Temor o alivio con la inteligencia artificial en mediación

Alarmas fuertes suenan en el mundo digital, que se agrandan con nuevas voces, tal como es la inteligencia artificial (IA). La pandemia aceleró vertiginosamente la transformación digital, pero la humanidad volvió a funcionar con besos y abrazos y el mundo, que estuvo cerrado, abrió puertas a locales bailables, recitales, restaurantes, desfiles de moda y volvió a una nueva normalidad. Todo es tan global y veloz que la pregunta sería: ¿Qué frena la nueva era digital de la IA?, es decir: ¿Cuál es la dosis justa de tecnología? y en el caso concreto del mediador: ¿Cómo el mediador definirá su vínculo cotidiano con las herramientas de IA? 

La IA hace referencia a sistemas informáticos que intentan imitar la función cognitiva a través de máquinas y software con el objetivo de realizar tareas de procesamiento y análisis de datos creando aglomerados de palabras explicativas a una pregunta. Alan Turing, uno de los precursores de la IA ha dicho: “Una máquina puede considerarse inteligente si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un ser humano”. Si tenemos en cuenta que las partes, normalmente, prefieren conseguir un acuerdo que pueda satisfacer sus intereses antes de someterse a la decisión de un tercero, la derivación a modalidades alternativas siempre resulta una propuesta de interés.

La IA al servicio de la mediación puede contribuir a la descongestión de la carga de trabajo del mediador, a lograr mejores resultados creativos, ampliando el espectro de posibilidades de soluciones mediante el buen uso de esta herramienta novedosa. Sin embargo, las dotes de un mediador -que entiende la realidad de quienes participan en la mediación y que permiten construir soluciones a los conflictos- no son tan fáciles de reemplazar. Se puede decir que la rapidez de las soluciones de la IA no siempre es eficaz. Tenemos la gran oportunidad de prepararnos para este devenir que se anuncia ya con fuerza.  El uso de la IA en la resolución alternativa de conflictos está en agenda de debate. 

El sistema de IA debería ser utilizado como auxiliar del mediador, facilitando la obtención de acuerdos, para resolver los conflictos desde los propios intereses de las partes y la búsqueda de intereses comunes. Si bien es una herramienta útil, no sustituye la tarea del mediador.

Deberíamos respetar en el uso de la IA, la privacidad, seguridad y confidencialidad de quienes la utilizan, ya sea como partes o mediadores. El flujo de novedades nos acorrala y debemos seleccionar las variables que nos permitan vivir de una manera que nos dé el signo personal.  La IA llegó para facilitarnos la vida cotidiana, para tener certeza de que nos ayudará a aumentar nuestras capacidades obtenidas y que nos distinguen de cualquier sistema y máquina. 

Sepamos aprovechar este impulso dado por el Chat GPT (transformador generativo preentrenado), una de las más usadas y populares herramientas de la IA. El chat GPT, un chatbot, funciona como el chat de WhatsApp pero el interlocutor es un robot (bot). A esta altura pensar en una mediación sin IA suena como fantasioso. Soñar con una vida mejor sin ella está fuera de nuestro alcance. Tengamos en cuenta que lo digital, para lucir hermoso, debe estar pulido, liso y que no ofrezca resistencia. No debe asombrarnos más la tecnología ni los avances que nos brinda. Elijamos convivir con ellos, cuándo usarlos y cuándo no. LA mediación debemos armarla junto al rompecabezas que hoy nos brinda la IA. Apoyemos con mucha prudencia su nacimiento y démosle la bienvenida.  La IA, mejora, reemplaza, pero no empeora, si sabemos dirigirla correcta y prudencialmente, para que, con ella, podamos ampliar nuestra capacidad creativa como mediadores y contribuir a seguir trabajando para un mundo mejor.

(*) Abogada-mediadora