Los caminos de la vida y la pandemia me llevaron a residir actualmente en Senegal, el país más occidental de África. Surgió la idea de escribir Las Crónicas desde Senegal para esta columna, abordando cuestiones de interés. Sin embargo, para poder adentrarme en ello, es necesario previamente preparar el terreno, para incorporar y entender cómo se vive en otra parte del globo.
Hago mención a una situación bastante incómoda que me tocó vivenciar años atrás, cuando -previo a disertar en un congreso- se me pidió expresamente que no tocara ciertos temas, porque podría generar incomodidad entre los mediadores.
Y hasta el día de la fecha sigo sosteniendo que, precisamente, ésas son las cuestiones sobre las cuales sí debemos hablar, ya que si no somos capaces de lidiar con situaciones incómodas ¿para qué mediamos? Todo aquello que sirva para ampliar nuestro mapa mental y movernos de nuestro metro cuadrado es muy valioso.
De más está decir que la incomodidad se nos presenta a diario tanto en nuestra vida privada como en lo laboral sea antes, durante o después de una audiencia virtual o presencial.
Antes de la mediación, sólo a modo de ejemplo, se podría citar el hecho de llegar a la audiencia y no encontrar sala o que ésta esté ocupada. Que las computadoras no funcionen o las impresoras no impriman. La atención de algunos empleados quienes, parece ser, se olvidaron de que están tratando con personas.
Durante la mediación, “la descarga emocional” de las partes; debo confesar que al comienzo de mi rol como mediadora me daba miedo; pero luego comprendí que es necesaria y constituye la materia prima de nuestro trabajo. Otro tanto ocurre con “ese silencio eterno” que parece no terminar nunca, y la tensión contenida que ello conlleva. La verdad develada, el secreto guardado durante años, que al fin sale a la luz.
El famoso “no tengo instrucciones para mediar” y lo que representa para la otra parte, quien requirió la audiencia; es como un portazo en la cara, tirando abajo todas sus expectativas de llegar a un acuerdo evitando así el juicio. Todo ese mundo invisible es lo que percibimos los mediadores, antes de que se manifieste de forma expresa. Ni que decir cuando es el otro mediador de la dupla el que dice o hace algo con lo que no concordamos.
Y hoy en día con el auge de la virtualidad, cuando se nos corta la conexión, hay retorno o el sonido nos llega con delay.
Y después de la mediación, tener que “perseguir”, recordar, insistir a ciertas compañías que abonen nuestros honorarios.
La incomodidad nos molesta porque nos saca de nuestra zona de confort, generándonos cierta inseguridad; pero nos enseña -siempre y cuando logremos trascenderla- a crear, a pensar diferente, a conducirnos de otro modo y a cambiar la estrategia,
Se trata de comprender que no tenemos, por lo menos en “ese instante”, el control de la situación, para lo cual debemos estar preparados, no sólo intelectualmente, sino también emocionalmente; requiere un trabajo interno, profundo y sincero.
Constantemente estamos vibrando con lo que acontece en una sala de audiencia, sea presencial o virtual, y a pesar de ello se nos enseña en la formación que, pase lo que pase, siempre debemos permanecer “neutrales”.
En mi opinión personal la “neutralidad” no existe; algo se nos mueve como personas, no somos máquinas. De lo contrario nos quedaríamos en una postura y no seríamos capaces de generar empatía. Lo importante es saber qué hacer con aquello que se nos moviliza y hace sentir incómodos. Sí creo que debemos ser imparciales; pero son dos cosas distintas.
Como mediadora intercultural, la incomodidad y su manifestación, “el prejuicio”, es algo con lo que aprendí a convivir a diario, en lo personal y profesional, ya que no me había dado cuenta de mis propios prejuicios hasta que comencé a vivir en este país, que cuenta con códigos culturales muy diferentes (raza, idioma, religión, modos de hacer, pensar y sentir).
En el fondo se trata de tener miedo a perder la propia identidad, a diluirme. Eso es lo que más incomodidad me generaba; sin embargo, al lograr bajar la guardia se puede integrar “lo nuevo, lo diferente” produciéndose así el “verdadero” cambio.
Si algo nos enseñó el año 2020 es a fluir, dejarnos llevar y dar lo mejor de cada uno. Así que no veamos de costado a la incomodidad ni la escondamos bajo la alfombra, sino que mirémosla directo a la cara y démosle la bienvenida, porque nos está brindando la oportunidad de dar un salto, luego del cual nos sentiremos más empoderados ya que habremos capitalizado algo más, un nuevo saber. Y al fin y al cabo de eso se trata la vida.
Más adelante compartiré con ustedes algunas cuestiones de esta parte del mundo.
* Mediadora intercultural
A salir de la zona de confort y transcender la incomodidad como parte esencial e inevitable de la imprevisibilidad de la vida y sus emociones. Muy buen artículo Gaby Un abrazo ?
FELICITACIONES GABI!!!MUY MOVILIZADOR TEMA Y CLARA LA PRESENRACION ABRAZOO GABI
Excelente reflexión, nos enriquece poder abrir nuestra mente aunque comencemos con la incomodidad, poder tener empatía en el otro, lo que necesita nuestra sociedad,salir del individualismo
Me encantó este artículo Gaby… Muy cierto y muy fuerte. Frases como: miedo a perder la identidad..diluirme. Cuando tenemos la oportunidad de incorporar cosas nuevas.Te felicito…tus palabras enseñan en el diario vivir. Gracias!!
Me parece fantástico el artículo y la línea de pensamiento que desarrollas en el Gabi.
La incomodidad está presente siempre en nuestra vida.
La pregunta es….Que hacemos con ella? Cada uno de nosotros deberá responderselo!!!!
Felicitaciones! Interesante reflexión !!!
comparto mis reflexiones:LA INCOMODIDAD ES ALGO QUE ME PROVOCA, QUE ME GENERA INESTABILIDAD, COMO DICE LA AUTORA DEL ARTÍCULO, ME SACA DE LA ZONA DE CONFORT.
Es todo un desafío “mirarla a la cara y darle la bienvenida, ya que `por lo general estamos acostumbrados a no tratar con aquello que incomoda y “que no podemos controlar”.
Si bien es un artículo de mediación no tiene desperdicio los aportes a la hora de reflexionar acerca de lo que nos incomoda y de los mecanismos que a veces utilizamos para evitarla Cuando “ nos permitimos” mirarla aparece la posibilidad de aprender algo nuevo.
Es todo un aprendizaje que considero necesario en la vida para trascender a “un estar siendo mejor” en comunión con otros.
Una gran reflexión, que nos invita a la “incomodidad” de pensar, como vehículo ideal para recuperar la potencia creadora. Muchas gracias Dra. Mohaded
Gracias inmensas por la claridad de tu visión que incomoda y en consecuencia me permite crecer.
Excelente articulo!!
“Sostener la incomodidad” requiere de movimientos internos:primer movimiento: reconocerla , como? A través de las emociones:la incomodidad se trasluce en emociones , las emociones traen información de que algo está sucediendo en mi interior ( aliado primordial el cuerpo). segundo movimiento: pasar a gestionarlas estratégicamente, lo que equivale decir “no reaccionar “ … si si sostener y gestionar a tiempo la incomodidad :parafraseando a la autora requiere trabajo interno profundo y sincero.- felicitaciones Gaby y buenos pasos en Senegal !!!
Excelente!!!
A ponerlo en práctica
Me conmueve tan profundo análisis que hace Gabriela de un tema que nos golpea y evitamos como la incomidad! Felicitaciones y quiero seguir disfrutando de muchas más experiencias interculturales tuya Gaby!
Bellisimo artículo, muy bien contado lo que vivimos a diario los Mediadores, felicitaciones!!!!
Felicitaciones Gaby, que bien definiste y expresaste lo que nos sucede habitualmente.
Excelente artículo Gabi, la incomodidad es lo que nos permite “dar un salto”, reconocer nuestros prejuicios y así poder sortearlos para entender y respetar al otro…Un abrazo a la distancia
Respondiendo al título…la incomodidad nos molesta porque hacemos propias a las causas que la generan. Los mediadores y mediadoras debiéramos legitimarnos y dejar la sensación de incomodidad para quienes realmente debieran sentirla. Saludos!