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“Los ciudadanos tenemos los políticos que se nos parecen”

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Rafael Velasco, rector de la Universidad Católica de Córdoba.

“Hay que hacerse cargo de la realidad” dice el rector de la Universidad Católica de Córdoba, Rafael Velasco,y lo hace en el marco de la responsabilidad social profesional y la ciudadana, si es que se quiere transformar algo. Sobre la primera, sostiene que el graduado debe “dar una respuesta ante la realidad social, en un contexto determinado y desde la propia profesión”; en la segunda, advierte que si nadie interviene en la política la realidad seguirá siendo la que es. “Los ciudadanos tenemos los políticos que se nos parecen, no los que nos merecemos”, recalca. El próximo viernes, a las 21.30, el jesuita dará una conferencia sobre “Responsabilidad Social Profesional”, organizada por el Colegio de Farmacéuticos (Corro 146). Antes, dio su visión a Comercio y Justicia.

-¿Cómo se manifiesta la responsabilidad social profesional en el ejercicio de la actividad?
– La responsabilidad social profesional significa que hay que dar una respuesta que debe ser profesional, ante la realidad social. No debe ser un “además” de la profesión. Uno enseña, trabaja, en un contexto determinado, no es lo mismo ser farmacéutico en Argentina que en Estocolmo. Allí la gente tiene acceso a los medicamentos, a la salud.

Aquí no. Por lo tanto, uno debe estudiar la profesión desde otro lugar, otras son las demandas que deben atravesar la conciencia del profesional para que su modo de ejercer tenga una sensibilidad social distinta. De lo contrario, es una cosa medio hipócrita esto de la responsabilidad social que termina siendo una especie de calmante de la conciencia, de lavado de imagen corporativa, institucional, pero la lógica del lucro sigue siendo la primera.

Había un rector de la Universidad Centroamericana, José Simeón Cañas, el jesuita y filósofo Ignacio Ellacuría -que fue asesinado por las fuerzas paramilitares en el año 1989-, que decía que lo que la inteligencia debe hacer es el “inteligir de la liberación”; debe aprender la realidad para transformarla en un proceso que él llamaba “hacerse cargo de la realidad, encargarse de la realidad y cargar con la realidad. Hacerse cargo significa que uno no hace teoría en el aire, se hace desde una realidad. Es decir, no es lo mismo estudiar farmacia al lado de Villa El Libertador, Barranca Yaco o Villa Angeleli, que estudiar donde están todas las necesidades básicas satisfechas. Tengo que hacerme cargo de las preguntas que se hace esa gente, eso hace preguntas a la ciencia y la ciencia no es neutral.

– Siguiendo el planteo, le sigue “encargarse de la realidad”
– Sí, buscar que la realidad dé lo mejor de sí. Intentar operar desde la propia realidad para que haya más justicia, mejor acceso a la salud, a los medicamentos… Para eso, luego hay que “cargar con la realidad”. Esto significa que si yo intento cambiar el rumbo de la realidad, ocurre que hay mucha gente que no quiere que las cosas cambien, por lo tanto voy a tener que enfrentar aquellos que se oponen al cambio, ése es el momento ético. La inteligencia une tres cosas: la teoría, la práctica y la ética, que están disociadas en el ejercicio de la profesión y también disociadas en la universidad. La intención es poder reunir esas tres cualidades del ser humano en la formación profesional.

– Desde la universidad participaron, junto a otras instituciones, en el intento de un cambio cuando dieron un dictamen como el de la reforma política en Córdoba. En un año electoral, ¿qué análisis hace de esa experiencia?
– La experiencia fue buena, más allá del uso que después se haya hecho o no del dictamen de la comisión. Fue una experiencia de que se puede generar, desde el ámbito universitario y con compromiso, algo que sea de calidad, realizable y acorde con lo que la realidad necesita. Sirvió de guía para la Comisión de la Reforma Política de la Legislatura. De hecho, la boleta única es una recomendación de nuestro dictamen al igual que la prohibición de que se haga campaña electoral de obras públicas un mes antes. Había varias más, como el tema de financiamiento de los partidos políticos, que se suspendió. El resultado final quedó bastante desleído. Además, proponíamos una reforma constitucional. Creo que ese trabajo tiene una gran actualidad que debería ser retomado y hacer de verdad una reforma constitucional para que pueda ser una reforma política de fondo. Lo que se hizo fue una reforma electoral.

Estamos a tiempo de retomar ese trabajo para que ayude a reformar la política y la ciudadanía. En el fondo, los ciudadanos tenemos los políticos que se nos parecen, no los que nos merecemos. No nos gusta que nos digan eso, pero es verdad. Hay que hacerse cargo de la realidad; si nadie interviene en la política – y hay miles de excusas para no hacerlo-, la realidad va a seguir siendo la que es. Si los ciudadanos nos retiramos de la escena de lo público y luego pretendemos que lo público sea a nuestra imagen y semejanza, eso no va a ocurrir. Ahí también creo que es necesario una reforma de la ciudadanía, de las instituciones, de las corporaciones (empresas, sindicatos, iglesia), que acepten que deben ser representados por los partidos y que no son un poder dentro de la sociedad, porque cuando se debilitan los partidos políticos, los que ganan son las corporaciones que imponen sus intereses. Si hay un espacio político fuerte, un partido que tiene una identidad ideológica, que tiene propuestas serias, es más complicado cooptarlo.

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