Por Noelia Carrizo *
En la búsqueda de mejorar salud y bienestar de las personas, a lo largo de la historia se descubrieron nuevos materiales y se han desarrollado diferentes productos. Dentro de esta búsqueda, aparece lo que se conoce como biomateriales, dispositivos destinados a estar en contacto con el organismo sin generar ninguna respuesta adversa con el fin de sustituir y mejorar alguna parte o función del cuerpo humano.
El mundo de los biomateriales es amplio. Existen diferentes y cada uno tiene una función en particular. Podemos encontrar biomateriales cerámicos, poliméricos y metálicos.
Dentro de la gran diversidad de biomateriales, todos deben tener una característica en común: la biocompatibilidad, que asegura que no producirá reacciones adversas en el organismo ni causará efectos secundarios luego de la implantación o al contacto con el cuerpo.
¿Cómo se logra la biocompatibilidad?
Para que el biomaterial sea biocompatible, tanto el material como los procesos de fabricación utilizados deben ser los apropiados. Eso quiere decir que el material con el cual se fabricará el dispositivo es tolerado por el organismo. Adicionalmente, se debe prestar especial atención a que el dispositivo no presente contaminantes luego de haber sido sometido a todos los procesos de fabricación.
Dentro de la gran variedad de biomateriales, los implantes metálicos representan una gran parte de este extenso mundo. Podemos encontrar diferentes tipos destinados a actuar como reemplazo o como dispositivos de sujeción para diferentes partes del cuerpo: implantes como prótesis de cadera, tornillos para hueso, placas de osteosíntesis e implantes de codo y de rodilla, entre otros.
Para que el implante pueda convivir con el tejido, tanto su superficie como el tejido circundante deben presentar características que aporten a la relación.
Por su lado, la superficie del implante no debe producir ninguna reacción adversa. Esta condición debe asegurarse mediante procesos de limpieza adecuados y evitando la contaminación cruzada ocasionada por la utilización de equipamientos de mecanizado para varios materiales. Por su parte, el tejido circundante debe ser sano para poder alojar al implante sin mayores consideraciones.
Con el objetivo de mejorar las propiedades de compatibilidad de las superficies de los implantes metálicos, se han desarrollado varios tratamientos. Dentro de ellos encontramos modificaciones superficiales que permiten obtener una mejor respuesta del tejido y un mejor desempeño por el implante.
Algunos de estos tratamientos se conocen como acid etching, anodizado y blastinado. Si bien hoy en día existen varios tratamientos para mejorar las propiedades de compatibilidad de los implantes con el tejido, la búsqueda por obtener una superficie óptima sigue en pie.
Actualmente, en nuestro país existen alrededor 70 empresas fabricantes de implantes metálicos. En el laboratorio de Tratamiento de Superficie del Centro de Mecánica del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) asesoramos y acompañamos a estas empresas en el desarrollo y puesta a punto de tratamientos superficiales que permitan un mejor desempeño del producto. En este camino, hemos trabajo con diferentes productos, tales como implantes dentales, prótesis de rodillas o tornillos pediculares para columna. Desde hace 10 años aproximadamente venimos ayudando a estudiar y a evaluar las superficies de los implantes metálicos. A partir de nuestra experiencia, aconsejamos a los fabricantes cómo obtener superficies que sean biocompatibles.
Hace 60 años que el INTI viene trabajando en conjunto con los diferentes tipos de industrias del país, lo que nos permitió -en este tema en particular- tener un intercambio fluido de información con los fabricantes de biomateriales, lo que -a suvez- nos posibilitó obtener resultados satisfactorios tanto para el fabricante como para el usuario final.
*Ingeniera biomédica del Laboratorio de Tratamiento de Superficies, del Centro INTI – Mecánica