La gran mayoría pretende seguir formándose para obtener satisfacción personal o conseguir empleo. Otro alto porcentaje, para tener dinero y 60% para ser famoso y sobresalir.
¿Cómo imaginan los jóvenes argentinos el futuro? Setenta por ciento tiene la intención de estudiar, trabajar y realizar otros proyectos; 6% sólo trabajar y 20% sólo estudiar. Asimismo, 85% plantea su intención de estudiar para conseguir empleo o para obtener satisfacción personal; 78% para tener dinero; 74% para desarrollarse intelectualmente y 60% para estudiar aquello que -suponen- puede permitirles llegar ser famoso y sobresalir.
Los resultados de una investigación llevada a cabo por la Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina (Apora), en la que participaron equipos de investigación de distintas provincias y universidades del país -entre ellas de Córdoba-, develó las expectativas y los obstáculos de aquellos próximos a egresar del nivel secundario.
Los datos muestran fuertemente la intención de los jóvenes de emprender proyectos, resultados que contrastan con el discurso que los presenta como sujetos apáticos, desinteresados y desganados. Así quedó plasmado en “Las elecciones vocacionales de los jóvenes escolarizados”, el libro que compila la radiografía nacional y que fue presentado el sábado pasado por Apora Córdoba en la Universidad Empresarial Siglo 21.
Los resultados de la investigación centrada en el interés de conocer las intenciones futuras de los jóvenes que están finalizando el ciclo escolar, devela los factores que ayudan al cumplimiento de sus expectativas y los obstáculos que operan para la conquista de sus objetivos.
“La certeza que implicaba en otro momento elegir determinada carrera u ocupación porque garantizaba una inserción en el mundo laboral y social se ha convertido, a raíz de los cambios en la economía mundial, en incertidumbre ante la permanente transformación del mercado laboral. No es posible ya la estandarización de respuestas que se convierten en repetición mortífera que proponen ciertas prácticas vocacionales que impiden el acercamiento de los sujetos a una decisión que cada vez más implica creación o invención, a medida de cada uno, de los tramos profesionales”, contextualiza la psicóloga Alicia Cibeira, investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien fue una de las presentadoras del libro en el ámbito nacional.
En Córdoba
En Córdoba la masa de encuestados provino de las ciudades Capital y Río Cuarto, donde resulta muy significativo el papel que se le otorga al estudio para el logro de las expectativas futuras. Así lo precisó la psicopedagoga y coordinadora de Apora en la provincia, Verónica Castañeira.
Estudiar (sin ningún agregado) es considerado por 92% de los estudiantes cordobeses como “importante y muy importante” y se convierte en condición fundamental para el logro de otras expectativas tales como estudiar para hacer algo que dé satisfacción personal (91%), estudiar para conseguir un empleo (88%), estudiar para desarrollarse intelectualmente (84,2%) y estudiar para tener dinero (81,5%).
Los resultados de la investigación que se divulgaron fueron relevados a fines de 2006. Los encuestados fueron 4.323 estudiantes (2.160 varones y 2.163 mujeres). En la provincia se encuestaron 1.253 (76% de Córdoba y 24% de Río Cuarto; 52% fueron mujeres y 48% hombres), con una edad promedio de 17 años. Con respecto al tipo de colegio, fue igual la distribución entre las escuelas públicas y las privadas.
Nuevo rol
Los orientadores vocacionales frente a los cambiosLa investigación encarada por la entidad que nuclea a los orientadores vocacionales de todo el país ha explorado en las implicancias que tienen los cambios sociales, políticos, económicos y culturales a la hora de la decisión de los jóvenes que terminan el secundario.
Según Alicia Cibeira, el objetivo que rige la tarea del profesional que se dedica a esta disciplina es “facilitar el encuentro de los jóvenes con la incertidumbre que le permita desenmascarar y cuestionar la trama socioeconómica y cultural que muestra ideales y verdades únicas para dar cuenta de elecciones lo menos discordantes posibles con sus creencias y deseos”.
“Se trata, en última instancia, de acompañar a un sujeto que puede cambiar la sobredeterminación del lugar asignado, que puede dejar caer unas identificaciones para asumir otras, porque pone en duda e interroga ideales vigentes, aunque los respeta o sabe de su existencia”, concluyó.