Por Matías Maccio *
El dato duro, que muchos no quisiéramos escuchar ni leer, me lleva a pensar que la mediación podría estar perdida en una generación. Cuando digo perdida, lo hago en el sentido de adjetivo de la palabra según la RAE. “Que se ha salido de su ruta y no sabe llegar a su destino” y asimismo en el sentido de locución verbal según la RAE “Estar destituido de estimación y crédito”. Según datos obtenidos de Centros de Mediación Comunitaria de Córdoba y del país, el promedio de edad de quienes requirieron –voluntariamente- un proceso de Mediación comunitaria (vecinal) en el 2018 fue de 60 años. Vale la pena repasar que la porción de la población de nuestra ciudad que se encuentra en este rango etario representa 11,63 %.
Asimismo, el grupo poblacional más joven, es decir menor a 15 años es de 22,87 % según datos publicados por el Censo año 2010. La referencia de los grupos poblacionales etarios no es baladí, sino por el contrario me enciende una luz de alerta. Por estos días, escuche a un papá de tres niños que asisten a un colegio de Córdoba capital asombrado de lo que los niños están aprendiendo en dicha institución sobre el diálogo y la reacción pacífica ante un conflicto, obra maestra de la colega Mediadora Claudia Sciu. Por otro lado observo un creciente diálogo entre educadores y mediadores en el cual subyace la “necesidad”, si así puede llamarse, por implementar métodos de gestión pacífica de conflictos en las instituciones educativas, tras el grito del “con los alumnos y los grupos de padres ya no sabemos qué hacer para reducir o evitar la violencia”, o frases similares.
Escuchando la magistral charla de la Mediadora Ana Pradwa la escuela “es la caja de resonancia de lo que sucede en la sociedad”, no hace más que convalidar que la Mediación como método de gestión pacífica de conflictos podría estar perdida, es decir perdida en el primero de los sentido arriba expuestos al decir que este método dialógico se ha salido de ruta y las generaciones adultas (padres y madres de niños y adolescentes) no colaboran para que la misma encuentre nuevo destino, al parecer los way points de este GPS está en los nietos y los abuelos.
Las generaciones que van de los 30 a los 50 años parecen no haber asimilado la idea de primero dialogar en lugar de confrontar, y ello se convalida con el censo rasante que se referenció sobre quienes son –hoy- los que piden una mediación voluntaria ante un conflicto –al menos en el ámbito vecinal-. Acaso los habitantes de la edad adulta-mayor ¿alojan la esperanza de que dialogando se puede llegar a la solución del conflicto?, incluso hubo quienes se han sentido ofendidos porque el vecino no fue primero a hablar con él/ella o porque no tocó el timbre antes de pedir una mediación.
La generación de mediados del siglo pasado es la protagonista principal en los espacios de diálogo y en reducido número le siguen sus hijos –hoy en un promedio de 25 a 40 años-; cabe cuestionarse ¿Qué han hecho aquellos por inculcar el diálogo como primera respuesta ante el conflicto? O ¿es la actual coyuntura de violencia social que nos encuentra en los más jóvenes con más energías para confrontar?, En Facebook garpa más un posteo violento o de protesta que uno que hable sobre el amor, la paz, la compasión, el diálogo; basta ver los más de 17 mil likes que tuvo el posteo de un portal de noticias porteño sobre el sujeto que escribió en el capot de un auto la señal de prohibido estacionar, en miras a mensajear al conductor del vehículo sobre lo molesto que se sentía por su actitud
Me pregunto ¿será que la mediación –o el diálogo- no seduce a las generaciones jóvenes-adultas?, ¿está perdida en términos de encontrarse destituido de estimación y crédito?, ¿será que dichas generaciones han aprendido a valorar más una actitud confrontativa que colaborativa?, ¿nos sentimos más débiles –o diría Ivan Ormaichea menos masculinos hegemónicos- dialogando que fogueando la pelea de la confrontación?, ¿Los adultos mayores están más cansados –en términos de “cansancio que inspira” de Byung-Chul Han- y por eso deciden “no pelear” y primero dialogar, o ¿será que no tienen lugar en una sociedad violenta que se mide por el uso del poder?… resta por demás preguntar ¿Serán los abuelos los que tienen más tiempo de dialogar y por eso lo piden?
No quiero caer en la idea pesimista de que la mediación está perdida, sino por el contrario tratar de leer entre líneas y cocinar una esperanza de que, si efectivamente hay una generación en la que la mediación no encuentra cabida ni adeptos, hay en los extremos toda una generación capaz de comunicar, a-prender y promover un futuro menos violento. El desafío será en todo caso lograr que en la sociedad del rendimiento de la que habla Byung-Chul Han o en término de Bauman -una sociedad liquida, fugaz, cambiante- penetre la contemplación, la paciencia, la escucha como respuesta que maximiza el valioso tiempo invertido en la gestión pacífica y primaria del conflicto.
Coordinador del Centro de Mediación Comunitaria Santa Rita del Lago – Villa Carlos Paz.