ESCUCHARCOLUMNA DE AMJA
Por María Jimena Egea*
Los documentales “La guerra contra las mujeres” (Netflix) y “Screams before silence” (edición en español en YouTube) dan cuenta del infierno vivido por mujeres en conflictos armados.
En el fatídico 7 de octubre de 2023 más de mil personas, algunas que se encontraban en un festival de música electrónica y otras que habitaban poblaciones israelíes cercanas a la Franja de Gaza, fueron asesinadas por terroristas de Hamás. Algunas de ellas fueron abusadas sexualmente, torturadas y/o secuestradas.
A través de los medios de comunicación, el mundo entero tuvo acceso a imágenes que mostraban la brutalidad con la que se trataba a los rehenes, pero especialmente el desprecio con el que se trataba a las mujeres. Muchas de ellas eran trasladadas en vehículo conducidos por los propios terroristas, exhibidas al mundo como “trofeos de guerra”, lastimadas, con restos de sangre en sus vestimentas, humilladas, con desesperación reflejada claramente en sus rostros. Inclusive, se difundieron imágenes que exhibían el cuerpo aparentemente sin vida de una joven, mostrándoles al mundo entero el mayor desprecio por la dignidad humana.
Varias mujeres que fueron liberadas relataron la violencia y los abusos sexuales que vivieron en cautiverio. Otros testimonios dan cuenta de que los terroristas, luego de cometer los abusos, concluían matándolas, versión corroborada por el hallazgo de los cuerpos ultrajados. Todo ello nos lleva a presumir que las personas que aún permanecen en situación de privación de su libertad continúan sufriendo sistemáticamente tales ataques por parte de sus captores y que están expuestas a ser asesinadas.
En ese contexto se manifiesta el padecimiento concreto de las mujeres y niñas –aunque no exclusivo- durante los conflictos armados, donde son víctimas constantemente de todo tipo de violencia incluidos los abusos sexuales por parte de quienes participan en ellos.
La violencia sexual es una manifestación de violencia contra la mujer que afecta el derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual. Y por supuesto que la exhibición de una mujer como “trofeo de guerra” y la viralización de esas imágenes por los propios secuestradores también es una manifestación de violencia de género.
A lo largo de la historia, durante distintos conflictos armados ocurridos alrededor del mundo, las mujeres sufrieron violencia sexual, práctica utilizada como forma de tortura y dominación. Si dichas prácticas se difunden universalmente sin que sean objeto de crítica o repudio, fácilmente pueden contribuir a su naturalización y aceptación por la sociedad toda.
Recuérdese uno de los más brutales genocidios sufridos por las mujeres, que ocurrió en Ruanda, entre abril y julio de 1994, en el que fueron asesinadas más de 800.000 personas calculándose que se cometieron entre 250.000 y 500.000 violaciones. La violencia sexual contra las mujeres y niñas se utilizó como estrategia deliberada y arma de genocidio para degradar, humillar y destruir a los tutsis. Las mujeres y niñas sufrieron múltiples formas de violencia relacionadas específicamente con su género: violación, mutilación genital, amputación de pechos, esclavitud sexual, aborto forzado, matrimonio forzado. Y por supuesto que muchas de ellas contrajeron enfermedades de transmisión sexual.
Los abusos sexuales, la esclavitud sexual y otras formas de violencia sexual cometidas en el contexto de un conflicto armado son crímenes de guerra.
Como se advierte, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación constituyen una poderosa herramienta para fomentar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas, pero, a su vez, también pueden utilizarse para vehiculizar imágenes que contribuyan a incitar a la violencia de género.
En 2015, la Asamblea General de la ONU proclamó, el 19 de junio como “Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos” con el objetivo de concientizar sobre la necesidad de ponerle fin, honrar a las víctimas y los supervivientes de la violencia sexual de todo el mundo y rendir homenaje a todos quienes han dedicado su vida con valentía a la lucha para erradicar estos delitos, fecha elegida para conmemorar la adopción de la resolución 1820 del Consejo de Seguridad en la que este condenó la violencia sexual como táctica de guerra y un impedimento para la consolidación de la paz.
Como sociedad tenemos el deber moral de pedir por la liberación de todas las personas que permanecen actualmente secuestradas y especialmente las mujeres debemos alzar la voz por aquellas que fueron silenciadas y luchar por una vida libre de todo tipo de violencia.
La lucha por la libertad y la paz es nuestro gran propósito en esta vida.
*Ayudante fiscal.
