El escritor Juan Sasturain se presentó ayer como director de la Biblioteca Nacional frente a los empleados de la institución, en un acto informal pero cargado de promesas en el que anunció a los miembros de su equipo -entre ellos la subdirectora, Elsa Rapetti- y aseguró que durante su gestión volverá a funcionar la editorial que ya lleva 400 títulos publicados y se avanzará en la recuperación del “espacio físico e histórico” de la calle México, en la Capital Federal.
Pasado el mediodía, poco menos de la mitad de los casi 800 empleados de la Biblioteca Nacional se congregó en uno de los salones del tercer piso, contiguo a la oficina del escritor, que se presentó de manera socarrona como “el único pescado que viene de afuera”, ya que el resto de los nuevos
cargos directivos estará en manos del personal que ya formaba parte de la
plantilla.
“La prioridad que vamos a tener es conservar el laburo -comenzó Sasturain-. Por otro lado vamos a tratar de no inflar el personal. Estamos bien con los que somos acá. Trataremos de no inventar ni ravioles ni direcciones que después se llevan altos sueldos. Y por otro lado, trataremos de cuidar el laburo y el edificio, que tiene que estar bien. En eso sí no vamos a ahorrar plata: tenemos que trabajar cómodos”.
Con su habitual estilo, fijó posición sobre la manera de procesar los déficits de la gestión anterior: “No vamos a llorar. Ni para fuera ni para dentro -señaló-. No nos vamos a quejar de que no tenemos guita. Cuando uno se dedica a hablar de la herencia parece ser que la política de este gobierno fuera no darle un mango a la cultura. Y la verdad es que no es así, porque no hay un mango para nadie”.
Luego, comentó que fue elegido como director por su pericia lectora pero que deberá apoyarse en técnicos y especialistas para cubrir algunas de las tareas que requiere un rol tan complejo: “Vine a aprender de ustedes. Si uno reconoce su ignorancia en algunos aspectos puede ser tomado como una pose pero no es así. Tenemos que aprender a derivar y a aceptar lo que los otros saben y uno no”, dijo.
A continuación, Sasturain presentó
a la nueva subdirectora, Elsa Rapetti,
una bibliotecóloga con muchos años
en la institución que hasta ahora esta-
ba a cargo de la Dirección General de
Coordinación Bibliotecológica, cuya
mención desató una seguidilla de
aplausos cerrados y gritos eufóricos.
“Ésta es una oportunidad enorme
que la estoy tratando de asimilar con
bastante susto.
Quiero agradecerle esto a Juan y
voy a retribuirle con esfuerzo y res-
ponsabilidad, codo a codo en lo que él
crea -aseguró la flamante co equiper
de Sasturain-.
Pasamos años muy feos pero ya es-
tá, demos vuelta la página” y anunció:
“Por lo pronto están empezando a lle-
gar US$7 millones que obtuvimos de
un crédito que nos otorgaron para
obras y equipamiento. Lo va a pagar
Nación a lo largo de 20 años y lo va-
mos a usar para que la Biblioteca deje
de ser esa gran biblioteca de la ciudad
de Buenos Aires y empiece a tener un
concepto más federal recuperando
esto de ‘nacional’ pero desde la fede-
ralización con todas las instituciones
del país”.
Luego fue el turno de la escritora,
periodista y ensayista María Moreno,
quien acaba de entrar en funciones
como titular del Museo del Libro y la
Lengua, una institución anexa a la Bi-
blioteca que abrió en 2011 por deci-
sión del entonces director Horacio
González y fue dirigida por la sociólo-
ga María Pía López hasta diciembre de
2015, cuando se cerró por orden del
entonces director Alberto Manguel.
“Una de las tareas importantes es
que el Museo vuelva a tener toda su
potencia y soberanía.
Con Juan nos unen algunas cosas,
como es la pasión por los papeles
nacionales, no solo para tenerlos y
completarlos sino para pensarlos
críticamente. Compartimos la idea
de que ninguna lectura se detiene:
siempre va variando, como la len-
gua”, indicó.