ESCUCHARPor Silverio E. Escudero
Concluye el año 2017 con una mala noticia para nuestro atribulado planeta que navega desorientado por el universo. El calentamiento global, pese a la ceguera de algunos líderes mundiales, es un hecho imposible de refutar. ¿En qué medida ello es responsabilidad de cada uno de los habitantes de nuestra nave interplanetaria? ¿Estamos dispuestos a restringir nuestro confort para moderar el consumo de combustibles fósiles?
Las respuestas a éstas y a cientos de otras preguntas son individuales y colectivas. ¿Por qué no queremos tomar en cuenta, en una actitud suicida, lo que a diario notifican los medios de comunicación sobre las consecuencias del incremento de la temperatura y el efecto invernadero, el repliegue de los glaciares, el aumento en el nivel de los mares, el encogimiento y/o desaparición de lagos y humedales, los desprendimientos polares, las inundaciones y sequías, transformaciones geográficas que están en curso en la faz de la Tierra?
Hay otras señales que no aceptamos como reales. Son las que se emiten desde las pingüineras hasta las flores en los jardines. Algunas de las plantas y los animales del mundo se están adaptando al calentamiento global, pero otros, sencillamente, no pueden lograrlo. Tal como le ocurre a la colonia de pingüinos de Adelaida, en la península Antártica, que en los últimos 28 años paso de contar con 320 parejas con cría a solo 38. Dato que, según la opinión de un grupo de ecólogos, es consecuencia de la pérdida del frío invernal, el constante repliegue del hielo marino y la desaparición de esa enorme plataforma desde donde cazan krill, base esencial de su alimentación.
Según la Iniciativa para la Observación e Investigación Mundial de Ambientes Alpinos (Gloria, por sus siglas en inglés) -red mundial para observar y comparar a largo plazo los impactos del cambio climático en la biodiversidad de alta montaña- establece: «La biosfera está experimentando un continuo y rápido cambio climático. A nivel mundial desde mediados del siglo XX los gases de efecto invernadero (GEI) contribuyeron a calentar 0,85K (K, unidad de medida del porcentaje reflejado de radiación luminosa), con una incertidumbre 5-95% de 0,6-1K, donde al menos 74% (± 12%) del aumento de la temperatura observada desde 1950 fue causado por el ser humano (inducido por forzamiento radiactivo), y menos de 26% (± 12%) por la variabilidad interna. Las últimas tres décadas han sido progresivamente más cálidas que las anteriores y la década 2000-2009 fue la más cálida desde que hay registros instrumentales. Las predicciones del calentamiento global de la superficie terrestre, desde 2,6°C hasta 4,8°C hacia el final del siglo XXI, con relación a 1986-2005, podrían alterar drásticamente los patrones conocidos de la biosfera. Todos los ecosistemas se verán afectados por el cambio climático, pero los de la biozona alpina -es decir, la alta montaña, situada por encima del límite superior de la vida arbórea- se consideran particularmente sensibles a dicho calentamiento, puesto que están condicionados por las bajas temperaturas.»
Ruth Merino, columnista de El Nuevo Diario, de San Juan de Puerto Rico, anota la tragedia en otros términos, habida cuenta de que la vida de la bella Borinquén depende del mar: «El 60% de los océanos está afectado negativamente por el calentamiento global» que, como se traduce en una presentación ante Naciones Unidas, «las consecuencias del cambio climático en el mar se observan en la acidificación por gases, el aumento de la temperatura y el deshielo polar. La conclusión de los científicos es que la contaminación, la explotación pesquera y la extracción mineral, actividades humanas que inciden en el calentamiento global, han provocado que algunas regiones alcancen un estado ecológico crítico. Y esto es una verdadera tragedia porque el océano tiene un papel vital en el funcionamiento de la tierra. ¿Cómo conservarlo saludable? El estudio recomienda que se promulgue legislación para proteger las aguas internacionales y así conservarlas mediante un uso sostenible (…) Ojalá se pueda lograr; mientras más pronto, mejor. En nuestro siglo la pesca se ha convertido en una industria tan avanzada que es difícil detectar las prácticas de algunos países que han demostrado ser especialmente agresivos. El sentido común y la responsabilidad hacia futuras generaciones lamentablemente brillan por su ausencia en quienes se obsesionan por producir enormes ganancias a corto plazo».
¿Enormes ganancias a corto plazo? ¿El calentamiento global es una consecuencia querida por el capitalismo? ¿Ésa es la razón por la cual no se lo toma en serio? ¿Cuánto de cinismo y desenfado contienen los discursos y declaraciones de los jefes de Estado? Plantear el problema en estos términos, se nos dice, subvierte el orden institucional.
Orden que se ha entregado a la gran minería y a la industria maderera. Esa entrega es la causante del ciclo de inundaciones y sequías catastróficas que estamos padeciendo. ¿O es que alguien cree que lo que hacemos no tiene nada que ver con el cambio climático? ¿La destrucción de nuestras pampas, mesetas, montañas y cordilleras junto a la tala despiadada de selvas, de bosques y la deforestación salvaje de las cuencas de los ríos no es nuestra punible contribución al calentamiento del planeta?
El calentamiento y el fenómeno de El Niño han contribuido a que se produzcan temperaturas récord y fenómenos meteorológicos extremos en todo el mundo. En julio de este año, las temperaturas medias globales tomadas tanto sobre superficies terrestres como oceánicas fueron las más altas para cualquier mes en 137 años de registros. Cada vez resulta más evidente que el cambio climático ya está sucediendo. Si no tomamos medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ahora, vamos a terminar pagándolo más caro después.
El crecimiento económico sin límites y el exceso de gases de escape han conducido a un cambio climático que amenaza la supervivencia humana. Los gobiernos de todo el mundo se habrían percatado de ello, y por ese motivo en diciembre de 2015 se firmó el Acuerdo de París, para impulsar acciones globales de mitigación con objetivos a largo plazo.
Taiwán es uno de los pocos países en el mundo que se comprometió seriamente. Fijó por ley el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
«Además -anota Lee Ying-yuan, ministro de la Administración para la Protección del Medio Ambiente de Taiwán- nos hemos dado cuenta de la necesidad de aumentar aún más nuestra eficiencia energética y de promover la conservación de la energía, de transformar nuestra industria y diversificar nuestras fuentes energéticas recurriendo a las energías renovables, tales como la solar, la eólica y la producción de biogás utilizando residuos de granjas de cerdos. Prevemos que en el año 2025, 20 por ciento de nuestra energía provendrá de la energía renovable. Sólo tenemos una tierra y sólo hay un Taiwán. Por lo tanto, no podemos tomarnos el asunto del cambio climático a la ligera, sino responder de manera proactiva y apoyar las iniciativas internacionales. Las acciones que tomemos hoy podrían tener un profundo impacto en la vida de las generaciones futuras. El cambio climático requiere soluciones no sólo nacionales sino mundiales. Es por ello que los gobiernos no pueden actuar solos. Me permito sinceramente exhortar a la comunidad internacional a que reconozca y apoye la determinación de Taiwán por obtener una participación significativa en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y por sumarse a la red global para el clima. Estamos dispuestos a compartir nuestras experiencias en materia de protección medioambiental y a contribuir a los esfuerzos internacionales. Junto con las naciones amigas, aunaremos nuestros esfuerzos para proteger a una tierra sostenible».
