miércoles 27, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Las estatuas de nuestra ciudad

Por Alicia Migliore*
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Por Alicia Migliore *

Hace pocos días Alejandro Mareco recordaba a Miguel Ángel Budini en el aniversario de su muerte. Con mis escasos conocimientos plásticos Hace pocos días, Alejandro Mareco recordaba a Miguel Ángel Budini en el aniversario de su muerte. Con mis escasos conocimientos plásticos abracé en mi corazón al escultor desconocido. No me conmoverán nunca los espléndidos monumentos al General Paz ni a Vélez Sársfield, como sus “Niñas de la fuente”. Todo el desamparo que transmiten y el deterioro que la propia escultura presenta nos hablan del valor que la sociedad adjudica a “las negritas”, como las llamaba el maestro. Son niñas, y son pobres, buscando agua, como infinidad de niñas en la realidad de la exclusión de hoy. Infancia más mujer más pobreza: todas las variables para determinar una vulnerabilidad extrema.
Un tema despierta otros interrogantes, vinculados o no, pero se me impuso la necesidad de revisar si se trataba de mi memoria o de una realidad inaceptable pero naturalizada ¿cuántas estatuas de mujeres había en la ciudad? ¿No había reparado en ellas o era una mayoría aplastante la presencia masculina en estatuas y bustos? Siempre es bueno acudir al papel y fue ésa la razón para buscar el Nomenclador Cartográfico. Sólo sirvió para confirmar mi sospecha: registra casi 90 figuras entre ambos formatos, de las cuales sólo 13 remiten a la mujer. La lista es tan exigua que nos permite analizar cuáles son las razones para sus respectivos emplazamientos, a vuelo de pájaro y sin profundizar en épocas, autoridades ni realizadores.

Diremos que hay una exaltación del culto que sostiene la Nación con la(s) imagen(es) de la Virgen María, como ocurre con la Madre Teresa de Calcuta y -más recientemente- con la Madre Tránsito Cabanillas. La memoria de la tragedia que significó el Holocausto o la Shoá para la humanidad la aporta Ana Frank. La función adjudicada históricamente a las féminas la aporta el monumento a las Madres y a la mujer argentina (tal vez para que no se sientan excluidas quienes no lo fueron). La Reina Isabel la Católica también encuentra un espacio en esta Córdoba de La Nueva Andalucía desde el Cuarto Centenario de su fundación, probablemente evocando la toponimia de Jerónimo Luis de Cabrera. Las imágenes clásicas de la Venus de Milo y variadas musas, como también el Rapto de las Sabinas, nos aportan una aproximación al arte renacentista. Eva Duarte ocupa el espacio de la líder política, y su contracara es el homenaje de las mujeres uruguayas a las mujeres cordobesas en el Cabildo de la ciudad (nominado como Bajorrelieve a la Revolución Libertadora, probablemente por la fecha). La obra de Antonio Seguí, emplazando a la Mujer Urbana con sus atributos de actividad doméstica y desempeño laboral externo, es un punto de partida para el reconocimiento de la mujer actual, que debemos al Intendente Martí.

Y entre tanta connotación política, religiosa, social, las Negritas de Budini con el grito mudo de su presencia ignorada, con su fragilidad extrema asomando por sus poros de piedra, mientras la indiferencia de los transeúntes las esquiva como un obstáculo que preferirían evitar.
Algo nos pasa como sociedad para que eliminemos de las calles a las mujeres; ignoremos sus nombres para imponer a alguna arteria, no alcanzan sus méritos para recordarlas en bustos o estatuas, aunque hayan librado las batallas de Julieta Lanteri, Alfonsina Storni, Alicia Moreau, Cecilia Griergson o Elvira Rawson. Aunque se hayan abierto camino a puro codazo como Margarita Zatzkin para que la universidad no la expulsara. No asignamos relevancia a aquellas pioneras como Rosario Vera Peñaloza, quien destacó la educación inicial como punto de partida nivelador de diferencias y superador de la falta de estimulación temprana, o también en el marco de la educación a Juana Manso, Luz Vieira Méndez, Malicha Cresta Leguizamón, que dejaron sus huellas a lo largo del país. Ellas se destacaron, y tantas otras que la historia desdibujó.

¡Ni siquiera haciendo tantos méritos a lo largo de sus vidas consiguieron un lugar en el podio de los recuerdos! ¿Cómo entonces podrían esperar valoración las mujeres comunes? Las que libran sus batallas personales a diario, como las Negritas de Budini. ¿Por qué deben aceptar el ostracismo de la sociedad que integran? ¿Cuándo será el tiempo de verlas libres en las calles, sin recurrir a las marchas en defensa de la vida?
El lenguaje visual es de tan alto impacto que los niños se deslumbran: las estatuas los conmueven, los intrigan, los interpelan. Y, sin duda, si mantenemos la espontaneidad del niño, lo mismo nos ocurrirá a los adultos.
Revisando información me topé con la artista china Leo Li Rong y sus maravillosas imágenes de mujeres. Con influencia renacentista y veladuras translúcidas que las ponen en movimiento. Mujeres jóvenes, libres, etéreas, frágiles, sin imposturas, naturales, bellas y sutiles.
Soñé con una ciudad llena de imágenes de mujeres, con su belleza natural, la que rescataba Lola Mora, sin daños o destrucción, ni inscripciones obscenas. Sólo poblando los espacios libres. Diciendo aquí estamos. Sin amenazas ni impedimentos. Sin censuras ni violencias.
Y pensé que finalmente allí residía el problema de rescatar las imágenes de mujeres. Es la libertad la que parece que el esquema patriarcal no tolera. La sofoca, y si fracasa en la subordinación, hace desaparecer a la rebelada. Que no cunda su ejemplo. Que no se vista como desee. Que no muestre su belleza. Que no piense. Que no sea.
Llegará ese día en que las mujeres pueblen las ciudades: sus imágenes esculpidas y ellas mismas, tan reales. Entonces dejarán de correr los riesgos que enfrentan hoy, que deben ser valientes para caminar las calles; que deben tener doble empeño para conseguir los lugares que merecen; que deben tener templanza para soportar el atropello una y otra vez; que deben explicar si están solas o si están acompañadas; que deben pedir permiso para vivir.
Hasta que eso ocurra, cuidemos particularmente a las Niñas de la fuente de Budini, protejamos a esas Negritas frágiles. Nos están representando a todas las mujeres.

(*) Abogada-ensayista.
Autora del libro Ser mujer en política

Comentarios 1

  1. MARIA DE LOS ANGELES CORREA CASANOVA says:

    Qué maravilloso artículo querida Alicia! Los lectores hemos aprendido mucho en tu transitar descubriendo estatuas…
    Como mujer agradecida por tu reivindicación con aquellas que no tuvieron ni tendrán reconocimiento alguno por su lucha.
    Por muchos éxitos futuros..
    Un abrazo
    Maricel

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