamos, sobre todas las cosas, el precio accesible y la disponibilidad de stock de los diferentes productos que buscamos.
¿Llegó el momento en que los argentinos adoptemos prioridades y comportamientos similares a los de los consumidores del resto del mundo? Digamos que, a pesar de que el mercado en argentina parezca no priorizar la calidad de los productos, hay que buscar revertir esta situación para dar a los consumidores la innovación, la atención y el servicio que merecen, más allá del stock disponible y los precios reducidos.
Sin dudas, esta es una gran apuesta que podría sentar las bases para un cambio de paradigma dentro del mercado argentino.
Después de todo, es muy probable que en un futuro cercano los usuarios busquemos poner fin a la frustración que experimentamos al no encontrar productos que satisfagan nuestras expectativas.
En este sentido, empresas que siempre han buscado romper los moldes persiguiendo la excelencia y apostando por la innovación, contarán con una ventaja significativa. Aquéllas que continúen privilegiando el stock disponible y desatendiendo la calidad en pos de conseguir una oferta más asequible, tendrán mayores desafíos por delante.
(*) Director y fundador de Demasled, dedicada a la comercialización de iluminación y componentes LED, Domótica y Smart Devices.