Por Sergio Castelli* y María Constanza Leiva**
Retomando este tópico, nos enfocamos en esta oportunidad en una de las marcas de automóviles más distinguidas, fundada por Henry Royce y Charles Stewart Rolls en 1906, quienes decidieron unir sus apellidos y generar la conocida “Rolls-Royce”.
Por aquellos años se había convertido en moda distinguir los automóviles con algún tipo de mascota, y por ello los propietarios de estos vehículos comenzaron a adornar la parte delantera con todo tipo de elementos, por lo que Claude Johnson, en aquel entonces director Gerente de la compañía, preocupado por la identidad marcaria, se propuso crear un emblema apropiado para reposar sobre el radiador del Rolls-Royce.
Y a raíz de esto, se contactó con Charles Sykes, un joven artista, con la intención de producir una insignia que adornara todos los Rolls-Royce futuros, y que se convertiría en un emblema inconfundible de la marca.
Así es como nació El espíritu del Éxtasis, una pequeña escultura, dispuesta como adorno de capó, con la forma de una mujer inclinada hacia adelante con sus brazos extendidos sobre ella hacia atrás, con un gran trozo de tela ondulada que recorre sus brazos y atraviesa su espalda, recordando unas alas; y lleva consigo una historia de pasión secreta entre el Lord John Walter Montagu, pionero del movimiento automotriz, y su amor secreto, Eleanor Velasco Thornton.
Eleanor era la secretaria de John Walter, y su mutuo amor debió permanecer escondido, limitado a su círculo de amigos, ya que el estatus social y económico de la joven significaba un obstáculo ineludible por aquellos años. Por esta razón, John Walter, sucumbiendo a las presiones de su familia, se casó con Lady Constance, manteniendo su relación amorosa con Eleanor bajo el anonimato.
Leyenda urbana o verdad a voces, lo cierto es que Sykes, el artista designado para la tarea, se inspiró en ella y la hizo posar como modelo para la creación de la mítica escultura.
La figura fue incorporada a la producción en serie en 1911, aunque con condiciones clasistas. Los modelos se vendían únicamente a la nobleza o la aristocracia. Recién en 1920, por su paradójica popularidad, todos los compradores, respaldados o no por un título nobiliario, empezaron a recibir vehículos con la icónica estatuilla.
Este ícono comenzó midiendo 18 centímetros, pero ya ha cambiado de forma once veces, según los modelos en los que fue instalado. Su última y actual versión cuenta con una altura de 7,5 cm y está fabricado en acero o cromo inoxidable pulido. Cada figura emerge de la planta de Goodwood y se construye de modo artesanal, como símbolo de su distinción. Desde 2004, todos los vehículos cuentan con un sistema de seguridad que genera que ante la mínima presión la dama alada se esconda en la parrilla del automóvil.
Con el pasar de los años, la hija del artista, cada vez que puede deja abierto el enigma: “Eleanor fue una persona encantadora. Es una historia interesante y si el mito hace feliz a la gente, dejemos que el mito perdure”.
* Agente de la propiedad industrial. ** Abogada