martes 26, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

La cuarta Revolución Industrial y el auge de la carrera armamentista, en el horizonte del próximo decenio

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Por Salvador Treber

Con China, Estados Unidos y Alemania como protagonistas estelares, la nueva carrera por el liderazgo absoluto de la economía mundial aparece con crecientes riesgos de conflictos armados, lo que genera una justificada inquietud

La confrontación desatada con China por el presidente estadounidense Donald Trump desembocó en una renovada “carrera armamentista” de magnitud tal que no se conocía desde el final de la Guerra Fría. Resulta muy llamativo pues los ingentes gastos militares actuales contrastan con los de fines del siglo XX, cuando se redujeron a las cifras más bajas de toda la segunda mitad de ese siglo, US$996 miles de millones. Desde entonces han venido “trepando” de forma tal que a fines de 2010 ya ascendían a US$1,37 billones. En los dos últimos años los mismos se incrementaron hasta totalizar la sorprendente cifra de US$1,82 billones.

El nuevo escenario previsto hasta 2030
A mediados del año 2015, la Secretaría de las Naciones Unidas se comunicó con Beijing para informar que, por su sorprendente crecimiento de los últimos años, habían pasado a encabezar a las restantes nueve mayores economías del mundo. Lejos de celebrar, las autoridades chinas respondieron que “los festejos” serán cuando alcancen su máxima meta actual, que estriba en lograr disponer de la mayor renta “per cápita” del planeta; lo cual esperan alcanzar para fines del año 2030.
Desde hace una década la conducción china presta especial interés a evitar que siga creciendo el endeudamiento del país y ello ha incidido en el ritmo de crecimiento de su economía. Cabe advertir que -por ser el máximo fabricante de manufacturas en el ámbito ecuménico- los consumidores no han vacilado en acentuar su vinculación con el gigante asiático pues también surge como creciente demandante de aquéllas. Por ello, la más reciente ralentización china incidió en dicho mercado, siendo los países de la Unión Europea los que vienen registrando las más preocupantes bajas, unidas a pronósticos cada vez más alarmantes. Este proceso simultáneo -que está en plena marcha- actualiza y ratifica lo sucedido en la economía japonesa a partir de 1992.

La referida información, que obligó a atender preferentemente el mencionado escenario, surgió de estudios realizados en el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, ente muy reconocido por sus valiosos estudios al respecto. Por lo tanto, lo que desde entonces pasó a ser una anécdota histórica significa en los hechos que los chinos están empeñados en elevar en ese corto lapso el nivel de ingresos de todos los integrantes de su población. En tal contexto, han encarado un programa de reeducación de 350 millones de agricultores para que accedan a diversas especialidades industriales para dotar al país de mano de obra con muy alta capacidad y, además, la construcción de 25 nuevas ciudades para su traslado.
Esa virtual Tercera Revolución Industrial le permitirá triplicar su actual nivel del producto bruto interno, superando ampliamente el acumulado de las nueve subsiguientes economías; a la par de lograr un explosivo incremento de la productividad.
Los analistas estiman que el cumplimiento de tales metas le aseguraría a China un liderazgo indiscutible para todo lo que resta del presente siglo, marcando un sorprendente testimonio de la admirable voluntad de progreso que anima actualmente a dicho país. Un “salto” de tal magnitud superaría a todo lo conocido y la expectativa crece cada vez más en todos los ámbitos.

La plena integración del gigante asiático al mundo más desarrollado se ha concretado en un plazo relativamente breve y superando todo tipo de obstáculos Pueden recordarse al respecto episodios como el peligroso enfrentamiento naval en el estrecho de Taiwán (1996) o el derribo de un avión-espía estadounidense en su mar circundante. Asimismo, China persistió en su voluntad de aportar al orden ecuménico como un “accionista responsable”; voluntad ésta que avala con su participación en la salvaguarda de la paz internacional aun en oportunidad de las provocaciones derivadas de los conflicto de Vietnam que, en forma sucesiva tuvieron como protagonistas a Francia y Estados Unidos.
Si bien la deseada convergencia se ha tornado imposible por las reiteradas actitudes del presidente Trump, quien -sin prueba alguna- acusa a China de robar propiedad intelectual, buscar desplazarlos de mercados que siempre habrían sido atendidos por ellos y liderar fraudulentamente una “agresiva” e injustificada actitud que s-egún sostienen- requiere permanecer siempre muy alerta .para “evitar sorpresas”.
Desde Beijing, sin aludir a esas expresiones, recuerdan que para el reintegro de Hong Kong por el Reino Unido tras cien años de ocupación ilegal no vacilaron en aceptar un régimen especial de elección de sus autoridades locales por otros 50 años.
El gobierno chino no oculta su sospecha de que Estados Unidos fue y sigue siendo protagonista, a veces oculto, de actos de provocación abierta para bloquearlo y desacelerar su ascenso. Además, muy enfáticamente, señala que fue la crisis económica mundial que estalló en agosto de 2008, la que retrasó a EEUU, mientras que en China coincide con un período de gran crecimiento que -en vez de perjudicarlos- lo han convertido en su principal contendiente.

Lo que se avizora
El presidente del Banco Popular de China, que oficia como banca central y regulador del mercado financiero, procedió a incrementar la tasa de interés para ponerla a tono con las recientes decisiones de la Reserva Federal estadounidense, tal como ha sido su modalidad desde hace dos décadas. En dicho entorno esperan un cierto grado de desaceleración en el ritmo de expansión y el coincidente encarecimiento del crédito especialmente para las pymes, que en China son las que atienden la demanda de su mercado interno en alrededor de 60% ; mientras en EEUU, Japón y Alemania lo hacen en algo menos de 50%.
En la actualidad, a todas ellas se les ha complicado enormemente acceder a suficiente crédito debido a las restricciones que vienen imponiendo los gobiernos y al desvío parcial, aunque muy significativo, de tales recursos hacia la economía de los respectivos Estados y sus empresas por considerar a éste mucho más seguros en tiempos difíciles como los actuales. En China, aún antes, a las empresas privadas siempre les costó lograr financiamiento, pero las nuevas restricciones impuestas hace seis meses se han convertido en un muy fuerte golpe que les cuesta mucho absorber. Parece que esa nueva situación obedece a un cambio de objetivos y la fijación de otras prioridades prevalentes.
La única amenazante “nube negra” es el nuevo y acelerado proceso de continuo incremento del gasto militar, como ya se ha referido al comienzo de esta nota. Actualmente, en promedio, por habitante en el nivel ecuménico esa peligrosa carrera se ha extendido y generalizado de tal forma que ya ha llegado a representar el equivalente de US$241 por cada una de los 7,5 millones de personas que habitan el planeta Tierra.

Estados Unidos lidera esa “carrera” pues el rubro que creció hasta significar el equivalente a 36,1% de su gasto público federal; luego se ubica China, aunque con una proporción menor pues representa 13,4% de su gasto total. Respecto a los demás países, en Arabia Saudita cuatro por ciento de su PBI que representa la mayor proporción del gasto militar respecto del total; seguida por Rusia (3,8%), India (3,7%) y Francia (3,3%). En un escalón más abajo aparecen el Reino Unido (2,7%); Japón (2,6%) y Corea del Sur (2,2%); mientras en Sudamérica lo encabeza Brasil (1,7%) y Argentina aparece con un muy modesto 0,52%.
Quizá más adecuado para orientar la investigación en este aspecto es hacer comparaciones entre las respectivas erogaciones militares totales por país durante la última década. En Estados Unidos esa finalidad ya ascendió a US$670 miles de millones, con lo que supera ampliamente al segundo, China, que aparece con US$236 miles de millones, es decir, tres veces menos. Por lo tanto, dicha afectación obedece a los objetivos que priman en sus cumbres gubernamentales. El país asiático está prioritariamente empeñada en triplicar su PBI y para lograrlo requiere un “mundo de paz”.

Por otro lado el desproporcionado y ascendente gasto militar de EE.UU no está respaldado por fundamentos lógicos pues la localización de 34 centros militares en otros países, desde fines de la Segunda Guerra Mundial, no ha logrado justificar razonablemente la adquisición de armamentos cada vez más sofisticados y menos aún, la inusitada tensión que generan.
La “carrera armamentista” en el mundo capitalista es alentada por empresarios que han hecho de ella su principal factor de crecimiento y en cuanto a acumulación de ganancias pero sin evaluar los crecientes riesgos que la misma supone. Es obvio que la gestión de Trump, muy peligrosamente, alienta la confrontación y ello acrecienta los riesgos sin tomar en cuenta que un conflicto de tal magnitud puede destruir el planeta en muy pocos minutos.

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