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La feminista de Bizancio

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Gobernó en pie de igualdad con su marido, influyendo en uno de los textos legales capitales de la historia jurídica.

Por Luis R. Carranza Torres

Pascua del año 527, 4 de abril, en la ciudad de Constantinopla. La Capital del Imperio romano de Oriente o Imperio Bizantino y principal ciudad del mundo, por entonces, que se engalanaba para celebrar la coronación del nuevo emperador, luego de la muerte de Justino I.Pero en tal ceremonia no es un monarca, sino dos los que ciñen la corona imperial. Uno es el sobrino del difunto monarca, Justiniano. La otra es su esposa, Teodora.
Se trata, esta última, de una de las mujeres más destacadas de la historia mundial, así como poco reconocida. Llegaba al trono imperial con un pasado de actriz, bailarina, mímica, comediante, prostituta e hiladora de lana. Para casarse con ella, el nuevo emperador, cuando todavía era un oficial de la guardia imperial, tuvo que nombrarla patricia primero, y luego derogar una ley que prohibía el matrimonio de oficiales imperiales con mujeres que hubieren desempeñado oficios u ocupaciones considerados bajos.

Por deseo de su esposo, Teodora no fue emperatriz consorte, sino una soberana por derecho propio, su igual, además de su principal consejera y colaboradora. Justiniano era un hombre que, pese a sus orígenes campesinos, había recibido una esmerada educación en Constantinopla y estaba considerado un intelectual. Teodora, si bien carecía de formación, era una mujer inteligente, astuta y, sobre todo, tremendamente ambiciosa, a la par de muy vivida.
Ella era hermosa, segura de sí misma y aguda; él, reservado, poco dado a sonreír y no tan agraciado. Sin embargo, «él estaba dedicado a ella, y se tenían una confianza mutua absoluta», según el historiador Robert Browning autor del libro «Justiniano y Teodora».
Bajo el reinado de ambos, Bizancio vivió una época de esplendor político, militar y cultural. Se incorporaron los territorios de áfrica, sur de España y la propia Italia. Las artes y ciencias tuvieron un periodo de lucimiento.

El derecho no fue ajeno a tales brillos. Se compiló y sistematizó el Derecho Romano, en una tarea monumental que implicó el estudio de cientos de documentos y leyes romanas, por más de una decena y media de expertos jurídicos de la época que analizaron los textos originales de unos 2.000 libros, incluidos los edictos imperiales bizantinos y las leyes romanas latinas.
Lo que hoy conocemos como Corpus JurisCivilisfue una empresa hecha por partes. En el año 529 se reunieron todas las constituciones imperiales desde Adriano hasta sus días, clasificándolas por materias bajo el nombre de Codex Iustinianus o Código de Justiniano.
Luego se encargó a Triboniano, por entonces quaestorsacripalatii, junto a otros dieciséis juristas, sistematizar las opiniones más célebres de los escritos de treinta y nueve jurisconsultos romanos. Tal compilación se denominó Digesto o Pandecta.

En tanto se llevaba a cabo la recopilación del digesto, se redactó un tratado elemental de derecho para su enseñanza «a la juventud deseosa de estudiar leyes», el que fue también dirigido por Triboniano junto a Teófilo y Doroteo, tomando como base varios textos clásicos, en particular las Institutas de Gayo. El 21 de noviembre de 533 por la constitución ImperatoriamMaiestatem fueron publicadas, otorgándoseles fuerza legal, pese a su carácter de obra didáctica, el 30 de noviembre de ese año.
Un año después, bajo el nombre de Codex repetitaepraelectionis, vio la luz pública, por materia y orden cronológico, los rescriptos de los emperadores que reinaron desde Adriano hasta Constantino I y los edictos y leyes de los sucesores de este emperador hasta el reinado de Justiniano.

La emperatriz no fue ajena a tal proceso de elaboración jurídica. Las secciones que se refieren a las mujeres revelan la influencia de Teodora, en particular cuando se trata de su estatus legal. Asimismo, en las leyes posteriores a la sistematización su presencia es aún más evidente.
Entre las normas dictadas bajo su impulso se destaca que el Corpus recogiera que «la prostitución es una agravio a la dignidad de las mujeres», derogando las leyes vigentes de protección del proxenitismo. Otra de las innovaciones de gran impacto fue la equiparación de derechos de los hijos, cualquier fuera su origen, incluso respecto de lo relativo a la herencia. Aumentó los derechos de las madres sobre los hijos y de las esposas en caso de divorcio. Asimismo se estableció la pena de muerte para el delito de violación y la prohibición que las mujeres pudieran ser muertas por cometer adulterio.

En virtud de dichas normas, el estatus de las mujeres en el Imperio bizantino se elevó muy por encima del de las mujeres de la época en el Medio Oriente y Europa.Es por ello que Teodora, a la par de resultar una gran figura femenina del Imperio Bizantino, con justa causa tenida como una pionera del feminismo en la historia universal.
Teodora murió en el año 548, a la edad de 48 años. De su esposo, que la sobreviviría hasta el 565, se dice que nunca nadie lo vio llorar tan amargamente como en su funeral.

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