lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La zaga de don José Vicente Reynafé (I / III)

Por Jorge A. Allievi - Exclusivo para Comercio y Justicia
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Puede decirse sin lugar a dudas que si existieron en Córdoba personajes polémicos durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX, ellos fueron el gobernador José Vicente Reynafé y el general José María Paz.

Uno de extracción federal y el otro, unitaria, conforme las dos grandes divisiones políticas que marcaron -y siguen marcando a fuego aún hoy- por aquellos tiempos la política social y económica de nuestra patria. Grandes fueron las luchas y mucha la sangre derramada por la encendida pasión y las ideas en campos de honor y bravura, pero también dolor, deslealtades y amarguras. Reynafé y Paz se encuadran en estas categorías.

El personaje que nos convoca es el de don José Vicente. Es a él al que trataremos modestamente de desentrañar. Todo comienza con Guillermo Reynafé, fuerte comerciante irlandés que operaba entre Córdoba y Salta, y que se afincara en el norte cordobés, en Tulumba, hacia 1770. Según documentos obrantes en el Archivo Histórico de Córdoba, don Guillermo habría firmado de diferentes modos: Kennefeque, Kalofreque, Kennefeake, Reynafee y Reynafe. Lo cierto es que entre los años 1772 y 1774 habría cambiado su apellido al conocido Reynafé, lo que desvirtuaría aquella vieja teoría de Grenón de que el origen del apellido sería Queenfaith (Queen, Reina; Faith, fe).

Este irlandés contrae matrimonio con Claudia Hidalgo de Torres el 15 de junio de 1781 y se establece en la estancia Los Manantiales, a cuatro leguas al noroeste de Tulumba donde, ya retirado de sus viajes, criará a sus doce hijos: Miguel Jerónimo, José Vicente, José Benito, Juana María, Lorenzo María, Guillermo, María del Rosario, Guillermina, Micaela, José Antonio, Antonio Isidoro y Francisco Isidoro.

Pero será José Vicente el que se destacará por sobre los demás. Nació en la estancia de su padre en 1782. Entre 1797 y 1801 estudió filosofía en la Facultad de Artes de la Universidad de Córdoba, alcanzando la licenciatura. Luego estudió Teología y, muerto su padre en 1813, se retiró de Los Manantiales comprando una finca en Río Seco (actual departamento Sobremonte), llamada “Rumipuca”, de gran extensión, dedicándose de lleno a la ganadería intensiva. Más tarde adquirió, entre otras propiedades, una vivienda en Tulumba que aún se conserva.

Militante del Partido Federal, José Vicente tuvo gran prestigio regional, haciéndose merecedor de adhesiones y desconfianzas, convirtiéndose en el caudillo indiscutido del Norte, siempre secundado por sus hermanos, principalmente Guillermo, José Antonio y Francisco. Su actuación política comenzó en época del gobernador Juan Bautista Bustos, como juez pedáneo de Rumipuca en 1820 con injerencia en lo civil y penal, encargándose además de mantener el orden social y garantizar la seguridad pública mediante la represión y la prevención. En 1826 fue promovido a juez pedáneo de Alzada del Curato de Tulumba.

El 9 de noviembre de 1822, José Vicente Reynafé Hidalgo contrajo matrimonio en la capilla Los Sauces con María Francisca Aliaga, con quien tuvo seis hijos: Fernando, Catalina, Vicente Baldomero, Paula, Vicente del Carmen y María Teresa Eulalia.

Derrotado el brigadier General Bustos en San Roque, el 22 de abril de 1829, Guillermo y Francisco se retiraron junto a éste a las sierras, mientras José Vicente buscó refugio en las sierras tulumbanas ante la persecución de las tropas unitarias. Sus propiedades fueron saqueadas, al igual que la del resto de los federales, y sus ganados decomisados. Se generalizó la insurrección contra José María Paz en todo el territorio provincial y las guerrillas federales no dieron tregua a las partidas pazistas. Se sucedieron los fusilamientos y Paz obtuvo, por parte de la legislatura, facultades extraordinarias en agosto de 1829, librándole las manos para materializar la campaña más sangrienta del siglo en Córdoba: la “Campaña de las Sierras”. Tan atroz fue, que hasta no hace mucho tiempo los paisanos de Traslasierra recordaban algunos sucesos, considerando una ofensa el confundirlos con los unitarios.

José Vicente, al igual que Guillermo, cayó prisionero y fue trasladado a la ciudad de Córdoba. Se sucedería después la batalla de Oncativo (25/2/1830) con la derrota de Facundo Quiroga y los Reynafé seguirían detenidos. Se concretó la Liga del Interior encabezada por Paz y los dos hermanos fueron deportados a Salta en marzo de 1830. Tal confinamiento fue levantado en la primavera del mismo año y, en octubre, emprendió José Vicente Reynafé el regreso a Córdoba, pero fue tomado nuevamente prisionero en Santiago del Estero y posteriormente puesto en libertad cuando el General Ibarra recuperó la provincia santiagueña. De allí se dirigió a Catamarca pero, enterado de la presencia de sus hermanos con el Ejército Auxiliar en Córdoba, se dirigió a ésta durante el mes de mayo.

Estando ya en la provincia natal, fue prendido por las fuerzas de Hilarión Plaza y remitido directamente a Córdoba. No parecía muy avieso en el arte de la disuasión. Pero la suerte alguna vez le tocó ya que, el 10 de mayo, cerca de El Tío, más precisamente en “Los Álvarez”, fue capturado el general José María Paz por una partida al mando del hermano de José Vicente, Pancho Reynafé, quien lo remitió al Jefe del Ejército Auxiliar Confederado, general Estanislao López.

La estrategia unitaria estaba herida de muerte.

* Diplomado en Patrimonio Cultural Latinoamericano – historiador

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