viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Misión 2021: humanizar la tecnología

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Por María Gabriela
Gorini (*) y Javier
Medina Gandía (**)

El reciente 2020 significó para todos los agentes del derecho y los operadores de conflictos un año de aprendizajes en variados aspectos de nuestras vidas.

Sin dudas, la tecnologización hizo su impronta y tiñó de virtualidad todas las relaciones humanas, hasta entonces mediatizadas parcialmente.

Abrió un ciclo de resistencias, luchas internas, vacilaciones y hasta confusión intergeneracional. Todos en algún momento nos preguntamos ¿por qué? Y nos dejamos llevar por la tentación de la expiación de la culpa.

Quienes trabajamos en el ámbito de la mediación nos trazamos como Meta 2020 pasar del individualismo a la comunidad de mediadores, a los efectos de hacer más eficiente el nuevo desafío que se nos imponía. Desde esa persiana americana reaprendimos a mirar al otro, a generar empatía y rapport.

Abrazamos la incertidumbre con generosa actitud, abriendo mente y corazón, desde la transdisciplina, a los desafíos que nos ofrecía este nuevo tiempo.

Los humanos nos enfrentamos a una propuesta que implicaba, por sobre todas las cosas, reinventarse y deconstruir modos de interacción social. Para quienes gestionamos los conflictos, el reto estuvo puesto -como primera instancia- en entender la tecnología, conocer la virtualidad e intentar ordenar las piezas de un tablero “electrónico” y de complejidades humanas que cambió radicalmente en un breve lapso.

Al decir de Oliver Wendell Holmes, “el derecho no puede pedir mejor justificación que los más profundos instintos del hombre”. De esta manera, lo que fundamenta la existencia del derecho no es, como comúnmente se cree, el intento de armonizar la conducta de los demás con la de nuestra sociedad sino que va más allá: “el Derecho se justifica en la medida en que es un cuerpo viviente que refleja nuestros instintos humanos y reconoce que el hombre, sus creencias y sus instituciones son elementos dinámicos que se modelan a través de la historia”.

Ahora bien, nos preguntamos ¿en qué parte de la historia de la humanidad nos situamos?

Pensamos que las posibilidades de utilizar las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), poniéndolas al servicio de la resolución de conflictos, también deberían ir acompañadas de políticas públicas e institucionales que respalden estas iniciativas y puedan transferir a la sociedad todos sus beneficios.

Creemos que el reconocimiento de la experiencia humana del año pasado es un río en constante movimiento y que, por tanto, en cuanto parte de nuestras prácticas aprehendidas y utilizadas, es un organismo vivo y dinámico cuya finalidad no es imponer moldes a la realidad, sino reflejar y proteger los instintos más humanos.

Para quienes gestionamos los conflictos, el reto estuvo puesto -como primera instancia- en entender la tecnología, conocer la virtualidad e intentar ordenar las piezas de un tablero “electrónico” y de complejidades humanas que cambió radicalmente en un breve lapso.

Este 2021 nos propone un segundo desafío, tan sensible como ejemplificador: la humanización de las interacciones virtuales. Esto significa una vuelta de sentido: es a partir de esta fase que los mediadores tenemos la cuidadosa tarea de aportar nuestras prácticas humanas al mundo de la tecnología. Sólo desde la fluida combinación entre prácticas presenciales y planas, podremos llegar al delicado equilibrio entre técnica y humanidad.

“Humanizar la tecnología” implicaría, entonces, virar la perspectiva hacia una digitalización centrada en las personas, sin correr el peligro de olvidar los intereses humanos, priorizando sus necesidades, reconociendo también que la evolución de la civilización debe ir acompasada en un manso equilibrio con la técnica.

Entendemos que el punto de partida debería comenzar con un serio y crítico replanteo del progreso tecnológico a favor de lo que algunos sociólogos y filósofos llaman un posthumanismo, que no sea antihumano ni únicamente para sustentar la vida humana hacia la nueva normalidad.

Ser instrumentos canalizadores de las necesidades del justiciable es la noble tarea del mediador. Hoy, los cibermediadores asumimos la impronta para que la emocionalidad, los sentires y las dinámicas sociales humanicen las virtualidades, para que vuelvan las miradas más profundas, los abrazos contenidos y se canalicen los vínculos afectivos.

(*) Abogada, Mediadora, coordinadora Sala, Escuela y Centro del Colegio de Abogados de Córdoba.

(**) Abogado, Mediador y licenciado en comunicación social.

Comentarios 1

  1. Javier Medina Gandía says:

    Muchas gracias a Comercio & Justicia por la publicación de nuestro artículo.

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