Semanas atrás los medios reflejaron que los países desarrollados, integrantes del Grupo de los 20, presionaron a Argentina para que acepte la revisión del FMI. Así lo admitieron fuentes del Ministerio de Economía, que consideraron que el tema fue conversado por el ministro Amado Boudou con la presidenta Cristina Fernández. La cuestión no es menor, pues esos países manifestaron que “están comenzando a cansarse” de la intransigencia argentina.
Consultado respecto de la posibilidad de una pronta “visita”, el doctor en Economía y titular de la cátedra de Política Económica Argentina, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC, Alejandro Gay, desestimó la posibilidad.
“El Gobierno va a ‘patear la pelota’ para adelante. No creo que acepte una revisión, porque los problemas que hay son demasiados y no se pueden arreglar en poco tiempo”, aseguró a Comercio y Justicia.
-¿Cuál es su opinión al respecto?
-De acuerdo con lo que establece el artículo IV del Estatuto del Fondo, cada uno de los países miembros debe intercambiar opiniones en relación a cómo va la economía de su país, y eso se ha tornado como un diagnóstico. Sin embargo, el hecho tiene una larga historia. Hay que tener en cuenta que cuando nació el Fondo, en la época de la posguerra, lo hizo con la idea de que las transacciones comerciales entre los países que exportaban e importaban no se interrumpiesen y así promover el crecimiento. En esa época, el artículo IV surgió con la idea de que no hubiera problemas en el sistema de pagos mundiales. Tenía que ver con los controles del tipo de cambio, a fin de que ningún país se aprovechara y colocara su moneda muy devaluada para inundar al resto con sus productos. Sucede que, con el tiempo, estas cosas toman su propio ritmo y ahora, a pesar de que en los estatutos figura como obligatorio, Argentina no lo hace. El problema es que las cuentas públicas no son presentables por los problemas con el Indec, que ya no sólo afectan el IPC sino al nivel de actividad y la medición del PBI, porque eso se calcula a partir de valores del IPC. En consecuencia, parecería que el crecimiento es más grande de lo que efectivamente es. Y dado todo eso, las autoridades argentinas están reticentes a aceptar el intercambio de opiniones con el FMI, del que después el Fondo publica un informe que es público porque está “colgado” en la página web del organismo. El último que se hizo de Argentina es de 2005, antes de que se le pagara la deuda. Cuando Argentina pagó, no accedió más a la consulta. Pero es una estupidez porque es como que uno tuviera una enfermedad, tiene su médico -que sería el ministro de Economía-, que hace su diagnóstico y desconociera que a veces es útil realizar una interconsulta. Máxime cuando se trata de técnicos con tanta pericia. Se podría sacar provecho. Pasa que al poner blanco sobre negro, se corre el riesgo de que se diga que el Índice de Precios no es en realidad el que se dice, que quizá las tarifas de los servicios públicos no permiten que las empresas funcionen normalmente y que el agujero fiscal es de tanto y eso el Gobierno no quiere aceptarlo.
-¿Pueden los países del G-20 presionar a uno de ellos para que acepte la revisión del FMI?
-La explicación del FMI es que como existe esta obligación para todos los miembros por todo esto de que el mundo está interconectado e interrelacionado más que nunca (cosa que se ha visto el año pasado con el tema de la crisis con la que quedó al descubierto cómo cayó el producto de todos los países), entonces ellos dicen que un país debe saber lo que el otro está haciendo para poder tomar sus decisiones y eso es más importante en este grupo de los 20 países que integra Argentina. No hay nada escrito, pero no suena bien que uno de los miembros de este núcleo, que toma decisiones a nivel mundial, ande escondiendo sus cifras. Es no aceptar las reglas del juego de ser integrante del Fondo. Yo no creo que esté en el reglamento del Fondo que esta “no aceptación” de la interconsulta merezca algún tipo de punición. Pero Argentina entró en la década del 90, cuando era un país que “hacía los deberes” y puede existir eso de que los países digan que Argentina no cumple; sería una lástima que el país dejase de participar, porque se toman decisiones importantes sobre cómo se va a diseñar el futuro del FMI, entre otras. La verdad es que yo creo que es una excelente oportunidad la que tiene Argentina de participar y hay que cuidarla. No quiere decir que automáticamente uno vaya a quedar fuera pero parecería que uno no forma parte de la comunidad internacional de países, no quiere adecuarse a las reglas.
-En caso de que Argentina no aceptase la revisión, el desplazarla del G-20 ¿cómo se decide?
-No lo sé, pero lo que sí sé es que ha quedado claro en esta última reunión del FMI que todos los miembros deben adecuarse en un plazo de seis meses a esta idea de aceptar la consulta del artículo IV.
-Entonces, ¿emplazaron a la Argentina?
-No lo dicen de esa manera, pero el mensaje en principio sí está dirigido a Argentina, porque no hay ningún otro integrante del G-20 que no haga la revisión del Fondo.
-¿Puede el Gobierno, en caso de que acepte el intercambio con el FMI, ocultar el informe que se elabore sobre el país?
-No, el informe, no sólo de Argentina, sino de todos los miembros, es público y está en la página del organismo. Lo que se puede dar es que, en la parte diplomática, se negocien los términos de algunas cosas.
-Considerando el emplazamiento, cree que en menos de seis meses podría llegar el FMI?
-No, yo diría que no. El Gobierno “va a patear la pelota”. Los problemas son demasiados. No se puede corregir el Indec, la política monetaria, lo fiscal, los servicios públicos, en menos de seis meses. Serían muchas las observaciones y creo que este Gobierno no está dispuesto a aceptarlas.