En Córdoba, una investigación sobre el discurso de 48 varones denunciados por sus parejas permitió medir y delimitar los estereotipos que minusvaloran a las mujeres y se vinculan con comportamientos violentos. Un avance para detectar posibilidades de que un varón agreda
La violencia de género se ha transformado en una problemática compleja. Es un punto clave estimar las posibilidades de que un varón ejerza o continúe ejerciendo violencia contra su pareja y organizar la respuesta terapéutica. Sobre esto avanzó una investigación local que logró un instrumento de valoración de riesgo de violencia en varones.
Con base en el discurso propio de los sujetos de estudio, se midieron y delimitaron pensamientos distorsionados y su vinculación con el consecuente comportamiento violento. El instrumento diseñado detecta indicadores de “potencial machista” a partir de un “inventario de estereotipos de género y ejercicio de violencia”.
Se trata de un paso en dirección al objetivo mayor de erradicar la violencia. “Tener a disposición y de manera inmediata aquello que genera las conductas violentas permite intervenir con un carácter preventivo y asistencial a la vez, así como en situaciones de urgencia en ámbitos asistenciales y judiciales”, sostienen los investigadores.
La muestra se compuso de 48 varones denunciados por violencia de género por sus parejas en la ciudad de Córdoba, con una edad media de 22 a 41 años. Fue llevada adelante en el Centro Integral de Varones en Situación de Violencia dependiente del Ministerio de la Mujer, con profesionales de la Universidad Siglo 21. En la co-dirección, los investigadores Belén Gauna y Sandro Comba. La directora de Investigación de esa casa de altos estudios, Macarena Perusset, explicó los alcances del estudio al que tuvo acceso Comercio y Justicia.
¿De qué se trata el nuevo instrumento diseñado para abordar la problemática? Perusset sintetiza: “Consiste en un inventario de estereotipos de género y ejercicio de la violencia de género en varones. Este inventario toma en cuenta la perspectiva de género no como una distorsión cognitiva sino con base en creencias estereotipadas; lo innovador de esto es que es un instrumento autoadministrado por los propios varones y las afirmaciones del inventario son con base en el propio discurso que ellos emplean”.
Respecto a lo que efectivamente mide el nuevo instrumento, destacó: “Mide la presencia de distintas creencias o pensamientos estereotipados de género y los agrupa en cuatro categorías -en las que, a la vez, están agrupadas varias subcategorías- que plantean distintos estereotipos. Ello, porque no es lo mismo un pensamiento de que ‘la mujer es más débil’ que uno de ‘mi mujer me pertenece, es de mi propiedad’; el riesgo que tiene una creencia sobre otra es determinante”.
En ese sentido, Perusset sostuvo que se logró conocer categorías nuevas que no estaban contempladas en anteriores instrumentos de referencia en esta compleja problemática, como -por ejemplo- lo instalado que está la representación de la mujer reducida exclusivamente a la función materna. “Esto tiene mucho peso en el ejercicio de violencia hacia la mujer. Entender cuán instaurada está esa creencia permitió entender más a fondo los fundamentos del ejercicio de la violencia hacia las mujeres. También permitió conocer el peso de las creencias religiosas en el ejercicio de la violencia”, concluyó.
Según en qué categorías hay mayor incidencia del varón va a ser la intervención o el abordaje profesional para trabajar con ese pensamiento estereotipado de género.
Del estudio surgen también muchas líneas de investigación, por ejemplo: un nuevo concepto de violencia de género, la idea del “potencial machista”, teniendo en cuenta que el machismo tiene que ver con la ideología patriarcal, y el potencial machista entendido como la cantidad de pensamientos estereotipados de género que pueda tener un varón y que ese pensamiento cobre una fuerza de verdad tal que lo lleve al establecimiento de desigualdades y a cometer determinados comportamientos violentos.
Creencias machistas causantes de violencia
Los investigadores cordobeses afirman que el agresor piensa, siente y actúa de acuerdo con concepciones -es decir, creencias- que cobran fuerza de verdad y que determinan la construcción de la realidad en la que ellos viven e interpretan las diferentes situaciones por la que transcurren.
Conocer, por medio de la voz de los propios agresores, las creencias machistas que generan desigualdades y comportamientos violentos en la vida cotidiana permite estimar las posibilidades que tiene un varón ejercer violencia.
Al abordar las “Causas que generan violencia de pareja y familiar”, asoman mitos que poseen los varones en torno al origen de sus comportamientos violentos. Entre ellos:
- Consideración de que algún agente externo es la causa de la violencia ejercida.
- Creencia que las mujeres poseen una esencia que conduce a magnificar y causar conductas violentas en el varón.
- Concepción de que los comportamientos violentos son un modo de abordar situaciones conflictivas familiares.
Por otro lado, el estudio analizó el impacto de la “Concepción clásica o tradicional de la familia” que se refiere a aquello inculcado en relación con los roles diferenciados de género en la familia y la comunidad. Allí surgen indicadores como:
- La persona proviene de una familia con estructura y mandato patriarcal.
- Imposición del modelo familiar de origen.
- El varón como jefe absoluto del hogar.
- Consideración de que las situaciones de violencia pertenecen exclusivamente al ámbito familiar privado.
Asimismo, el “Rol asignado a la mujer en la sociedad y la familia” plantea un conjunto de creencias generales que los varones poseen sobre las mujeres:
- Desvalorización de las capacidades, recursos y potencialidades de la mujer.
- Rol femenino como satisfactor de las necesidades de los otros.
- Ideas y acciones que consisten en concebir a la pareja como propiedad personal o privada.
- Concepción de que la mujer debe ser necesariamente sobreprotegida.
El procesamiento de los datos y su análisis determinaron la creación de una nueva categoría denominada “Pensamiento hegemónico”, que incluye:
- Paternalismo benevolente.
- Creencia omnipotente con base en beneficios adquiridos.
- Creencias religiosas como refuerzo del pensamiento hegemónico.
- Creencia mujer=madre como un código reforzador significativo de la ideología patriarcal.
- Creencias omnipotentes sobre su propio cambio de comportamiento.
La luz de la prevención desde la adolescencia
A la luz de los resultados, se podrán prevenir situaciones de violencia.
“Si bien el estudio está hecho en el Centro de Varones con esta muestra en particular, si esto -por ejemplo- se administrara en un colegio, se podrían ver las creencias estereotipadas de género que predominan en la adolescencia. Al Centro de Varones acuden muchos adolescentes denunciados y es una de las posibles actividades de prevención que también se podrían hacer”, aseveró Macarena Perusset, directora del área de Investigación de la Universidad Siglo 21.
Según adelantó, la próxima etapa de la investigación está relacionada con la validación del instrumento -actualmente se está recolectando la muestra-; se busca llegar a 500 varones.
Una vez validado el instrumento quieren trabajar también con otros espacios sociales para la prevención como en colegios, espacios privados, entre otros. En esta segunda etapa se sumará Estefania Azpilicueta, doctora en Psicología y directora de la Licenciatura en Psicología de la casa de altos estudios.
“Estamos creando nuevas herramientas para erradicar la violencia”
La Investigación del instrumento de valoración de riesgo de violencia en varones fue presentado días atrás en el marco del sexto aniversario del Centro Integral de Varones en Situación de Violencia (CIV), perteneciente al Ministerio de la Mujer de la Provincia.
En la presentación estuvo la ministra de la Mujer, Claudia Martínez; su par de Trabajo, Omar Sereno; la secretaria de Lucha contra la Violencia a la Mujer y Trata de Personas, Belén Sueldo; la directora general del CIV, Juliana Pozzerle; y los investigadores, Belén Gauna y Sandro Comba. Además, acompañaron autoridades del Poder Judicial, del Ministerio Público Fiscal, de la Policía de Córdoba y de los Colegios profesionales de abogacía, psicología y trabajo social.
En esa oportunidad, la ministra Martínez, destacó: “Estamos creando nuevas herramientas para erradicar la violencia. Como lo hicimos hace seis años, dijimos ‘vamos adelante’ y hoy tenemos un espacio único en el país y en la región. Tenemos que interpelar nuestras prácticas y pensar qué más podemos hacer, cuál es ese paso adelante que tenemos que dar junto a los varones”.
¿Qué es el Centro Integral de Varones en Situación de Violencia?
Es un espacio del Gobierno de Córdoba, en el que varones realizan un tratamiento psicológico, social y educativo, a cargo de un equipo de profesionales, con el objetivo de:
- Erradicar las violencias por razones de género.
- Cuestionar la masculinidad, atravesada por mandatos que anulan la posibilidad de ser de otra manera.
- Intervenir en la transmisión intergeneracional de violencia.
- Abordar y cuestionar el ejercicio de violencia en los vínculos.
- Comprender la importancia del registro propio ante situaciones que propicien el ejercicio de violencia.
- Generar espacios de reflexión en cuanto al modo de vinculación libre de violencia.
Para contactarse: telefónicamente al 0351- 4342188 o en Rondeau 258.
Posgrado en asistencia a varones
Comenzó la inscripción para el nuevo curso de posgrado “Nuevas masculinidades y asistencia integral a varones que ejercen violencia de género”.
Es gratuito y certificado por la Universidad Provincial de Córdoba y el Ministerio de la Mujer.
El objetivo de la formación es adquirir nuevas estrategias de abordaje integral y herramientas profesionales para la detección de conductas de riesgo en violencia de género.
Se dictará desde el 30 de julio al 25 de noviembre, con modalidad mixta.
Está dirigido a profesionales de la psicología, psiquiatría, abogacía y trabajo social. Abierto a profesionales y público en general interesado en la temática.
Inscripciones en: https://forms.gle/wqQ4am5heRTPa8hy8 Para más información: [email protected]
Líneas para consultas o denuncias
Ante una situación de violencia de género comunicarse al 144, en casos de riesgo 911.
Por consultas, solicitud de acompañamiento profesional o para realizar una denuncia: 0800 888 9898 disponible las 24 horas. Equipo del Ministerio de la Mujer de la Provincia de Córdoba.
Los números rojos: Violencia física y femicidio, las puntas del iceberg
El primer semestre del 2022 registró entre 114 y 155 femicidios y trans-travesticidios en todo el país, según lo revelaron el 1 de julio pasado las estadísticas de cuatro observatorios que confeccionan sus propias mediciones de crímenes vinculados a la violencia de género con base en distintos protocolos para recopilar los casos. Esto significa un femicidio cada 31 horas.
En tanto, el Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación contabilizó 130 crímenes motivados por el género desde comienzos del 2022, que incluyen 106 femicidios directos, 13 vinculados, tres trans-travesticidios y ocho suicidios feminicidas.
La Casa del Encuentro, el Observatorio Lucía Pérez, MuMaLá-Mujeres de la Matria Latinoamericana y Ahora que sí nos ven (AQSNV) elaboraron durante los primeros seis meses de 2022 un recuento de los crímenes con estadísticas propias, con el fin de visibilizar los hechos de violencia de género ante la demora que conlleva el cálculo de las cifras oficiales anuales, las cuales son elaboradas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) en base a los expedientes judiciales.
Los cuatro observatorios basan sus registros a partir de “exhaustivos monitoreos” de los medios de comunicación, aunque suelen diferir entre sí debido a los distintos criterios que utilizan a la hora de recopilar la información.}
En tanto, la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación difundió en mayo pasado la actualización del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina. Detalló que en el 2021 se registraron 251 víctimas letales de violencia de género, un promedio de un femicidio cada 35 horas. De ellas, 231 fueron víctimas directas y, al menos, 20 fueron vinculadas.
La franja etaria con mayor cantidad de víctimas directas de femicidios estuvo comprendida entre 25 y 44 años, con un total de 116 casos. Entre los 18 y los 24 años se registraron 36 víctimas, y de más de 60 años, 32. La edad promedio de las víctimas directas de femicidio fue de 37,3 años.
Asimismo, 182 niñas, niños y adolescentes se encontraban a cargo de las víctimas directas de femicidio.
En 88% de los casos, la víctima conocía al sujeto activo, y en 39% convivía con él. En 62% de los casos eran pareja o expareja.
Cuatro de las víctimas eran personas con discapacidad, cinco estaban en situación de calle, seis estaban embarazadas, siete estaban en situación de prostitución, 12 eran migrantes internacionales y al menos 22 se encontraban desaparecidas o extraviadas antes de confirmarse el femicidio.
Cabe señalar que los especialistas recalcan que la violencia física y el femicidio son solo las puntas del iceberg de las múltiples caras que tiene la violencia de género que incluye la violencia económica y patrimonial que se desprende de la discriminación laboral, los prejuicios de género, la agresión simbólica y la desigual distribución de tareas domésticas y de cuidado.
El informe también revela que el 81% de los femicidios se produjo “en contexto de violencia de género” (de acuerdo con lo establecido por la ley 26485) y que 88% de las víctimas conocían al femicida: 62% era su pareja (40%) o ex pareja (22%), 11% era familiar, cuatro por ciento tenía otro tipo de relación sexo afectiva, y el 11% restante mantenía otro tipo de vínculo. Solamente cinco por ciento eran personas desconocidas para las víctimas, y en siete por ciento de los casos se desconoce la relación.
En 31% de los casos, se usó un arma blanca para cometer el femicidio; en 25%, armas de fuego, y en 24%, fuerza física. En algunos casos, se empleó más de un medio.
Durante los fines de semana extendidos (de viernes a la noche a lunes a la madrugada), se produjo la mayor cantidad de femicidios.
Los femicidas
El promedio de edad de los sujetos activos de femicidio directo fue de 40,4 años. Al menos 25 pertenecían a alguna fuerza de seguridad, y 19 de ellos estaban en actividad al momento del hecho.
De acuerdo con los datos relevados, al menos 20% tenía algún tipo de consumo problemático de sustancias, ya sea de manera habitual y/o al momento del hecho. Se destaca el alcohol entre las sustancias consumidas, pero también la cocaína y la marihuana.
En tanto, 93% de los sujetos activos en las causas de femicidio directo fueron identificados. De ellos, al 31 de diciembre de 2021, 66% estaba privado de la libertad con causas en trámite o condena; 19% se había suicidado, mientras que uno por ciento falleció por otras causas; cuatro por ciento se encontraba en libertad; tres por ciento estaba en otras situaciones o no se contaba con datos al respecto, y el siete por ciento restante permanecía sin identificar a la fecha de corte.