viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La hora de una política profunda contra el desempleo juvenil

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Ándrés Matta, economista, representante de la ADEC

“Hay que trabajar en políticas que consideren a los jóvenes de manera segmentada. No hay un único tipo de joven. Debemos legitimar políticas y trabajarlas en escala. Tarea nada sencilla pero imprescindible sobre todo en un contexto donde se vino actuando sobre la contingencia, la crisis”, sintetizó Andrés Matta, economista, docente de la UNC y referente de la Agencia para el Desarrollo Económico de la Ciudad de Córdoba (ADEC) al analizar el gran problema del desempleo juvenil en Córdoba y el país que alcanza a 16 y 20 %, respectivamente, de esa franja poblacional.

Matta fue el encargado de cerrar la jornada sobre transición escuela-trabajo y desempleo juvenil, organizada por el Consejo para la Planificación Estratégica de la Provincia (Copec), que busca sentar lineamientos para formular una política de Estado sobre el tema. En ese marco, dialogó con Comercio y Justicia.

– ¿Cuál es el mayor desafío para revertir los números del desempleo juvenil?

– Todos estos años de crecimiento económico, de estabilidad –en general- de las condiciones económicas y sociales, permiten en esta etapa plantear políticas con mayores desafíos. Es decir, dejar las políticas de contingencia para ponernos a pensar problemas que son crónicos o difíciles de resolver. En este sentido, hay cuatro desafíos: el de la complejidad de las políticas, el de la profundidad de éstas para llegar hasta lugares donde no se llegó, el de la legitimidad e institucionalidad de esas políticas y, por último, el de la escala, porque muchas de las experiencias que hemos visto son reducidas.

– ¿Hay posibilidades de instaurar una política para revertir el desempleo juvenil que tenga una envergadura de universalidad como la que planteó, por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo?

– Este tipo de problema no se resuelve con un único programa; es más, el programa “Más y mejor trabajo”, que tiene dos años en el país y es el que tiene mayor “espalda”, va en una buena línea, es muy parecido a programas que tienen Chile o Brasil. Lo que pasa que para que esos programas se puedan implementar y sean exitosos, tienen que converger muchos factores. Por ejemplo, analizando una experiencia muy específica, el Programa Jóvenes tuvo toda una estrategia para insertarlos en capacitaciones y luego en pasantías en empresas pero cuando llegó el momento de hacerlo hubo casos en que no había bancos para aquellos que querían terminar la escuela secundaria o no había empresas que estuvieran dispuestas a recibirlos. Eso ocurre porque ajustar todos estos sistemas, que son complejos, requiere tiempo y organización. Tengo la sensación de que todos estos años hemos estado siempre detrás de la emergencia, cosa que debía ser así, pero ahora hay que empezar a trabajar en ajustar todos estos puntos, haciendo converger estos factores y analizando cómo cada uno aporta desde su lugar.

– ¿Cuál es el aspecto que más le preocupa del desempleo juvenil?

– Todo es preocupante. Pero hay un par de preguntas que me parece importante hacerse. Una tiene que ver con el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que muestra cómo el problema del desempleo juvenil es un problema del capitalismo global. Sin embargo, hay que preguntarse por qué en países como Japón o del norte de Europa sus tasas de desempleo juvenil son similares a la del resto de la población activa, y por qué otros países como Argentina, Uruguay y hasta países desarrollados como Estados Unidos, Francia, incluso antes de la crisis, tienen tasas de desempleo juvenil tan altas. Eso, por un lado, requiere que estudiemos más el fenómeno y empecemos a ver qué es lo que está sucediendo, no para buscar dónde está el culpable sino dónde está el problema de los distintos segmentos. La respuesta pasa por encontrar que no hay un único tipo de joven, sino que hay segmentos y para cada uno de ellos hay que trabajar con una política diferente.

Un segundo punto es el círculo de la exclusión. Me parece que romper el círculo de la exclusión, donde se menciona que el nacer un hogar pobre casi por una cuestión determinista se va a terminar en el mismo lugar del que se proviene, no se rompe solamente con políticas de empleo y de transición escuela- trabajo. Hay que trabajar más sobre los sistemas de salud y educativo, así como sobre la estructura macroeconómica que no genera oportunidades quizás igualitarias para todos.

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