En esta área se localizan habitualmente las más fuertes tensiones y enfrentamientos intersectoriales, que se agravaron en alta medida desde que Brasil, principal cliente y proveedor, está empeñado en someter el suyo a un profundo replanteo.
Por Salvador Treber – Exclusivo para Comercio y Justicia
Uno de los aspectos más comprometidos de la economía argentina está vinculado con la vital dependencia de mantener siempre saldo positivo en el intercambio con el resto del mundo.
Tanto en materia de exportaciones como de importaciones esa actividad tiene como principal protagonista a Brasil, aunque en este caso el resultado nos sea reiteradamente negativo; lo que también sucede con China y Estados Unidos que le siguen en importancia.
No obstante, los saldos a nuestro favor que surgen gracias a las operaciones con otros más de 45 mercados externos constituyen la única fuente de capacidad de pago para atender a todos los compromisos, que incluyen los relativos a deuda externa, compra de combustibles, equipos y maquinarias o bienes de capital. Argentina no tiene acceso a las fuentes financieras que proveen de crédito; aunque el muy posible acuerdo con el Club de París, en las reuniones programadas para el mes de mayo, pueden abrir una puerta a esa perspectiva.
En el lapso que va desde comienzos de 2004 hasta 2006 las ventas al exterior tuvieron tendencia creciente aunque a un ritmo harto moderado, pues en 2004 ascendieron a US$ 34.550 millones que pasaron a ser US$ 40.352 millones en 2005 (+16,8%) y US$ 46.457 millones (+15,1%) en 2006; es decir, acusando mejoras de cierta relevancia pero no excepcionales. En el transcurso del siguiente período (2007/2010) llegaron, en el primero de dichos años, a un registro total de US$55.760 millones (+20%), elevándose sucesivamente hasta alcanzar US$70.589 millones (+26,6%), concretando así una curva ascendente ponderable, nada común en el circuito internacional de cualquier país.
Pero ello no tuvo luego continuidad pues en 2009, como consecuencia de la agudización de la recesión mundial, se cayó a la modesta cifra de US$55.669 millones, para volver a remontarlos temporalmente con US$68.134 millones en 2010. A continuación, durante los últimos tres años (2011/2013) una vez más en el primero de ellos se verificó un avance de relieve, pues el “salto” logrado fue bastante semejante (+ 23,2%), marcando un récord histórico absoluto e inédito con US$83.950 millones. Consecuente con una nueva baja generalizada en la órbita ecuménica, nuestras exportaciones volvieron a descender, aunque levemente, pues exhibieron un total de US$80.927 millones en 2012; y en el año pasado sólo logró recuperar el nivel perdido, al ubicarse en US$ 83.509 millones; evolución ésta que reitera la contradictoria performance que comenzó a ocurrir en el trieño precedente.
La composición de las exportaciones
De los cuatro grandes rubros genéricos que la componen, el más tradicional y casi permanente líder indiscutido corresponde a las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), que en el ejercicio 2004 ascendieron a US$ 11.954 millones y, por tanto, concretaron la obtención de 34,6% de las divisas ingresadas ese año, siendo acompañadas en segundo término por las Manufacturas de Origen Industrial (MOI), que colocaron bienes en el exterior por US$9.550 millones; es decir, 27,6%.
El cuadro se completó entonces con las remisiones de Productos Primarios (PP), en especial agropecuarios en estado natural o con muy escasa incorporación de valor agregado, que sumaron otros US$6.850 millones (19,8%); mientras el saldo que las cierran correspondió a los envíos de Combustibles con US$6.195 millones (17,9%).
En cuanto a las ventas de petróleo o sus derivados, ello se convirtió en una modalidad habitual pues se trata sólo de algunos componentes que no son útiles en el proceso productivo interno y mediante los cuales la suma relativamente más elevada ingresada correspondió a 2007 con US$7.132 millones (17,7% del total); si bien en términos absolutos el aporte mayor -con US$7.760 millones- se verificó en 2008 aunque representando 16,7% de ese ejercicio. En forma correlativa, las adquisiciones de ese rubro en el exterior en 2004 demandaron apenas US$1.003 millones pero han venido trepando en forma tal que ya en 2008 habían llegado a US$8.694 millones y en 2013, a la inusitada cifra de US$10.657 millones.
Debe advertirse de que a partir de sus ventas externas en 2007 inclusive esa proporción sigue una tendencia bajista, aun cuando en 2008 sumó en términos absolutos un importe superior -US$7.966 millones- y durante los siete años que integran ese lapso aparecen siempre con cifras inferiores (entre US$6.919 millones en 2007 y US$6.323 millones en 2012). No obstante, en 2013 se agudizó mucho tal tendencia con una nueva disminución pues los embarques se redujeron a sólo US$4.946 millones, marcando a fuego el creciente e imparable declive debido a que los yacimientos en explotación dentro de nuestro territorio, operados por empresas extranjeras, perdieron rendimiento.
La evolución de los otros grandes rubros
Según antes se consignó, los productos transformados sin componentes del sector agropecuario, conocidas técnicamente como MOI, protagonizaron una curva ascendente de relevancia. Entre 2004 y 2009 sus envíos externos le aseguraron el segundo lugar hasta el año 2009 inclusive, aunque un año antes se habían acercado bastante a los primeros, llegando a generar US$22.059, monto muy próximo respecto de los US$22.661 de aquéllos.
Pero ese orden de prelación se invirtió en 2010, dado que estos últimos mejoraron poco su rendimiento, aportando US$22.661 millones; mientras aquéllos hicieron lo propio en mayor medida y sumaron US$23.816 millones, asumiendo así, transitoriamente, el liderazgo absoluto.
Tal condición se mantuvo durante el bienio 2011/12, pero se retornó al tradicional ordenamiento en 2012/13 -aunque siempre con leves diferencias en dichos grandes rubros-.
Al margen de tales variantes, lo verdaderamente destacado ha sido que ambas especialidades subieron en proporciones notables durante los años más recientes. Las identificadas como MOA lo hicieron en 133%, pues en 2004 aparecían con US$11.954 millones y para 2013 llegaron a US$27.856 millones. Por su parte, las MOI exhibieron a una superior dinámica, pasando de US$9.550 millones en 2004 a US$26.169 millones en 2013; o sea, tras incrementarse 174%.
En cuanto al rubro genérico que incluye las exportaciones de PP en estado natural, obviamente casi totalmente compuestas por cereales y oleaginosas, evolucionaron de US$6.850 millones en 2004 a US$ 18.608 millones en 2013, con un incremento semejante de 174,4%. Esta mayor proporción respecto a los industrializados que usan materia prima agropecuaria se debe a que ciertos países compradores prefieren completar dicho proceso con mano de obra doméstica.
Zozobras en el primer bimestre de 2014
Recién el 20 de marzo ppdo. se divulgaron los datos relativos a las exportaciones del mes de febrero, con lo cual se dispuso de la información completa sobre el primer bimestre del corriente año. Estos datos eran esperados con cierta ansiedad pues los de enero no eran nada favorables ya que el superávit se había reducido 85,2% según a la habitual comparación interanual, lo cual se adjudicó a los exportadores quienes apuestan a nuevas devaluaciones.
Quedaba por tanto la duda sobre si se trataba de una situación aislada o marcaba las primeras señales de las características recesivas que primarán en 2014. Lo trascendido relativo al segundo mes de este año, lejos de traer calma, acentúa la preocupación ya que, con ligeras variantes, confirma lo antes verificado -en enero- ya que las ventas al exterior totalizaron apenas US$5.393 millones; es decir, un escuálido 2% por sobre los US$5.349 millones de 2013.
Este virtual estancamiento es inquietante, pero tampoco alcanza para tener una idea certera pues ello requiere mayores evidencias. Sin explicación oficial alguna, en su transcurso se adquirieron a Estados Unidos y a Rusia 43% más combustibles que en igual lapso de 2013.
Cabe suponer que, siendo muy superior al consumo, semejante “salto” se verificó anticipando adquisiciones para incrementar las reservas.
De todas maneras, los datos posteriormente proporcionados por el Indec relativods a que en el primer bimestre 2014 el comercio exterior registró un saldo favorable de apenas US$79 millones -que en la comparación interanual se redujo 92%-, no puede menos que inquietar.
Que dichas operaciones hayan bajado de US$11.408 a US$10.625 millones, es decir 6,9% menos, debe ser motivo de un exhaustivo análisis ya que sólo hay dos poderosas y excluyentes razones que pudieron haber causado tal efecto. Una pista cierta la da el análisis de la composición de los embarques, pues en materia de granos fueron, en términos monetarios, 34% menores, mientras en los productos industriales apenas 2%.
Es altamente probable que la acción dilatoria de los grandes productores o acopiadores de soja, quienes prefieren retenerla en calidad de reserva de valor para venderla cuando más les convenga, sea la mas gravitante, ya que la caída generalizada operada en el mundo de la demanda de bienes y servicios, secuela de la prolongación de la recesión reinante, incidió relativamente en muy baja escala.
La Secretaría de Comercio dio testimonio de que tiene la convicción de que se han manifestado las consecuencias de un “sobrestockeamiento” a la espera de una nueva importante devaluación, lo que relacionan con el superior requerimiento de divisas para adelantar pagos en el exterior. Los empresarios descargan su responsabilidad apelando a otros argumentos al plantear que la caída en las exportaciones esta íntimamente ligada al freno de las importaciones.
Señalan que “gran parte de lo importado se destina a la producción de bienes que luego se comercializan fuera del país”. Aun admitiendo que así sea, un muy somero examen sobre la evolución interanual respecto de nuestras compras externas quita todo sustento a semejante planteo. Su disminución es sumamente leve ya que las importaciones realizadas en 2014 equivalen a 99,4% respecto de las concretadas durante idéntico bimestre en 2013 cuando los precios, en general, descendieron.
Por tratarse de la única fuente de generación de divisas que posee nuestro país, las evidentes maniobras especulativas antes señaladas perjudican no al Gobierno sino a todo el país y, especialmente, al grueso de la población. Un dirigente agrario arguyó que “cada uno puede hacer lo que quiera”, en el transcurso de una reunión realizada en la sede de su organización empresarial. Pero esto es así siempre: que sus acciones u omisiones no produzcan daño a los demás…