ESCUCHARResulta indispensable analizarla en procura de poder evaluar los factores que inciden, no sólo en los niveles de ingresos de esa naturaleza, sino también para mensurar el significado de la participación por parte de cada instrumento en la conformación del total de dichos recursos.
La Dirección Nacional de Investigaciones y Análisis Fiscal (Ministerio de Economía), sistemáticamente, hace conocer en los primeros días de cada mes un cuadro en que se expone en detalle la recaudación de los diversos tributos de esa jurisdicción, aportando información fidedigna sobre los ingresos de dicha naturaleza correspondientes al mes inmediato anterior. Además realiza una comparación con igual lapso del año precedente y del mes. También se detalla lo obtenido en último mes conocido como también el acumulado de lo transcurrido del año.
En su parte inferior, se utiliza para exponer en qué forma se distribuye lo recaudado entre la Administración Nacional, el Sistema de Seguridad Social y la Coparticipación Federal que se gira al conjunto de las 23 provincias y la Capital Federal, según lo establece el régimen legal respectivo. Esta información constituye la primera y más actualizada de las que se publican oficialmente en materia económico-financiera, siendo un instrumento de gran valor para analizar o detectar particularidades en los diversos ámbitos que convergen a la consumación de la actividad en el cortísimo plazo.
Si bien el detalle ínsito consigna datos de 17 instrumentos tributarios, sólo tres (IVA, Ganancias y Aportes y contribuciones de seguridad social) cubren en conjunto nada menos que tres cuartos de los ingresos totales; mientras los 14 restantes, también sumados, representan el cuarto complementario. Cuando se encare la tan anunciada cuan retrasada reforma tributaria integral, será el momento oportuno para reducir su número a no más de la mitad, sin perder ni un ápice de lo ingresado.
El comportamiento de los principales tributos
El de mayor rendimiento individual es el impuesto al Valor Agregado (IVA), típico gravamen sobre los consumos, de fuerte propensión a su traslación hacia esa última etapa. Éste ess seguido por las Contribuciones de seguridad social y el impuesto a las Ganancias; ambas cifras de rendimiento muy semejante y, tras ellos – pero a gran distancia-, se ubican los Derechos de exportación e importación, el que recae sobre Créditos y débitos en cuenta corriente y los tres diversos que gravan los combustibles, los cuales, cabe aclarar, deberían ser unificados.
Salvo un impuesto bien concebido sobre el Patrimonio global de las personas físicas que sustituya el tan poco funcional como de bajísimo rendimiento que implica el vigente sobre Bienes Personales, no debiera existir ninguno más. Ello coadyuvaría a hacer mucho más efectiva la gestión recaudatoria y verificatoria que ejercen la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la Dirección General Impositiva (DGI) y la Dirección General de Aduanas (DGA). Al margen de lo que se concrete en jurisdicción nacional, es indispensable coordinar la respectiva carga con las vigentes y originadas en los fiscos locales.
El tributo de máximo rendimiento, como ya se ha mencionado, es el IVA, que aporta alrededor de 28% del total ingresado y, en la medida que recae sobre la actividad interna general, lo administra la DGI; mientras el resto lo recauda la DGA por corresponder a transacciones de comercio exterior en ambos sentidos (importaciones y exportaciones).
En segundo lugar aparecen las de Seguridad Social (Aportes Personales y Contribuciones Patronales) que tienen afectación específica para financiar en forma exclusiva el régimen nacional de jubilaciones y pensiones.
En tercer término, y a muy escasa distancia, se encuentra el mal llamado impuesto a las Ganancias, del cual cabe advertir que incluye un esquema de tasas progresivas, lo que cual hace recaer exclusivamente a los contribuyentes individuales, por tanto sólo genera 36,4% del total recaudado por dicho tributo, ya que el 63,6% restante surge de aplicar una tasa proporcional de 35% y es de mucho mayor efecto protraslativo pues sus contribuyentes y obligados son, casi en su totalidad, empresas constituidas como sociedades de capital.
Tales instrumentos, durante el período de diez meses (enero/octubre de 2015) representaron, en conjunto, al igual que en los años anteriores, nada menos que 80% del total general. En el lapso referido su rendimiento superó en 31,7% a igual período de 2014, pero ello ha sido mérito de lo sucedido hasta el noveno mes pues en el décimo se opera una reducción porcentual del incremento interanual respecto de aquel tramo precedente de tres trimestres, equivalente a 10%.
Para advertir la escasa trascendencia unitaria de los subsiguientes se puede mencionar que el colocado en cuarto término corresponde a los que gravan el Comercio exterior (importaciones y exportaciones), los cuales fueron los principales y casi excluyentes en los primeros 50 años de vida institucional pero, con la introducción de otros de mayor rendimiento, han ido perdiendo significación y en la actualidad llegan apenas representar un modesto 7,5% del total.
Tras este último, ocupando el quinto lugar aparece un tributo de bastante reciente creación, el impuesto sobre Créditos y Débitos en Cuentas Corrientes Bancarias, cuya finalidad es exclusivamente fiscal y representa un muy modesto 6,2% del total general. Una confirmación indiscutible de la muy poca capacidad técnica con que se legisla en esa área corresponde al caso del que ocupa el sexto rango pues se trata de tres gravámenes que recaen sobre los combustibles, que deberían figurar unificados junto a otros tantos artículos, ya que representan un insignificante 2,4% del general.
Esa calificación puede adjudicarse, sin duda alguna, a los que cubren los tres últimos escalones pues aun sumados apenas aportan 16,1% y, por supuesto, el resto que permiten llegar a 17 instrumentos (siete rubros) que entre todos suman apenas 3,9%, razón por la cual resulta obvio que no tienen razón de ser.
Lo lamentable es que no haya en los ámbitos gubernamentales nacionales voluntad alguna de imponer un criterio más moderno y funcional que prescinda de una serie de instrumentos vetustos y virtualmente inútiles, que deberían ser drásticamente eliminados.
Noviembre
El aspecto más notorio lo constituye el descenso porcentual del incremento interanual que sólo asciende a +27,2%, merma que equivale a 14,3%, se reitera por segundo mes consecutivo y está localizado en significativas bajas relativas en lo redituado por Ganancias y muy especialmente en los Aportes y contribuciones. Mientras los Aportes personales registraron un incremento interanual de 30,9% (-15%), para las Contribuciones patronales el aumento fue 27,3%, ampliando la brecha con un muy alarmante -26,6%.
En el caso de Ganancias, se puede admitir que para noviembre los ingresos provienen sustancialmente de anticipos sobre el ejercicio todavía en curso; pero las fuertes bajas en los instrumentos de Seguridad social que tienen relación directa con los niveles de ocupación, al no haber baja en este aspecto, hacen presumir que la retracción obedece a retrasos en lo respectivos depósitos, que antes se hacían puntualmente.
Y ello se puede agudizar en diciembre pues en ciertos contribuyentes y obligados constituye un incentivo a la mora la divulgación de un proyecto de ley que establece un “blanqueo” de deudas hasta fin de año.
Un indicador interanual revelador se refiere a la tendencia de los precios minoristas, sobre los cuales la Confederación Argentina de la Medina Empresa (CAME) ha revelado que, a valores constantes, en noviembre las ventas minoristas crecieron en términos absolutos +1,7%, dato importante para verificar que, respecto a dicho mes, las causas del menor crecimiento interanual de la recaudación tributaria tienen muy poco asidero lógico, siendo oportuno verificar el nivel de cumplimiento para determinar el grado de confiabilidad que merece esa información oficial.
Otro factor nada despreciable se vincula con el entonces inminente cambio de equipos gubernamentales y el tiempo que necesitarán los recién llegados para operar con eficiencia.
Debe tenerse muy en cuenta en el mes referido, que las tres principales fuentes tributarias aportaron 81,1% del total ingresado en noviembre, razón por la cual la baja relativa que comenzó a insinuarse en octubre se acentuó en noviembre y abre un gran interrogante para diciembre.
Si no se revierte la tendencia rápidamente, se hace harto probable que el desequilibrio en las cuentas públicas nacionales se acentúe aún más.
Del total recaudado en noviembre ppdo., que ascendió a 129.489,3 millones, a la Administración Nacional le correspondieron $55.527,5 millones, cifra superior a la percibida un año atrás en +23,4%; lo girado al conjunto de provincias, $36.181,5 millones (+31,8%) y a Contribuciones de seguridad social $ 32.671,9 millones (+30,6%). Si se opta por analizar el acumulado de once meses, el mencionado en primer término ha sido destino de $612.688,9 millones, con un incremento interanual de sólo +26,1%; mientras a los fiscos locales les correspondiieron $374.171,7 millones, con una suba de +35,9% con respecto al año precedente, y a Seguridad social recalan $353.713,1 millones (+35%).
Al proporcionar este tipo de información mensual, anual, acumulada y comparativa con un año atrás llama mucho la atención que no ofrezcan una explicación racional y satisfactoria al siempre menor incremento interanual de los fondos que se transfieren a la Administración Nacional. Y esa brecha no es pequeña pues en noviembre ppdo. era de 8,4%, equivalente a –37,7%; y en el acumulado de se vuelve más amplia aún pues llega 11,3%, que implica un caída de nada menos que 43,3%.
