Por Karina Zeverin Alfieri (*)
Conocidos mundialmente como los mejores violines de toda la historia, aun los Stradivarius, ejecutados por manos inexpertas, son instrumentos que potencialmente pueden desarmonizar una sinfónica. Con este paralelismo ambicioso, pero no poco auspicioso, quisiera hacer referencia a la digitalización del Poder Judicial de Córdoba.
Esta tan ansiada despapelización de los expedientes a los letrados litigantes nos ha liberado de importantes cargas circunstanciales tales como cargos de hora y colapsos por desperfectos de impresión, entre otros. Sin embargo, ha puesto sobre nuestra cabeza la necesidad imperiosa de nuevos aprendizajes. Un esfuerzo superlativo para los letrados de otras generaciones, una inversión en tecnología en plena crisis económica y la despersonalización de nuestra tarea cotidiana.
No obstante, necio sería no afirmar que la digitalización del Poder Judicial, afinadamente ejecutada, podría potenciar el rendimiento y productividad de la mayoría de los colegas, con ello beneficiar a nuestro público -los justiciables- y, así, ensalzar la administración de justicia toda.
Pero una orquesta que se precie de tal requiere del profesionalismo y compromiso de todos quienes la conforman. Así las cosas, la descoordinación entre quienes debimos aggiornarnos en semanas, en contraposición a aquellos que vienen componiendo las partituras desde hace años, nos coloca hoy al borde de una situación de colapso.
La presencialidad distribuida del personal del Poder Judicial, la no unicidad de criterios y, por sobre todo, la falta de “ensayo” de esta orquesta que conformamos todos, genera demoras evitables, inseguridad jurídica y pérdida de tiempo -paradigma que precisamente quiso evitarse-.
Tedioso sería ahondar en detalles procesales ejecutados en el acorde equivocado pero sería injusto no subrayar que si el objetivo de esta modernización era facilitar la tramitación de las causas, hoy se ha logrado burocratizar lo sencillo mediante la deficiente ejecución del sistema del expediente electrónico, en algunos fueros más que otros, y siempre dependiendo del músico que deba interpretar su “solo”.
Hay fueros que aún no comprenden el sistema, otros funcionarios que no fueron adecuadamente capacitados y otros que, en “ropa cómoda”, juegan a las escondidas ante la recepción de las presentaciones.
Las cabezas del Poder Judicial lo saben y han bregado por un mayor esfuerzo de los ejecutores, no obstante, aún el resultado es tosco y la armonía, disonante.
Con urgencia necesitamos que la orquesta que conformamos todos esté a la altura del instrumento que nos han facilitado, pero para ello no hay más tiempo que perder. La fecha de la gala se aproxima y para quienes estamos en la vidriera de la justicia -los abogados- esta necesidad es “para ayer”.
Lo que a la desprevenida lectura de cualquiera parecería una crítica destructiva, lejos está de serlo. Como inicié el texto, destaco que tenemos el Stradivarius, sólo nos resta afinarlo para que suene tal como fue concebido para hacerlo.
(*) Abogada. MP 1-34216. Titular del estudio jurídico Zeverin & Asociados.
Clarísima la comparación Dra. Agrego que la tecnología nos ofrece un potencial enorme en la facilitación de los procesos pero si no hay una mejora cultura colaborativa del sistema así como de la apertura al aprendizaje del sistema judicial, difícilmente podrá estar a la altura de un servicio social digno.
Excelente reflexión
La platea agradecida