Por mala alimentación y sedentarismo aumenta la prevalencia de la sustancia elevada en los más pequeños. Los riesgos de la obesidad.
La mala alimentación y el sedentarismo son dos factores que llevan al incremento de peso y a la suba del colesterol. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos problemas afectan cada vez a más niños y en el mundo hay 22 millones de menores de cinco año que padecen obesidad, un factor que también contribuye al incremento de este lípido.
Los especialistas manifiestan que la conducta a seguir es “buscar” la hipercolesterolemia en los niños que puedan tener cierta predisposición por sus características propias o su historia familiar.
Esto, indudablemente, representa un riesgo debido a que la hipercolesterolemia aumenta la posibilidad de sufrir eventos cardiovasculares precoces y, además, acrecenta las chances de que se produzca un problema mayor a largo plazo, durante la adolescencia o la juventud.
“Hace unos años no era habitual pedir un examen de colesterol a un niño, tal como se hace en los exámenes de rutina de un adulto. Sin embargo, esta realidad empezó a cambiar hace ya un tiempo. Si bien no contamos con estadísticas concretas y específicas que reflejen que efectivamente hay prevalencia de colesterol alto en los más chicos, quienes nos especializamos en el tema estamos haciendo una detección selectiva y estamos encontrándonos con diagnósticos de hipercolesterolemia en niños que presentan sobrepeso u obesidad”, expuso a la agencia de noticias especializada Prosalud la doctora Karla García, corresponsable del programa de Obesidad Infanto-Juvenil del Sanatorio Diquecito, ubicado en la serranía cordobesa.
“El criterio, entonces, es buscar la hipercolesterolemia en los niños mayores de dos años cuyos padres tengan colesterol alto -es decir mayor a 240 miligramos por decilitro (mg/dl)- así como también en los hijos de padres que hayan tenido un evento coronario o cardiovascular antes de los 55 años. Por supuesto, también entran en la categoría de ‘susceptibles’ los niños con sobrepeso, obesidad, hipertensión arterial o diabetes”, agregó la especialista, quien -además- no dejó de señalar el rol que cumple en este escenario el sedentarismo.
La “compu” vs. saltar y correr
Los chicos, afirmó García, pasan cada vez más horas frente a la pantalla. “Las alternativas digitales les ganan la partida a las actividades que demandan esfuerzo físico. Mientras los especialistas recomendamos que los chicos no pasen más de dos horas diarias frente a la pantalla -de cualquier tipo- nos encontramos con pacientes que están entre seis y ocho”.
En cuanto a las formas de proceder ante un diagnóstico infantil de colesterol, la especialista comentó que, justamente, el advertir esa situación es el primer paso para poder actuar y de esa forma evitar la hipertensión arterial y el desarrollo de dislipemias o patologías cardiovasculares.
“El tratamiento de los menores se estructura sobre dos pilares: la dieta y la actividad física. Por eso lo primero que hay que hacer es cambiar pautas alimentarias e incorporar hábitos saludables que persistan en el tiempo. En cuanto a la dieta, debe ser ‘normocalórica’, para que permita un desarrollo y crecimiento normal. El abordaje farmacológico, por su parte, sólo puede indicarse después de los 10 años y siempre y cuando luego de un lapso mínimo de seis meses y máximo de 12 con dieta y actividad física el niño no muestre mejorías”, completó García.
Por su parte, la licenciada Claudia Fernández, jefa del Servicio de Nutrición del Instituto de Cardiología de Corrientes, sostuvo que “por el gasto energético que realizan tanto con la escuela, las actividades extracurriculares o las vacaciones, los chicos necesitan seguir una dieta equilibrada y completa, en término de nutrientes, aun cuando se encuentren realizando un determinado tratamiento médico. En este punto es muy importante el rol de los padres, como ejemplo y como instrumentadores de aquello que llega a la mesa”.
Cabe recordar que la enfermedad cardiovascular es actualmente la primera causa de muerte en el mundo y que obviamente ésta no perjudica sólo a los adultos, dado que cada vez son más los niños que presentan un Índice de masa corporal muy por encima del nivel recomendado.