martes 5, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Latinoamérica en su laberinto

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América Latina es el continente de la retórica. Sus gobernantes agobian a la población con discursos vacíos de contenido. Tan vacíos que, desde hace largo tiempo, extrañamos los grandes debates que protagonizaron otros latinoamericanos, allá lejos y hace tiempo.

Debate que tampoco generan los intelectuales orgánicos, ese espécimen extraño que, adoptando la conducta de los bufones de las cortes medievales, justifican los actos de sus empleadores, resignando el sano ejercicio de la crítica.

Esa utilización vacua de la persuasión aristotélica ha servido -y sirve- para enmascarar una nueva traición a los intereses de América Latina con la cesión de territorios sin autorización del Parlamento a terceros países; resignación de la soberanía nacional, oscuras negociaciones con las vilipendiadas multinacionales y concesiones con cláusulas secretas son, apenas, algunos de los pecados mortales cometidos por una clase política que se ha enriquecido hasta la impudicia.

Han transformado a nuestros pueblos en invitados de piedra a la ceremonia en la que se firma un nuevo “estatuto legal del coloniaje”.

No es una exageración de nuestra parte ni un exceso en la interpretación de los actos de los gobiernos latinoamericanos. Tamaña sumisión causó que recordáramos una antigua carta fechada el 20 de julio de 1920, en la que Hilloyer V. Rolston, director General de la United Fruit Company, le instruía a su representante en Honduras: “(…)

1. Para que nuestros grandes sacrificios, y nuestras cuantiosas inversiones, no hayan sido hechas en vano, debemos adquirir y apoderarnos de tantos territorios de la Nación, como de particulares, y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva, y nuestro poder de absorción.

2. Debemos propender al enriquecimiento de nuestra Empresa, y obtener todas las posibilidades que nos ofrezcan nuevos campos de explotación. En fin, debemos obtener todas las tierras, que a nuestros intereses estratégicos, se hagan aparecer como deseables, que garantizan nuestro futuro desenvolvimiento y desarrollo agrícola, incrementando nuestro poder económico.

3. Debemos obtener contratos implacables, de tal naturaleza que nadie pueda sustentar competencia, ni en el futuro lejano; a fin de que cualquier otra empresa que se estableciere y pudiere desarrollarse, tenga nuestro control y se adapte a nuestros principios establecidos.

4. Debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga pública, de gravámenes, y de todos aquellos impuestos y obligaciones que mermen nuestras utilidades y de nuestros asociados. Debemos erigirnos una situación privilegiada, a fin de imponer nuestra filosofía comercial y nuestra defensa económica.

5. Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general, a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso, nos permite asegurar que este pueblo envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se le necesite y destine; es en nuestro interés preocuparnos porque se dobleguen a nuestra voluntad, esta clase privilegiada, que necesitaremos a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, estos como aquellos, no tienen convicciones, carácter y menos patriotismo; y sólo ansían cargos y dignidades, que unía vez en ellos, nosotros se los haríamos más apetitosos.

6. Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes, y a nuestro control inmediato.

7. Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideremos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano, nos traicionarían, alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia; pero no servirnos más de ellos. Tenemos necesidad sí de su país, de sus recursos naturales, de sus costas y sus puertos, que poco a poco debemos adquirir.

8. De una manera general, todas las palabras y pensamientos, deben dar vueltas en torno de estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método. Hay que proceder con sutileza, no exponiéndonos a ninguna idea que nos señale o justifique nuestra pretensión dominadora. Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso. Si nuestros proyectos terminasen mal, tomaríamos una nueva orientación, nos haríamos más modestos, más sencillos, más simpáticos, y quizá buenos.

9. Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país, para aumentar sus dificultades, y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria; el viento solo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas.

10. Estamos, pues en el punto de partida, tú conoces mejor los hombres que yo. A tu llegada te mostraré una lista de las tierras que debemos obtener, si es posible, de inmediato, debemos parar a Goodel en “El Bográn State”; vamos a forjarnos un plan bien estudiado para su desarrollo.”

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