“Desbordando mitos” transparentó mandatos, estigmatizaciones y maltrato. Un grupo de bordadoras de distintas edades, procedencia y actividades, se encuentra cada sábado en el Palacio Ferreyra a crear y reflexionar. El resultado: una muestra que invita a pensar
Por Carolina Klepp – [email protected]
El Palacio Ferreyra también es testigo de este momento histórico en que la cuestión de género emerge por todos lados. En este caso, por medio de las obras de un grupo de bordadoras de diferentes generaciones y ocupaciones -artistas, amas de casa, artesanas, profesionales y estudiantes-. Desde principio de año se reúnen cada sábado a la tarde en el museo para bordar, reflexionar y crear bajo la consigna “Desbordando mitos” que transparentó mandatos, estigmatizaciones y violencia de género.
Entre matices de colores, que van desde los más vibrantes hasta la gama más oscura y densa, cada bordado habla. Algunas mujeres, incluso, para que no quede a la libre interpretación, dejaron plasmadas frases bordadas: “Cuando una niña se convierte en señorita, andan los lobos al acecho” acompaña el bordado de un lobo de traje formal que acosa a una caperucita. En otro de los paños se ve a una adolescente con el ojo amoratado y un fondo en que predomina el negro y la frase: “Porque te quiero te aporreo. Se mata siempre lo que se ama. Sustituyendo al te quiero y al amor por el te uso y te odio”. Otra de las obras, un lobo y un cordero fusionados, acompañado del bordado en rojo de la oración “Hombre de doble cara es un lobo con piel de cordero”.
Desde ayer, la muestra se puede visitar en una de las salas del Museo Evita donde una de sus paredes reza: “Lo que estamos haciendo tiene que ver con nuestras vivencias personales. El ahora, la mujer, los mitos… es algo que nos sucede a nosotras”.
En el marco de la inauguración, Comercio y Justicia conversó con parte del grupo de bordadoras entre las que también participa la directora del museo, Mariana del Val, quien sintetiza que con este proyecto el museo se convierte en una plataforma de encuentro y transformación social y el arte se vuelve un vehículo para lograr procesos creativos y de reflexión.
Titi Capdevilla, Mariana Montalvo, Inés Sandoval, Mariana del Val y Guillermo Valarolo, el único varón que por ahora integra el grupo, contaron de qué se trata este proyecto que comenzó en 2016 por los barrios y ahora continúa en el Palacio. Todos coinciden en que se trata de un espacio de encuentro, donde se charla de todo y se reflexiona desde un recorrido personal a uno grupal.
“Es un espacio que tiene al arte como generador de vínculos”, dice Inés. Por su parte, Titi agrega: “El bordado nos une, para charlar, tomar mates y algo más”. La directora del museo completa sobre ese “algo más”: “Este año vino dos veces una profesora con la que hablamos de género, también nos juntamos con un equipo de investigación y hubo reflexiones atravesadas por la técnica, por qué se hace y cómo se hace”.
Un espacio de transformación
A su turno, Mariana Montalvo, explica: “Fue un proceso de mucha indagación, momentos en donde cada uno fue descubriendo cómo pensaba ciertos temas, como nunca lo había compartido, no sabía qué pensaba de eso. Esta muestra busca derribar mitos y demostrar que hombres y mujeres somos iguales y distintos, lo más importante de todo es el amor con el que expresas tus posiciones y maneras de pensar”. “Por ejemplo – agrega Titi – salta el tema de la violencia. Es un tema bien actualizado, a principio de año se definió hablar sobre los mitos entre el hombre y la mujer. De allí fue muy amplio, no pensamos que era tanto”, dice sorprendida. Para Guillermo, con el bordado se busca desentrañar lo referido al patriarcado y la mujer, “esa cosa que hoy se está decontruyendo”. Minutos antes, Guillermo bordaba con las letras sueltas de un teclado la palabra “amor”.
La impulsora de este proyecto comunitario destacó el apoyo de la Agencia Córdoba Cultura y del Gobierno. “Que el museo público se convierta en un lugar de encuentro, de debate, de creación y reflexión, creo que es una posibilidad única. El museo hoy por hoy está pensado como una plataforma de encuentro, que potencia esa posibilidad. Ésta, que fue una casa de la alta burguesía, hoy alberga a un grupo de bordadoras”, concluyó.
Finalmente, Guillermo destacó la cuestión del aprendizaje horizontal. “Aquí no hay profe, nos enseñamos entre nosotros. Un poco sos aprendiz y un poco sos profe, es como que se va sacando esa estructura vertical del aprendizaje y que es muy valorable. Aprendemos de bordado y de la vida”, concluyó.
Yo soy bordadora de ese espacio y cuando planteamos este tema y nos interiorizamos del mismo creo que no teniamos conciencia de la dimension que esto proporcionaria en cada una de nosotras. Asi, felizmente pudimos expresar en un bordado lo que nos incumbe a cada una y a muchas mujeres de todas las clases sociales. Es una expresión callada por mucho tiempo y que necesitaba salir a la luz. Me siento muy feliz de pertenecer a este proyecto y mucho mas a este grupo. Gracias