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Manos que hilan sueños

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COLUMNA DE AMJA

Por Jesica Eleonora Cheble*

Durante el transcurso del año 2020, en época de pandemia, nació la Agrupación Hilos de Oro. Todo comenzó como un pasatiempo para despejar la mente por parte de un grupo de mujeres artesanas de la localidad de Serrezuela, convirtiéndose luego en un oficio con salida laboral que superó ampliamente sus expectativas.

La actividad consiste en la realización de talleres donde se trabaja la lana de oveja pura convirtiéndola en hilo con el cual se realizan distintos productos que luego se comercializan. Hay que aclarar que en la zona donde se la lleva a cabo, las familias se dedican habitualmente a la cría de ganado ovino.

A los talleres asisten muchas mujeres a quienes se les enseña todo el proceso productivo de la lana, realizando en la primera etapa tareas que van desde obtención de la misma de la esquila, la limpieza y el peinado, después el hilado, torcido y retorcido, siendo paso siguiente el madejado y el lavado. Luego se producen los tintes con raíces, hojas, cáscaras, flores que se obtienen de los arbustos, y árboles de la zona, acto seguido se comienza con el teñido, el hilado, luego se continúa con el ovillado de la lana. 

En la segunda etapa se convierten los cadejos en filtro, y el hilo para tejer en el telar realizando una tela para confeccionar la prenda, las que luego son expuestas y vendidas en ferias y eventos donde la agrupación es invitada.

Mirta Noemí Paredes, una de las pioneras y referente de la Agrupación cuenta: “Empezamos a recorrer este camino textil sin pensar ni saber hasta dónde llegaríamos, y después de tantos encuentros y desencuentros fuimos organizando nuestra vida y las horas de cada clase para aprehender el oficio. Las mujeres que asisten a las capacitaciones aprehendieron una manera diferente de esquilar las ovejas, cómo lavar la lana en agua caliente transformando en blanca esa lana sucia, convirtiéndose en espuma al contacto con las manos que fueron abriendo sus fibras, y después aprehendieron a peinarla desenredando los nudos, desarrollando paciencia y pasión por el oficio».

«La tarea es ardua -agrega- pero se la realiza con la alegría de compartir la juntada junto a otras mujeres, quienes llegan a la rueda, coordinando movimientos entre el pedal carretel y la rueda que gira y se vuelve, y las manos manejando el hilo. Después llegan los colores, ya que se comienza el proceso de teñido, eligiendo las plantas que les darán sus secretos y color. Se trabaja con plantas de cebolla, yerba, tinti taco, jarilla y guaycurú, un mundo desconocido que las llena de emoción. Hemos aprehendido tanto de la oveja, dándonos cuenta que tenía mucho para dar, nosotras con su lana, realizamos algo nuevo y creativo que es un tejido, donde se utiliza agua caliente, jabón, paciencia, y dedicación, creando artesanías diferentes que darán rédito económico”.

Mujeres rurales y desigualdad

Esas manos dedicadas y creativas desde sus quehaceres se manifiestan a seguir soñando con desarrollar sus vidas vinculadas a lo artesanal, con equidad en el acceso a los derechos, para crecer, realizarse y ser felices en el ámbito donde cada una elige vivir, siendo protagonistas de su propio destino.

Las mujeres rurales siguen enfrentando desigualdades estructurales y políticas socioeconómicas que limitan el reconocimiento de su trabajo productivo y comunitario. Como resultado y aunque su trabajo las sostiene, tienen poca posibilidad de participación y liderazgo en los mecanismos de toma de decisiones. 

Además, enfrentan todavía limitaciones importantes en su acceso a recursos financieros, crédito, mercados y otros, así como a servicios de salud, educación, justicia, vivienda y saneamiento, entre otros, que socavan el pleno ejercicio de sus derechos en todos los ámbitos.

Empoderar a este colectivo no sólo es fundamental para el bienestar de las personas, familias y comunidades, sino también para la productividad económica general, dada la amplia presencia de mujeres en la mano de obra artesanal.

Las mujeres encargadas de este proyecto lo toman de manera muy responsable, para ello se capacitan asiduamente. Realizan un trabajo remunerado, comunitario y en red con la Municipalidad de la localidad, y la organización Cáritas Diocesana, siendo esta última quien les facilita el material y las herramientas.

Las capacitadoras de la agrupación enseñan a mujeres sin límite de edad a trabajar la lana en dos etapas de cuarenta y dos horas cada una, extendiéndose también a personas con capacidades diferentes, quienes comparten vivencias, sueños, y diferentes experiencias en el trabajo sobre la lana de oveja, quienes luego tienen la posibilidad de mostrar lo aprehendido en lo que va de las capacitaciones.

  • Prosecretaria Letrada de la fiscalía múltiple de Villa Cura Brochero.

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