No siempre es acertado decir que el curandero es quien se hace pasar por médico y que, además, estafa. Cabe observar, al respecto, que cuando la gente concurre al curandero no cree, por error, que se hace atender por un médico; sabe, por el contrario, que va a un curandero; sabe, además, que éste no es médico pero que, por tratarse de un buen curandero, se ocupa de las enfermedades. La gente sabe, también, que está lejos de estafar.
En una palabra, quien concurre al curandero sabe que concurre a un determinado curandero, y quiere ser atendido por dicho curandero. A esto, que lo hemos oído muchas veces, es seguro que lo seguiremos oyendo otras tantas veces.
Diremos, así, que el curandero del que hablamos no se hace pasar por médico pero ejerce una actividad que sólo pueden practicarla los médicos; no porque la ley proteja al médico y a la profesión de médico sino porque protege la salud pública como un derecho que a todos pertenece. En buena medida, y en este aspecto, habrá que reconocer que el curandero pone en peligro la salud de la gente y que, además, aleja a ésta de quienes se encuentran capacitados y habilitados para el ejercicio de la medicina. Por todo esto es que el curandero, al dedicarse al arte de curar sin título de médico, comete un delito que la ley penal prevé desde hace muchísimos años; más de un siglo. Este delito se llama, precisamente, curanderismo y consiste, en síntesis, en lo siguiente: practicar cualquier acto médico relativo al diagnóstico, al pronóstico o al tratamiento de las enfermedades de las personas. Lo que hace este curandero es simular una calidad profesional de la que, desde luego, carece. Lo que en verdad usurpa son los actos propios y exclusivos de una determinada profesión.
Es posible que las cosas se presenten de otro modo; es que ahora surge la figura del falso curandero, que simula ser lo que no es, y que al ejercicio de aquellos actos médicos los ejecuta como medio para despojar patrimonialmente a terceros -destinatarios de los respectivos tratamientos-. En este caso, el autor habrá simulado la calidad de curandero; habrá ejercido ilegalmente la medicina y habrá estafado. A diferencia de la anterior hipótesis, se habrán cometido dos delitos: ejercicio ilegal de la medicina y estafa, porque el estafador habrá engañado y despojado.
Por último, puede ocurrir que el estafador, además de ejercer ilícitamente la medicina, proceda a simular la calidad de médico. Cuando ésta fuere la hipótesis, habrá cometido una nueva infracción porque habrá estafado por medio del ejercicio ilegal la medicina y usurpado el título profesional de médico.
El curandero comete un delito; el estafador que se disfraza de curandero, comete dos delitos, y el estafador que usurpa el título de médico y practica actos médicos, comete tres delitos. A medida que se van haciendo más cosas, se van cometiendo más delitos.