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“El Estado es una organización criminal que vive de los impuestos y, por lo tanto, todos los impuestos son un robo”, expresó Javier Milei.
El candidato a presidente de la Nación emitió esa consideración en su discurso, fundamentando el voto afirmativo respecto a la modificación del impuesto a las Ganancias; ello fue publicado en todos los medios, lo que me generó mucha preocupación y justifica esta columna que será escrita en primera persona, ratificando que es una opinión personal y exclusiva de quien firma y focalizada sólo en los temas que se analizan semanalmente.
El primer punto a considerar es distinguir al Estado del gobierno de turno, ya que uno es la conformación social y democrática que integra a todos los argentinos y el otro son las personas que ocasionalmente administran y gestionan la cosa pública. Si el Estado es una organización criminal, entonces cada uno de los argentinos somos criminales.
El segundo aspecto a considerar es la necesidad de contar con un Estado que regule las libertades individuales para que puedan ser ejercidas y disfrutadas de manera armónica, tal como lo establece nuestra Constitución nacional.
En reiteradas oportunidades analizamos en estas columnas los derechos de los consumidores, el tratamiento de los datos personales por parte de las grandes corporaciones que lideran el mercado argentino, pero sólo tienen una mínima representación local; las ciberestafas que sufren tanto empresas importantes como individuos desprevenidos y así muchas otras situaciones en las que es indispensable contar con una regulación y una acción que busque regular las fuerzas dispares de cada actor social.
Quizás el candidato presidencial analiza la realidad social desde su óptica económica y de libertad de mercado, que no puede ser trasladada a todos los ámbitos de la vida en sociedad. Inclusive Estados Unidos, que promueve la autorregulación por parte de las empresas, asignándoles a los usuarios un poder de cambio en sus políticas empresariales, tiene cada vez más regulaciones en los ámbitos en los que ha comprobado que esa supuesta fuerza del consumidor es ineficiente.
El otro extremo, la regulación total y el control exhaustivo por parte del Estado de la actividad de los particulares también es perjudicial, como vemos en los casos de China, Cuba y demás países que limitan las libertades de sus ciudadanos.
Para potenciar el comercio electrónico es necesario que tanto proveedores como consumidores conozcan las reglas de juego y las sanciones ante su incumplimiento, de uno y otro lado, ya que existen muchos consumidores que se han aprovechado de los beneficios protectorios de la ley que los defiende, perjudicando a los proveedores de buena fe.
Mientras más se implemente la tecnología en los ámbitos sociales, gubernamentales y empresariales, más datos personales circularán por estos canales y mejor podrán realizar un perfilamiento de cada uno de nosotros. En este ámbito, también es indispensable contar con el Estado presente, controlando y sancionando las conductas impropias, como lo vemos en casos de Estados Unidos, Canadá y Europa, principalmente.
Finalmente, el mejor método de prevención de estos conflictos es la educación, no sólo por medio de los mecanismos e instituciones educativas tradicionales sino con acciones concretas y programáticas para las personas que ya concluyeron la educación formal y necesitan imperiosamente entender los avances tecnológicos, sus riesgos y sus beneficios. Aquí, nuevamente el Estado debe asumir su rol director.
Desde este espacio humildemente espero que lo referido por el candidato haya sido una expresión fruto de un discurso acalorado y no un pensamiento meditado. Argentina necesita templanza, prudencia y perseverancia para lograr encauzarnos y así recuperar la concordia social que estimuló a todos los ciudadanos del mundo habitar el suelo argentino como lo soñó Alberdi, a quien Milei dice tomar de ejemplo.
(*) Abogado. Especialista en derecho informático
