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Una disputa histórica: el Esequibo

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Por Florencia G. Rusconi (*)

Toda frontera es la epidermis del Estado, es decir, una franja del territorio que funciona como superficie de contacto con los Estados vecinos a ambos lados de los límites, y constituye ámbitos de tensiones y conflictos como resultado, entre otras cuestiones, de los alcances espaciales del poder. Las fronteras son construcciones humanas y cada país, Estado o región adopta la identidad en estos ámbitos y -al ser cambiantes- se producen situaciones de tensión y conflicto en aspectos políticos, económicos y territoriales, entre otros. En América Latina no se puede hablar de fronteras como una vivencia uniforme, ya que han existido muchas y han tenido distintos significados en el tiempo y el espacio, lo cual podemos evidenciar en los múltiples conflictos fronterizos que se han desarrollado del siglo XIX al XXI.

La reactivación del litigio entre Venezuela y la ex colonia británica de Guyana por el territorio del Esequibo, confirmado como una gran fuente de riqueza petrolera, está agitando el fantasma de un nuevo conflicto fronterizo en América Latina. ¿Es ésta una luz de alarma o sólo una excepción en la geopolítica de la región?

El Esequibo ha sido y es el epicentro de una disputa territorial que enfrenta a Guyana y a Venezuela desde hace más de 180 años.

Aunque las tensiones por el control de esta región rica en recursos minerales han persistido durante todo este tiempo, en los últimos años se han agudizado tras la insistencia del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de «reconquistar» un territorio que, según dice, «desde siempre» perteneció a su país.

Caracas insiste en la necesidad de reanudar las «negociaciones de paz» para tratar de poner fin a la disputa, respetando el Acuerdo de Ginebra de 1966, en el que las partes se comprometieron a buscar una solución pacífica por medio del diálogo directo.

Guyana rechaza el diálogo. En un comunicado del 30 de septiembre de 2023, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, aseguró que la controversia deberá resolverse en la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

El Esequibo -también conocido como la Guayana Esequiba- comprende 159.000 kilómetros cuadrados ricos en recursos naturales y forestales, y constituye dos tercios del territorio guyanés.

Caracas y Georgetown nunca han logrado ponerse de acuerdo sobre el trazado de la frontera que los separa y la región figura frecuentemente en los mapas venezolanos con un rayado denominado «Zona en Reclamación».

Se trata de una disputa que cuenta con múltiples episodios y que se intentó resolver en un tribunal en París en 1899 y que desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra entre Venezuela y Reino Unido en 1966 ha mantenido un status quo.

Hoy el tema del territorio Esequibo en reclamación mantiene en jaque a Venezuela, porque no es verdad que el problema limítrofe esté ventilándose sólo con los guyaneses sino que detrás está el poderoso imperio inglés que controla la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth), integrada por 53 naciones sumisas a la Corte de Inglaterra y los designios de Ia corona inglesa, incluyendo muchas islas del Caribe, que integran dicha comunidad por haber sido en el pasado colonias inglesas y que hoy están agrupadas en la Comunidad del Caribe (Caricom) que se ha manifestado a favor de Guyana y en contra de Venezuela.

Desde el punto de vista político, la disputa entre Venezuela y Guyana se remonta al proceso de independencia de los países latinoamericanos y al contexto de los cambios geopolíticos que se dieron luego de las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena. En esa ocasión, Venezuela surgió ante el mundo como una república unitaria con un territorio trazado de acuerdo con el principio del uti possidetis juris, pero con una debilidad estatal producto de la propia independencia, de la ruptura con la Gran Colombia y las sucesivas guerras civiles.

Los puntos claves

¿Por qué Venezuela reclama dos tercios de Guyana?

La Guayana Esequiba fue -en un principio- controlada por el imperio español y por el holandés, que más tarde se lo cedería a los británicos.

Formó parte de la Capitanía General de Venezuela, cuando ésta fue fundada en 1777, y luego fue integrada a la naciente República de Venezuela, por un breve periodo, a partir de 1811.

En 1819, con la creación de la República de Colombia (Gran Colombia), Gran Bretaña reconoció el curso del río Esequibo como frontera.

Cuando Venezuela se separó de la República de Colombia en 1830, el río Esequibo quedó como límite de la República de Venezuela. Eso fue reconocido durante gran parte del siglo XIX hasta que se encontró oro en la cuenca del río Yuruari, en la Guayana Venezolana, lo que desencadenó la ambición británica por ese territorio.

Londres había adquirido el territorio en 1814 -alrededor de 51.700 kilómetros cuadrados en ese entonces-, mediante un tratado con Países Bajos, pero el pacto no definía su frontera occidental y por eso los británicos designaron en 1840 al explorador Robert Schomburgk para que la trazara. Poco después se dio a conocer la llamada «Línea Schomburgk», un polémico trazado que reclamaba cerca de 80.000 kilómetros cuadrados adicionales.

Una segunda línea fronteriza ya avanzaba hacia el occidente del río Esequibo, y a estas líneas le siguieron otras. Schomburgk murió, pero Gran Bretaña modificó los mapas y pretendía prácticamente llegar con una cuarta línea hasta (la población venezolana de Upata).

Cuándo comenzó la disputa

Según un documento del Departamento de Estado de EEUU, la disputa comenzó oficialmente en 1841, cuando el gobierno venezolano del general José Antonio Páez denunció una presunta incursión a su país por parte del imperio británico, del que Guyana formaba parte.

Venezuela sabía que no podía enfrentarse sola al imperio más poderoso del mundo y por eso buscó el respaldo de EEUU, que comenzaba a perfilarse como una potencia emergente.

«América para los americanos» 

La doctrina “Monroe”, creada en rechazo al imperialismo europeo en el continente americano hizo que EEUU se pusiera del lado de Venezuela. Bajo esta doctrina, EEUU decidió intervenir, en 1895, en la disputa fronteriza.

A raíz de la insistencia venezolana y de la presión del entonces presidente estadounidense Grover Cleveland y de su ex embajador en Caracas, en enero de ese año la Cámara de Representantes de EEUU propuso la resolución 252 al Congreso, que recomendaba que la disputa fuera resuelta en un arbitraje internacional.

Cleveland había declarado anteriormente que la línea fronteriza en el Esequibo había sido ampliada «de una manera misteriosa».

Al principio Reino Unido rechazó la intromisión estadounidense, pero Londres sabía que no podía darse el lujo de entrar en una nueva guerra con el gigante de Norteamérica, que se mostraba inflexible en su decisión de apoyar a Venezuela y terminó por aceptar la propuesta.

Primer arbitraje

El 2 de febrero de 1897, EEUU, en representación de Venezuela, y Reino Unido firmaron un tratado en Washington para someter la disputa a un arbitraje internacional.

Venezuela, persuadida de que se aplicaría el uti possidetis iuris -un principio legal del derecho internacional que les garantiza a los Estados administrar territorios que geográfica e históricamente les pertenecen-, aceptó acudir a un tribunal en París.

De acuerdo con el uti possidetis iuris, el territorio que era considerado como Venezuela cuando era una colonia española, debía ser el mismo cuando se convirtió en república. Venezuela actuó de buena fe pero fue víctima de una componenda entre los estadounidenses, los británicos y el jurista ruso Friedrich Martens.

La comisión terminó actuando el 3 de octubre de 1899 a favor de Reino Unido, estableciendo la «Línea Schomburgk» como la frontera entre ambos territorios. Al polémico fallo se le conoce hoy como el “Laudo arbitral de París”.

Medio siglo después surgieron evidencias que denunciaban la complicidad entre los delegados británicos y el jurista Martens, cuyo voto fue decisivo para el fallo en contra de Venezuela.

Después de la muerte de Severo Mallet-Prevost -un abogado estadounidense que formó parte de la defensa de Venezuela en el Laudo Arbitral de París-, se hizo público, en 1949, un documento que Mallet-Prevost había escrito cuatro años antes, en el que denunciaba que el laudo fue una componenda política.

Guyana históricamente fue menos próspera que Venezuela, pero esto ha cambiado en los últimos años, gracias al hallazgo de grandes yacimientos petroleros en las costas guyanesas y a la gran crisis económica que atraviesa la República Bolivariana.

Mallet-Prevost concluye: «La decisión del tribunal fue, en consecuencia, unánime; pero, si bien es cierto que dio a Venezuela el sector en litigio más importante desde un punto de vista estratégico, fue injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante sobre el cual la Gran Bretaña no tenía la menor sombra de derecho».

El documentó además indica que el juez Martens no fue imparcial y persuadió a una de las partes para que aceptaran una controvertida propuesta que él mismo había redactado.

El laudo arbitral de París, afirma, fue un acuerdo amañado y «una típica componenda» entre los grandes imperios de la época.

Las revelaciones de Mallet-Prevost sirvieron para que Venezuela denunciara el laudo ante el mundo y lo declarara nulo e írrito. 

Independencia de Guyana

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y con la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se inicia el proceso de descolonización, en el que varias colonias europeas se independizan y nace una coyuntura favorable a la revisión de este laudo.

Guyana formó parte del imperio británico hasta su independencia, ocurrida en 1966.

Con toda la documentación en la mano, el gobierno del entonces presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, se da a la tarea de denunciar ante la ONU, en 1962, por medio de su canciller, las irregularidades halladas, con el fin de que Reino Unido acceda a una revisión del laudo arbitral.

Sin embargo, tras múltiples reuniones en Londres, Reino Unido se niega a una reedición de la sentencia arbitral.

No obstante, un hecho histórico juega a favor de Venezuela: la inminente independencia de la Guayana Británica.

El movimiento independentista y la fuerza que tenía la reclamación venezolana con la documentación que se había dado a conocer y que está plasmada en el “Informe que los expertos venezolanos para la cuestión de límites con Guayana Británica presentan al Gobierno Nacional, conllevan a los británicos, y a un grupo de guyaneses que estuvieron presentes, a firmar el Acuerdo de Ginebra», detalla el historiador Manuel Donís.

Firmado el 17 de febrero de 1966, apenas tres meses antes de que se reconociera la independencia de Guyana, el Acuerdo de Ginebra es un tratado aún vigente que reconoce el reclamo de Venezuela y que busca encontrar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la disputa limítrofe.

El pacto indica que, si los dos países no pueden ponerse de acuerdo en una solución pacífica, el secretario General de la ONU debe elegir posibles mecanismos de solución, contenidos en el artículo 33 de la carta de ese organismo.

La posición de Guyana considera que no hay más nada que discutir y que Venezuela debe aceptar las fronteras establecidas por el Laudo arbitral de París de 1899.

Hasta el momento, los esfuerzos de mediación de la ONU han resultado infructuosos.

En una entrevista con BBC Mundo publicada en marzo de 2017, Carl Barrington Greenidge, ex vicepresidente de Guyana, calificó el reclamo de Venezuela como «absurdo».

Además, negó que la disputa hubiera comenzado en 1840. Para él, todo empezó en la década de 1890 o «tal vez un poquito antes», cuando Estados Unidos ayudó a que Venezuela pudiera llevar a Reino Unido a una mesa de arbitraje.

«Ellos recibieron la boca del río Orinoco y acordaron, como parte del Tratado de Washington de 1897, aceptar la decisión del tribunal de arbitraje como final y definitiva. Por lo tanto, en lo que a nosotros respecta, ese reclamo acabó en ese momento: Venezuela recibió territorio, Guyana recibió territorio y el tratado operó sin problemas por 63 años».

Greenidge también aseguró que, después de que las Provincias Unidas (de los Países Bajos) se separaron de España, en 1648, ésta nunca tuvo soberanía sobre el área, pues ésa se les concedió a los holandeses tal y como estipulaba un tratado.

«Y cuando Holanda perdió las guerras napoleónicas, al pelear del lado de los franceses, el territorio le fue transferido a Gran Bretaña en 1814″.

¿Por qué han aumentado las tensiones?

La disputa ha tenido altos y bajos en las últimas décadas.

Guyana, Reino Unido y Venezuela firmaron en 1970 el Protocolo de Puerto España, que congeló las conversaciones entre ambas partes por doce años, un paso considerado como un error por muchos historiadores venezolanos.

En la década de 80 el reclamo venezolano fue reanudado hasta que Hugo Chávez llegó al poder en 1999.

Pero los múltiples hallazgos de vastos yacimientos petroleros en Guyana en los últimos cinco años, que ésta ya ha comenzado a explotar, han hecho que las tensiones aumenten.

Guyana introdujo en 2018 ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya una solicitud para que se resuelva el conflicto territorial, pero Venezuela ha negado desde entonces la legitimidad de esa institución para resolver la disputa.

El 18 de diciembre de 2020, la CIJ dio a conocer su fallo en el que se declara competente en el asunto; pero Venezuela no da su brazo a torcer y no lo acepta.

Chávez básicamente le baja el tono a la disputa: su proyecto era sobre todo consolidar un liderazgo en el Caribe.

Para Venezuela no tendría sentido asistir a la Corte Internacional de La Haya, porque sólo decidiría si el Laudo de París es nulo e irrito y eso es algo que Caracas considera evidente.

Da impresión de que Guyana ha manejado muy bien este asunto de la reclamación, no solamente con Nicolás Maduro, sino desde 1966, y le ha estado sacando provecho a la aquiescencia, a los errores y a las vacilaciones de los distintos gobiernos.

El tema del Esequibo siempre ha generado unidad nacional en los venezolanos y eso es algo que el mandatario podría estar tratando de utilizar a su favor.

A principios del año 2023, el presidente de Venezuela le envió una carta al secretario General de la ONU en la que le solicita que medie en el diferendo territorial.

Las tensiones siguen aumentando y, con una Guyana inflexible, por un lado, y -por el otro- una Venezuela en crisis, pero que no descansa en su lucha por un territorio que desde siempre ha figurado en sus mapas, la disputa por el Esequibo no parece pronta a resolverse, al menos en el corto plazo.

La única forma que tiene Venezuela para ejercer la soberanía sobre el Esequibo sería una acción militar y no está en capacidad de hacerla. El dictador Maduro podría convertirse en un Galtieri caribeño.

Petróleo, nacionalismo y elecciones

Como se mencionó, Venezuela siguió reclamando el Esequibo hasta que Chávez llegó al poder en 1999. Chávez se centró en consolidar al país en el Caribe y para ello necesitaba a Guyana, que tenía el apoyo de Cuba en la disputa. Sin embargo, ante la crisis económica, el gobierno de Maduro retomó la reclamación. Esta se intensificó en 2015, cuando la compañía estadounidense Exxon Mobil descubrió petróleo en las costas del Esequibo. En 2018 Guyana solicitó a la CIJ que resolviera el conflicto. Esa Corte se declaró competente dos años más tarde, pero Venezuela lo rechazó, apelando al diálogo contemplado en el Acuerdo de Ginebra. Guyana sostiene que la disputa se resolvió con el arbitraje de 1899.

El gobierno del tirano Maduro siguió reclamando el Esequibo, pero dio un paso más en noviembre de 2023. Convocó a un referéndum para incorporarlo a Venezuela y nacionalizar a sus habitantes. Guyana lo rechazó y solicitó a la CIJ detenerlo, y ésta instó a Caracas a que se abstuviera de cambiar la situación del territorio. Sin embargo, el gobierno venezolano realizó el referéndum el 3 de diciembre, con un resultado afirmativo de 95%, según la autoridad electoral controlada por el chavismo.

Asimismo, Maduro ha anunciado un plan demográfico, legislativo y de defensa para empezar a controlar el Esequibo. También ordenó a la petrolera estatal PDVSA iniciar operaciones y pidió a sus ministros correspondientes repartir nuevos mapas con el territorio anexado en instituciones educativas. Las medidas también se enmarcan en el nuevo ciclo electoral venezolano, con vistas a los comicios presidenciales de este año 2024.

¿Qué queda por decir ahora? En un escenario a corto plazo, dominará la agenda la discusión sobre la participación o no en la Corte de La Haya. A mediano plazo, se observa la posibilidad de una espiral conflictiva por el problema de la interpretación de facto de qué áreas marinas y submarinas le corresponden a cada país, dado el vacío legal que significa el hecho de que no se haya llegado a un acuerdo previo para definir la delimitación territorial terrestre. 

Es un error tratar de explicar el conflicto del Territorio Esequibo como un problema limítrofe entre Guyana y Venezuela, pues se trata de una invasión imperialista del gobierno Británico para apropiarse de riquezas mineras y energéticas que pertenecen a Venezuela, donde Guyana siempre fue una “fachada”, creada por la corona, para justificar la invasión; es decir, detrás de Guyana está un Poder Supremo de la Corte de Inglaterra, cuyo antecedente lo encontramos en el caso de las Islas Malvinas, invadida por los ingleses, pero cuya soberanía corresponde a Argentina.

(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho (UNC)

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