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Ventajas y problemas de un probable acuerdo Mercosur-Unión Europea

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Se anuncia que están próximas a culminar las prolongadas negociaciones -que ya se extienden
casi a dos décadas- con un convenio comercial de intercambio recíproco. Sin embargo, las dificultades y medidas de obstrucción siguen creando problemas que lo postergan

Por Salvador Treber

No es nada habitual que las conversaciones entre dos áreas multinacionales se prolonguen por tiempo extremadamente largo; por ese motivo hay que analizar con detenimiento las certezas y perspectivas que deben o no alentarse con respecto a la firma de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). El último plazo que las partes se habían concedido recíprocamente vencía en el pasado mes de abril, pero esa fecha pasó sin que hubiera novedades de ningún orden.
Como situaciones semejantes se habían vivido varias veces antes, es obvio que hay trabas significativas que lo obstruyen sin que se hagan conocer pública y oficialmente.
Resulta inocultable que Francia ha interferido con bastante frecuencia para demorar in eternum eventuales acuerdos que sus países socios estaban dispuestos a suscribir, alegando razones poco sólidas. En realidad, los representantes de ese país prefieren que no se firme nada, por entender que ello perjudicaría sus intereses, pues es un muy importante productor de trigo que lo ha convertido en normal proveedor de sus países limítrofes y asociados. En consecuencia, procura evitar que el Mercosur, más precisamente Argentina, compita con ellos; por ello se empeñan en obstruir cualquier acuerdo, arguyendo otras razones de menor cuantía que, por lo visto, sólo han servido para eternizar las respectivas negociaciones.

Los analistas que conocen profundamente el tema consideran que, en general, lograrán acceder a importantes ventajas que compensarían algún inconveniente parcial y subrayan que los países sudamericanos que negocian lograrían una vía idónea para estrechar vínculos y -además- atraer inversiones desde el Viejo Mundo. Lo curioso es que Chile, una economía relativamente pequeña, ha conseguido concertar acuerdos que el Mercosur no ha logrado pese a que el tiempo de negociación transcurrido es mucho más extenso.
Los analistas locales consideran que la principal actividad beneficiada, a la que se daría un gran impulso, es la exportación de alimentos. Este rubro se agilizaría notoriamente con la eliminación de tributos y, en el caso especial de Argentina, la impulsaría a superar tanto superficie sembrada como rindes por hectárea hasta duplicar su producción actual; lo cual los especialistas consideran muy probable lograr al cabo de un lustro, si se lo proponen firmemente. Se debe tener muy en cuenta que 40% de lo que se exporta a la UE, alrededor de US$3.200 millones, consiste en productos alimenticios.

Respecto a las exportaciones de carnes argentinas, éstas son muy apreciadas por su alta calidad, pero de la cuota fijada de 100 mil toneladas para 2018 se estima que se entregará sólo 70%. Debe recordarse que los negociadores europeos se mostraron dispuestos a adquirir hasta 300 mil toneladas y fueron nuestros representantes los que fijaron un límite muy inferior. El siguiente lugar, por su importancia, lo ocupan ciertos productos químicos específicos, en especial biodiésel; luego de ellos aparecen los embarques de soja, maíz y algo de combustibles minerales.
También se ha concluido que en el transcurso de los dos años en que debe concretarse el brexit, el retiro del Reino Unido de la UE, esta asociación de países está muy presionada por la necesidad de evitar mayores privaciones y procura demostrar que “aquí no pasó nada”.

Potenciales beneficios e inconvenientes
En los círculos especializados, hay coincidencia en sostener que sería el Mercosur el principal beneficiario, si por fin se logra suscribir el referido y tan demorado acuerdo, debido al amplio acceso que tendrían los países que lo integran a un mercado de mas de 550 millones de consumidores con elevado poder adquisitivo.
Es evidente que la demanda de alimentos -sumada a la de biocombustibles- garantiza una gestión exitosa. Tampoco se puede aceptar que la UE se sienta “perdedora” pues se le abre un amplio mercado que requerirá gran cantidad de equipos, herramientas e incluso automotores, buques y aviones de todo tipo y dimensión además de la prestación de muchos servicios con cierto grado de sofisticación. Mientras tanto, se ha logrado acordar exportaciones de productos muy selectos tales como frutas frescas, productos lácteos, aceite de oliva, frutas secas y vinos de calidad, obviamente sin pago de aranceles de ninguna especie.
Dichos rubros tienen muy poca significación relativa pero su provisión es una forma más de no romper relaciones y tener presencia en tal mercado. Se insiste en ello porque alientan una relación en la que interviene una de las principales economías del mundo. Las empresas europeas proveedoras de bienes de capital no tienen mucha simpatía ni mucho interés por los mercados sudamericanos pues admiten que Estados Unidos tiene las mejores relaciones en dicha región y el reciente arribo de China a esa área hace suponer una fuerte competencia entre los dos gigantes en que reconocen no estar en condiciones de terciar.
Además, los especialistas europeos -pese a que conocen “al dedillo” las motivaciones de esas “inconclusas” negociaciones- para evitar choques internos y con resignación prefieren no hacer esfuerzos por mantener el pacto con el Mercosur si los dirigentes franceses continúan poco dispuestos, evitando chocar cuando perturban u objetan sistemáticamente las referidas reuniones. Sólo se limitan a coadyuvar por atender preferentemente mercados más próximos como el que forma el conjunto de naciones ubicadas en la cuenca del mar Mediterráneo tanto en Europa como en el norte de África.

Es muy sabido que hace varios años podrían haberse cerrado definitivamente las negociaciones, pero ello no ha sucedido aunque los encuentros son cada vez más esporádicos y los miembros del Mercosur han optado por encargar a sus respectivos embajadores junto con los Agregados Económicos que los atiendan.
Debe tenerse presente que actualmente hay gran escepticismo en lograr un intercambio permanente, fluido y creciente, salvo los productos que se han privilegiado eliminando los respectivos aranceles. Las negociaciones no se han interrumpido pero los avances son virtualmente nulos.
En el caso de concretarse, los rubros que nos generarían beneficios importantes serían, en primer lugar, la variedad de productos alimenticios como son todos los derivados de soja y cereales, además de frutas vinos, pescados en conserva, jugos concentrados, golosinas y miel entre otros muchos de naturaleza semejante. El rubro “carnes sin procesar” actualmente es motivo de exportaciones por 70 mil toneladas pero podría ampliarse a 100 mil e incluso más; a ello deben agregarse los combustible minerales y los productos químicos como el biodiésel, que son utilizados como combustibles.

Gestiones pendientes y perspectivas futuras
Las empresas pequeñas o medianas tendrían una gran oportunidad siempre que se ingenien para constituir alianzas o sociedades “ad-hoc” para exportar regularmente en cierta cantidad, productos de uso familiar diario.
Para exportar automotores se debería adaptar los modelos al gusto y demás modalidades de los potenciales adquirentes europeos, especialmente camionetas, utilitarios y camiones pues en esa región son especialistas en la fabricación de autos de pasajeros chicos y medianos.
En cambio, varios integrantes de la UE son fabricantes y proveedores de “bienes de capital” tanto eléctricos como mecánicos y de ese origen el 40% tiene como destino nuestro país. Se importan aun cuando están gravados con aranceles y a ellos se suman una amplia gama de insumos. En cuanto a bienes de consumo, deben citarse diversas variedades de textiles y calzados que son muy apreciados en el mercado mundial no solo por su calidad sino, muy especialmente, por su adecuada, oportuna y continua actualización.

La balanza comercial es francamente favorable a los europeos respecto a Argentina durante el año 2017 por US$2.819 millones ya que importó productos de ese origen por un equivalente a US$11.527 millones mientras las ventas sumaron solamente US$8.708 millones. Nuestro principal proveedor de dicho continente es Alemania, que registra un saldo positivo de US$2.063 millones, dado que las exportaciones se elevaron a US$3.229 millones mientras sus compras fueron de apenas US$1.166 millones. En segundo término se ubica España aunque en este caso es ligeramente favorable para nuestro país, pues nuestras ventas a este destino sumaron US$1.504 millones y las importaciones US$1.452 millones.
A continuación aparece Italia, con US$1.675 en materia de exportaciones y US$1.041 millones en cuanto a importaciones. Holanda, que es el país de ese área que nos compró más con US$1.393 millones y nos vendió muy poco, US$490 millones. El resto de los países europeos (23) en conjunto importaron de nuestro país US$4.650 millones y nos vendieron por un equivalente a US$3.690 millones. En los últimos meses ha trascendido que habría intención de radicarse en Argentina por parte de media docena de grandes firmas europeas, pero apuntando a autoexportar a sus países productos de origen agropecuarios.

En cuanto a nuestra economía, las exportaciones en el ejercicio 2017 fueron 27% inferiores a las del año récord y los respectivos saldos negativos datan de un quinquenio atrás. Como la UE es el principal agente de inversión manufacturera en el mundo, la mayor radicación de empresas implicaría sumar un factor de desarrollo muy significativo.
La eventual firma del acuerdo incentivaría mucho el flujo económico-financiero entre ambas áreas para perfeccionar un esquema de integración productiva garantizando que dichas empresas puedan disponer de insumos y bienes intermedios para incursionar en todos lo mercados exhibiendo precios competitivos.
Como los beneficios recíprocos podrían ser muy importantes, sería conveniente comprometerse con Francia, incluso a no exportar trigo a Europa Occidental, para que modifique su política obstruccionista con que ha venido trabando la concreción de cualquier acuerdo de esa naturaleza.

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