Los últimos días han visto el inicio de una tormenta en el ecosistema cripto. La gran volatilidad y la posibilidad real de que puedas invertir un monto “x” y pasar a tener “0” sin razones o fundamentos jurídicos, ha puesto en evidencia la gran posibilidad de que muchos proyectos cripto hoy vigentes sean parte de una verdadera estafa y que, en caso de no serlo, configuren una cadena de ilusiones más que de bloques.
Quiero insistir con los recaudos subjetivos iniciales, que rodean la maquinación con una gran artillería de conductas dudosas, viajes exóticos, fotos con montaje y oratoria barata de quienes intentan “vender” una idea, un sueño o un buzón, como decimos en Argentina.
Es fundamental aquí tomar distancia del fanatismo; pensar que el #BTC va a cambiar el mundo es como pensar que el liberalismo resolverá los problemas económicos, cuando éstos se arrastran desde hace varios años. De más está decir que no hay fórmulas mágicas para problemas estructurales. Dentro del fanatismo por el BTC ocurre una conducta un tanto dudosa o grisácea por parte de quienes siguen alentando la compra de un activo que les cambiará la vida y, mejor aún, los hará millonarios.
La realidad es que muchas personas han confiado en comunicadores (tenemos casos de renombre en Argentina) para llevar adelante una determinada compra casi como un poker a ciegas; para caer luego en grandes pérdidas económicas en un contexto “a priori” sin responsables (como el caso de #Terra y tantos otros proyectos que navegan en el río aqueronte descripto por la mitología griega).
Saliendo del relato de fantasía, es importante tener presentes algunas recomendaciones de la Comisión Nacional de Valores (CNV) argentina. Ésta está investigando una serie de empresas por la posible realización de actos jurídicos con valores negociables en el territorio del país sin su debida autorización, los cuales podrían involucrar operaciones fraudulentas basadas en esquemas Ponzi (fuente: https://www.argentina.gob.ar/noticias/ alerta-ante-posibles-ofertas-fraudulentas-inversion)
En caso de advertir o haber sido parte de una conducta patrimonialmente perjudicial, están abiertos los canales de denuncia: https://www.argentina.gob.ar/cnv/proteccion-al-inversor/ denuncias
Hechas estas aclaraciones previas, retomo el título sugerido por la simple razón de que se construyen argumentos en beneficio de un determinado criptoactivo para finalmente cerrar la idea de que él no se trata de un consejo de inversión. Entonces, ¿cómo calificaríamos dicha mención?
Recordemos toda la construcción linguística y de marketing alrededor de LUNA, que sugiere incluso su posibilidad de ser el gran activo de 2022, y todos conocemos perfectamente el fin de la novela con relación al perjuicio a los inversores, pero la serie comienza a escribirse en lo respectivo a la parte penal y regulatoria.
Por otro lado, es importante saber que la regulación no será de ninguna manera la solución a todos los males. De hecho, en Argentina hemos visto numerosas maneras de causar perjuicio económico “al otro” con herramientas que el propio sistema jurídico tutela, por la simple existencia de un denominador común: personas inescrupulosas que permanentemente prestan atención a inventar y reinventar estrategias de captación de activos en manos de terceros con el único fin de lograr un beneficio personal, sin ánimo de cumplir la o las promesas efectuadas para dicha oferta pública.
Comienza la era de las “criptodemandas colectivas”, que de alguna manera acomodarán las cosas en su lugar y pondrán en evidencia que perjudicar a terceros no puede ser gratis, y, sin duda alguna, creo que esto dará vida a un derecho del consumidor 4.0, en sintonía con la extraterritorialidad de muchas normas reguladoras que deberán armonizar textos, estrategias, dispositivos y recursos humanos idóneos para tales políticas de persecución, cobro y fiscalización.
Finalmente, cabe una mención especial de la posibilidad que eventualmente se tiene para controlar el valor de un criptoactivo, no sólo con herramientas financieras sino con artilugios publicitarios, lo que pone una vez más en evidencia que muchos criptoactivos son meros cristales rasgados en los que una mala decisión, “a sabiendas o no”, causa un efecto demoledor en el patrimonio de quienes confiaron en la idea. Ni hablar cuando el comunicador tiene un efecto cuasi-determinante, como el caso de Elon Musk con Dogecoin.
Causas previsibles o la ira de Dios pero, en definitiva, la verdadera tormenta recién está comenzando.