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La fuerza de trabajo y la desocupación

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Contrariamente a la tendencia decreciente que se advirtió en los índices durante el año pasado, en los tres trimestres transcurridos del actual se nota un comportamiento inverso, que debería preocupar bastante más a los funcionarios que operan en ese ámbito, en el mundo y en Argentina.

Según datos del Anuario Estadístico que contiene abundante información sobre muy diversos aspectos relativos a todos los países y regiones del planeta, que publica el Banco Mundial, para fin del año en curso la población total del mundo asciende a 7.241,2 millones de habitantes, lo cual significa que desde 1990 aquélla ha acrecido en 967,3 millones (+15,3%). Pero ese dato constituye sólo una media general que no permite apreciar el muy variado ritmo a que lo hace en los diversos continentes.

El caso más extremo por lo escaso se registra en el área de los 19 países europeos que integran la llamada “zona euro”, pues en el lapso referido han pasado de 301,6 millones a apenas 331,9 millones, o sea que sumaron 30,3 millones, cifra que equivale a 10%. En el otro extremo aparece América Latina y el Caribe, pues en 1990 su población era de 434,5 millones y luego de ese cuarto de siglo llega a tener 606,8 millones, con lo cual queda plasmado un incremento de 171,3 millones (+39,4%), el más elevado de todo el planeta.

Muy semejante ha sido el caso de África subsahariana, que evolucionó en ese cuarto de siglo de forma tal que subió su población de 1.228,7 a 1.706,5 millones, concretando un aumento de 477,8 millones, que equivalen a +38,9%. También es muy importante la suba habida en Asia Oriental y el Pacífico, que hizo lo propio al registrar el pasaje de 1.509,6 a 2.025,6 millones, con lo que concreta un aumento de 516 millones (+28,4%).

Cabe advertir de que el nivel de ingreso  por persona evoluciona en sentido inverso al ritmo de crecimiento de la población. Prueba de ello es que los 33 países con más elevados ingresos per cápita en ese cuarto de siglo pasaron de una población total de 939,6 a 1.107,4 millones, lo que constituye una suba de 167,8 millones. A su vez, ésta equivale a 17,9% que, ya se ha observado en el índice más bajo de crecimiento. Resulta oportuno recordar que en estos países se viene agudizando la persistente caída en la tasa anual de nacimientos y que en una serie de ellos, especialmente de Europa, los fallecidos superan los nacimientos anuales; razón por la cual la edad media de la población marca un proceso de preocupante envejecimiento.

Lo observado en nuestro continente está influido decisivamente por lo que acontece en sus dos más grandes y poblados integrantes. El primero, Brasil, pasó de 149,6 a 202,4 millones, lo que revela una suba de 52,8 millones; y México, que lo hizo de 88,2 a 113,3 millones, es decir que sumó 25,1 millones. Pero la tendencia más reciente, que se irá acentuando en los últimos años, es de un creciente desaceleramiento evidente y sin pausa. Nuestro país, dentro de ese contexto subcontinental, pasó de 32,5 a 42,4 millones de habitantes, con un aumento de 9,9 millones en el transcurso de esos 25 años que convalida un ritmo de +30,5%.

La población dinámica o activa
En ésta debe distinguirse el tramo que define ésta y nuclea a los mayores de 14 y hasta 64 años inclusive que están en actividad o buscando trabajo. Quedan excluidos no sólo los que tienen entre 0 y 14 años o los mayores de 64 años sino que a ellos se suman las mujeres que han optado por ser en exclusividad amas de casa, los jóvenes que en forma excluyente sólo estudian y los afectados por severos e inhabilitantes grados de incapacidad física y/o mental, los cuales integran la denominada “población pasiva”.

Bajo tales parámetros, la población activa constituye la “oferta de trabajo”. Según la misma fuente de información estadística, a escala mundial, está incluido el 77% de los varones y el 52% de las mujeres. Éstas son medias pero, en líneas generales, los países o áreas de menores ingresos registran una mayor proporción de población activa, como es el caso de Asia del sur, donde los trabajadores masculinos ascienden a 82% y las femeninas a 60%.

Si se computan todos los que tienen los más bajos ingresos sus relaciones porcentuales llegan, por sexo, a 83% y 65%. Hay casos extremos como el de Angola (África), donde dichas relaciones porcentuales trepan a 89% y 74%; también Burundi, donde llega a 91% y proporciones similares para ambos sexos. A su vez, unilateralmente hay países las superan en varones (vgr. en Etiopía, 91% seguida por Uganda, Qatar y Tailandia, 90%); al par que en mujeres se pueden citar Guinea Bissau 79%, Corea del Norte 76%, Kenia, 75% y Ghana, 74%.

Apelando a la misma fuente, Argentina  aparece en varones con 75% y en mujeres 51%, aunque en ambos en 1990 los primeros ascendían a 78%, mientras en el ámbito femenino llegaba sólo a 43%.

Respecto de estas tendencias se advierte claramente que en los países de mayores ingresos, mientras en el colectivo masculino la proporción de activos se redujo porcentualmente de 72% a 68%, en el femenino sucedió lo contrario, pues ha crecido de 49% a 53%. Debe advertirse que tales indicadores en todas las latitudes, continentes o según niveles de ingresos, exhiben la misma curva levemente descendente respecto a períodos precedentes.

En cuanto al desempleo, la información que aporta el Banco Mundial es bastante más incompleta y abundan los frecuentes retaceos intencionados de datos pues la conducción de muchos países, especialmente los de bajos ingresos, desean que no trasciendan; aunque en la mayoría de los casos existen pero no los publican.

Los de ingresos medios-altos han aportado información completa por la cual se conoce que, para el conjunto de su oferta laboral, estaba en esa precaria situación durante el año 2008 -última información completa disponible- 8% de la respectiva población activa; a la vez que desdoblada entre la masculina el índice era de 7,3% y para el colectivo femenino llegaba a 10%. Se aporta para ese último adicionalmente el de instrucción de los respectivos “parados”, en el cual curiosamente no son los más perjudicados quienes no han completado el ciclo primario (37,3%) pues los superan los que interrumpieron el ciclo intermedio (43,2%) y, como era lógico suponer, en último término los que no llegaron a recibirse por haber abandonado los estudios en el terciario o universitario, donde dicha proporción se reduce a 17,9%.

El área geográfica donde se verifican los índices más desfavorables corresponde a Asia Menor y norte de África, donde la media general asciende a 10,6%; siendo algo menor en el sector masculino (9%) pero notoriamente elevado para la parte femenina (21,6%). En cuanto al grado educativo, se verifica la lógica pues los que interrumpieron su ciclo primario son amplia mayoría (51,6%), mientras los que no terminaron el ciclo medio cubren 34,5% y los que abandonaron en el tercero, apenas 12,1%.

Los datos más favorables en todos estos aspectos corresponden a la franja compuesta por los 33 países de mayor ingreso anual por habitante, ya que el indicador general aparece con 5,9% de desocupados; para los varones ligeramente menor (5,8%) y de 6% para el colectivo de mujeres. Éstos corresponden a los que no completaron el ciclo medio 41,5%; el primario 35,3% y los sin terminar el terciario una sorprendente proporción, por lo elevada, de 25,5%.

Los datos desagregados de la precitada última franja, que corresponde a los 19 países que componen el área monetaria unificada del euro, exhibe varias diferencias respecto a la mencionada precedentemente que también integran, pues los “parados” generales se elevan a 7,5%, aunque diferenciados por 6,8% en la franja masculina y 8% para la femenina.

Hay una notable paridad entre los que no finalizaron en el ciclo primario (41,4%) e intermedio (42,9%); y los que no terminaron el terciario sólo 14,9%.

La situación de desempleo en Argentina
En la misma fuente informativa -el Banco Mundial-, los datos corresponden a dos períodos: 1990-92 y 2005-08; en la desocupación sin distinción de género ascendió, respectivamente a 6,7% y 7,3%. Desagregada por sexo, al masculino le correspondió 6,4% y 6%; mientras el femenino aparece con 7% y 8,9%. En consecuencia, el incremento neto general de la desocupación fue causado exclusivamente por problemas surgidos por el menor nivel de ocupación femenino, lo cual resulta extraño pues en el segundo período se verificó un ritmo mucho más elevado de actividad económica. En cuanto al grado de estudio de los desocupados durante el período mas reciente, 48,1% no finalizó la escuela primaria, 36,7%% la intermedia y 15,3% el ciclo terciario.

La información actualizada es la compilada por el Indec. Dicho organismo dejó constancia de que a partir del segundo trimestre del año 2014 se registró un marcado deterioro que se reflejó en el incremento de los referidos índices, lo cual persistió hasta fines de dicho año pues con posterioridad, o sea en 2015, se ha logrado una promisoria recuperación. En efecto, durante el tercer trimestre del año 2013 dicho indicador ascendía a 6,8% e incluso en el cuarto trimestre descendió algo más para ubicarse en 6,4%.

Con posterioridad, en 2014, volvió a crecer en el primer trimestre a 7,1% y en los tres subsiguientes a 7,5%; pero esa tendencia se revirtió en 2015 hasta ubicarse en 6,6%. El Indec también divulgó lo que sucedía en la jurisdicción de las principales ciudades de las 23 provincias y en la Capital Federal al cierre del tercer trimestre 2014. Mediante tal análisis se conoció que Córdoba era la jurisdicción más castigada pues exhibía el mayor índice de desocupación: nada menos que 11,6%, obviamente afectada por la fuerte caída de la industria automotriz debido a la baja derivada de las muy inferiores exportaciones con destino a Brasil, país que está sufriendo una fuerte recesión que se extenderá por lo menos a todo el año 2016. En los lugares inmediatos siguientes figuraron Rosario (9,3%), Mar del Plata (8,9%), Gran Buenos Aires (8,7%) y La Plata (8,2%). No obstante, Santa Fe estaba bastante debajo con 7,4%, Tucumán (6,2%), Mendoza (5,8%) y la Capital Federal (5,5%). Aún por debajo se alinearon otras siete ciudades con porcentajes inferiores, siendo dos de ellas portadoras de marcas excepcionales en materia de desocupación: San Luis (1,9%) y Formosa (1,6%).

Manteniendo el escalonamiento precitado, en el año en curso en todo el territorio nacional y sus ciudades hubo una mejoría que causó una baja generalizada de 25,9% en los indicadores del año 2014, con lo cual se hizo posible que el índice volviera a ubicarse en 6,6%, que es considerado muy bueno, incluso en el ámbito internacional, pues se están viviendo tiempos muy difíciles que, se estima, recién comenzarán a revertirse a partir de 2017 y en forma progresiva.

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