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Mediación para lograr una familia habitable

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Beatriz Grinberg, mediadora, bióloga, master en Antropología y PNL

La mediación aplicada en casos de crisis familiares abre un mundo de posibles soluciones para un entorno que se ha complejizado.  Beatriz Grinberg, bióloga, master en Antropología y Programación Neurolingüística (PNL) y mediadora, indagó sobre las causas que se reconocen  como ejes de conflicto y qué sistemas de valores o creencias se modifican, dejando abierto un interrogante: frente a la multiplicidad de nuevas formas de vivir en familia, la idea de crisis se podría pensar como innovación.

El planteo quedó plasmado en su libro “Situaciones familiares reveladas en mediación”, un análisis antropológico que relata casos de crisis familiares revelados en la práctica profesional, que acaba de ser presentado en sociedad. En este marco, la autora dialogó con Comercio y Justicia.

– ¿Cómo puede la mediación contribuir a destrabar conflictos en un modelo familiar cada vez más complejo?
– Desde la experiencia práctica pude advertir que entre todos los sectores en los que la mediación interviene y se practica es en el de la familia donde resulta más fructífero, debido a las modificaciones en profundidad que actualmente sufre la célula familiar. En este proceso de cambio social en el cual transcurre nuestra vida cotidiana se está dando un permanente número de divorcios y frecuentes emparejamientos, nuevas constelaciones familiares integradas con los diferentes núcleos familiares (familias nuclear, nueva familia de la madre y del padre y a veces las de los segundos esposos de la madre y el padre). A lo que se suma un abanico de cuestiones conectadas con las crisis económicas y sociales, junto a los desequilibrios en la pareja parental por los cambios de funciones y roles que son necesarios readecuar frente a las necesidades del escenario en el que al individuo le toca “bordar” su historia personal.

Frente a todas las dificultades del escenario actual, la mediación, como método en sí mismo, lo que hace es contribuir para que el actor social involucrado en un conflicto se apropie de éste y pueda ser parte activa de su resolución. El mediador, mediante su intervención, lo invita a imaginar un escenario posible y habitable. Como un intento para comenzar a vivir de la imaginación, no sólo de los recuerdos, con el objetivo de que el individuo no se quede anclado en la situación de conflicto y pueda focalizar en lo que sí quiere y puede lograr.

– ¿Cuáles son las situaciones familiares más repetidas que llegan a mediación?
– Se ha podido observar que está muy imbricado el hecho de las personas que vienen como sujetos y los temas que traen. Así, a veces, se trata de abuelos que piden ver a sus nietos o que solicitan la custodia de ellos; padres que piden la tenencia de sus hijos menores; hermanos o vinculaciones consanguíneas que solicitan acordar sobre bienes o propiedades que dejaron sus antecesores; y parejas de todo tipo en las cuales un integrante está completamente decidido a divorciarse mientras el otro, asustado y descontento, trata desesperadamente de evitar la separación y siente que la mediación es un salvavidas que puede evitar la ruptura y rescatar la unión que tambalea. A veces esperan, en este último caso, que el mediador sea su abogado o aliado, o se muestran poco colaboradores, decepcionándose fácilmente, de manera de obtener ventajas y evitar negociar de buena fe; en cambio, otros están buscando un divorcio rápido esperando quedar libres para embarcarse en una nueva vida que les resulte más atractiva; como así también hay quienes ven la mediación como una forma económica de terminar el matrimonio.

– ¿Por qué puertas entrar a las familias para que recurran a la mediación?
– Por medio del trabajo de campo pude advertir que el nivel de instrucción de las personas que concurren a mediación no es uniforme; incluso las hay que poseen instrucción primaria, secundaria y superior, ya sea terciaria o universitaria. Por lo general, quienes acuden al Centro Público y al Centro Judicial son personas de escasos recursos, algunos albañiles sin trabajo fijo, que cumplen con tareas eventuales. Como mediadora he atendido  a enfermeros, maestras, policías, amas de casa que nunca trabajaron y otras que hacían trabajos domésticos y de jardinería, docentes jubiladas y en ejercicio, y unos pocos profesionales como kinesiólogos, profesores de educación física y analistas de sistemas.

La pregunta que muchos mediadores nos hacemos es: ¿a dónde va la gente de otra condición social, los empresarios u otros profesionales? Es probable que el procedimiento no esté todavía instalado en el conocimiento colectivo, razón por la cual no lo solicitan y si lo intentan, posiblemente lo hacen buscando un abogado de confianza que haga las veces de mediador o solicitando la mediación por intermedio de algún profesional conocido, ya sea su abogado, contador o escribano, para trabajar con mucha discreción el o los temas que les afligen en un centro privado de mediación o bien en el estudio del profesional de su confianza, con un mediador recomendado, convocado a tal efecto, quien, en caso de acuerdo, hará homologar el mismo ante el juez de familia. Así, parecería que, en estos casos, la mediación adquiere más discreción al no estar las partes expuestas en un organismo público.

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