“Estamos ante escenarios amorfos, sin una forma única y relativamente inestables, la estabilidad dura solo un rato”, afirmó Mario Riorda, ex decano de Ciencia Política de la Universidad Católica de Córdoba. Advirtió sobre la muerte de las elites partidarias, hizo comparaciones con Argentina y descartó “tsunamis” tanto de derecha como de izquierda
Por Carolina Klepp – [email protected]
La victoria de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición encabezada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), da un giro político que lleva a la izquierda al poder en México. Ayer, el presidente Mauricio Macri habló por teléfono con AMLO, como es conocido el ganador de 53% de los votos , y lo invitó a visitar Argentina, le pidió acercar más a los dos países y generar más acuerdos.
¿Qué significa esta elección para los mexicanos y la región? Esto analizó el politólogo Mario Riorda, director de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral y consultor en estrategias para gobiernos y partidos políticos. El ex decano de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), con asesorías regulares en México, se encargó de marcar similitudes y contrastes con Argentina.
– ¿Qué impacto puede tener el resultado de México en Latinoamérica? Siendo un país de envergadura en la región, ¿puede incidir en un viraje hacia la izquierda?
– El resultado tiene muchos impactos. El primero y más importante es que los movimientos, incluso articulados en torno a personas, parecerían ser que empiezan a tener la misma efectividad que un partido político clásico y tradicional. Diría que es casi una consecuencia de tipo instrumental no menor porque es un instrumento que define poder. El movimiento como una causa social por sobre los partidos como anclas institucionales del siglo pasado. Lo segundo es que reafirma la tendencia de que América Latina no tiene tendencia hoy. Esto que parece un juego de palabras tiene una profundidad gigante en tanto y en cuanto en algún momento existió en Latinoamérica lo que se llamó el “tsunami de las izquierdas” -con el inicio del nuevo siglo- y parecía ser que en este momento iba a haber una especie de “tsunami de derecha”, hacia gobiernos conservadores. Por lo que uno ve, no sólo que no es así sino que literalmente hay una carencia o una ausencia de tendencia regional. El ejemplo más interesante es que un país históricamente gobernado por partidos de derecha en sus distintas manifestaciones, tanto el Partido Acción Nacional (PAN) como el Partido Revolucionario Institucional (PRI), han quedado sepultados desde el punto de vista de la imagen pública, mucho más el PRI.
En segundo lugar, en Brasil, en donde una presidenta destituida y un ex presidente preso (Lula da Silva), éste se mantiene primero en intención de votos y la derecha que gobierna tiene un nivel de aprobación de su propio presidente de cuatro por ciento menos de imagen positiva y 90% de imagen negativa.
– ¿Y en Argentina?
– En el caso de Argentina, que es quizás el más importante como modelo exportable para toda la región, de una derecha democrática que llega al poder, el propio Presidente -que hasta hace poco era líder en la región- ha tenido un desplome y hoy significa que tiene un diferencial negativo, esto significa más imagen negativa que positiva. En el caso colombiano, en la última elección la izquierda tuvo un buen desempeño electoral -a pesar de que no ganó-. Esto significa una novedad frente a dos elecciones anteriores en que peleó derecha con derecha. En el caso peruano. donde gobernaba la derecha, su presidente fue destituido.
Esto no significa que la tendencia es que las derechas fracasen cuando lleguen y den paso a las izquierdas. Significa que no hay tendencia y que cada país tiene una realidad muy particular. No queda claro en ningún país qué tan bien o qué tan mal les va a ir en los pronósticos electorales tanto a la derecha como a las izquierdas. La tendencia básica es que no existe tendencia. Estamos ante escenarios amorfos, sin una forma única y relativamente inestables, la estabilidad dura sólo un rato, no hay puntos de llegada.
– Los mexicanos mostraron su hartazgo en materia de hechos de corrupción e inseguridad, ¿qué papel cree usted que viene a cumplir López Obrador con este triunfo?
– Uno de los problemas crónicos de México, agravado además porque en este problema está el narcotráfico vinculado, es la articulación no sólo del dinero ilegal sino -además- de la intersección de lo ilegal con lo político. En ese sentido, el discurso de López Obrador, ha marcado una línea divisoria importante y que gran parte de los mexicanos absolutamente cansados o hastiados con la corrupción buscaban un punto. También ahí, curiosamente, es una virtud y uno de los mayores peligros, conociendo el Estado mexicano, los niveles de corrupción son muy estructurales y multinivel, y en la coalición de candidaturas muchas tienen que ver con partidos políticos que existían. En esta elección, México vivió un transfuguismo como nadie imagina, de manera impactante, particularmente porque los partidos en danza se reagruparon o porque apareció esta figura novedosa llamada Morena. Es importante reconocer que si bien al propio López Obrador se le adjudica ser un “paladín” contra la impunidad que genera la corrupción en el país, también la composición nacional, esta colección de candidaturas realizada desde Morena, probablemente tenga algo del talón de Aquiles que tendrá que manejarse con muchísimo cuidado.
– Con López Obrador, ¿qué posibilidades fácticas tiene México de quebrar con esa corrupción estructural?
– En el corto plazo bastante difícil. En el largo plazo es una incógnita. No nos olvidemos de que la percepción respecto a los niveles de transparencia tiene que ver con los niveles de confianza que la ciudadanía deposite por sobre la política. Difícilmente perduren en el largo plazo niveles de confianza si es que antes o durante no va acompañado con niveles de reputación y credibilidad asociadas a dimensiones mucho más racionales y concretas.
Esto es muy interesante para hacer la analogía con Argentina, entendiendo que también parte del contrato social de Cambiemos en su momento estaba vinculado con eliminar la corrupción; sin embargo, en términos de transparencia, ciertos hechos relacionados con conflicto de intereses o con incompatibilidades, fueron desvirtuando esa sensación. Primero se le dio confianza, pero ésta luego no fue del todo acompañada con hechos racionales que la sustenten. Me parece que la analogía sirve mucho para entender lo que puede pasar en el caso mexicano.
“Perdieron los dueños de los partidos políticos convencionales”
Entre las tantas lecturas, el politólogo Mario Riorda considera que el triunfo de López Obrador significa la muerte de las elites partidarias. Sostuvo que quien no conoce el sistema mexicano se sorprendería porque las candidaturas necesitan de la venia o la aprobación de las elites partidarias que todavía siguen teniendo un peso enorme para la elección de candidaturas.
“En este sentido, es interesante ver que Manuel López Obrador no es un outsider, no es alguien que empezó ayer y que no viene de la política, sino que es alguien que literalmente se corrió de la estructura partidaria clásica que ordenaba el sistema mexicano dado por tres partidos que son el PRI, el PAN y el PRD. No sólo se corrió sino que armó un partido muy unipersonal, inicialmente denominado ‘Morena’, que arrasó en esta elección”.
Para Riorda, los que perdieron fueron los dueños de los partidos políticos convencionales, es decir, las elites partidarias. “Y perdieron en base a una persona que organizó un partido recolectando gran parte del voto estructural, e incluso tuvo connotaciones ideológicas. Hubo gente que sin ser progresistas ni de izquierda lo votó, especialmente los jóvenes. Se convirtió en un movimiento (Morena) y éste fue transversal a muchísimos sectores, fue en contra de un sistema institucional establecido y me parece que esa es la gran novedad y característica de esta elección.Los gestos “amigables” de Trump
Ayer, el presidente electo y el de Estados Unidos, Donald Trump, conversaron por teléfono. “Le propuse explorar un acuerdo integral; de proyectos de desarrollo que generen empleos en México, y con ello, reducir la migración y mejorar la seguridad”, dijo López Obrador.
En tanto, Trump dijo a medios estadounidenses sobre AMLO: “Tuvimos una gran conversación… Hablamos de seguridad fronteriza, hablamos de comercio, hablamos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)”.
Riorda se refirió a los primeros gestos “amigables” de Trump y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. “Me parece sumamente interesante respecto a que ninguno de los dos socios, particularmente de la relación política comercial de norteamérica, está planteando hoy a modo de prejuicio una relación tensa con el nuevo presidente electo. Es saludable hacia adelante en una región ante un tratado histórico que estaba crujiendo.