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La angustia del pasado

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La humanidad se enfrenta a los desafíos que presenta el rediseño del mundo tras la pandemia que nos agobia. De su resolución dependerá el futuro de un mundo que acostumbra a esconder bajo la alfombra los problemas que no ha sabido o querido resolver. Problemas que complejizan las relaciones entre las personas y los pueblos y que engendran todas las guerras. 

Una de esas tragedias sin tiempo ocupa un lugar preponderante en la historia y la preocupación de esta columna. 

Hemos denunciado hasta el hartazgo la vasta red de complicidades que rodea la compraventa de seres humanos con destino al trabajo esclavo, la explotación sexual, el tráfico ilegal de órganos con destino al mercado de trasplantes: el uso de seres humanos en atroces experimentos de laboratorio que abonan el avance de la industria armamentista.

Esos conflictos no han podido saldarse. ¿Es una locura soñar con la posibilidad de construir un espacio de encuentro para intentar sentar en una mesa de reconciliación a colonizadores y colonizados? Es decir, tratar de aliviar las angustias del pasado.

Otra vez recurrimos a la memoria histórica. Viajamos al pasado. Hoy el destino es África. A la Escuela Primaria Thiers I, en Dakar, Senegal -ligada al capítulo pedagógico de la Fundación Thiers y sostenida con los aportes económicos de la Association des anciens pensionnaires et amis de la Fondation Thiers-, para asistir a una reunión simulada de la Conferencia General de la Unesco, protagonizada por niños que ofrecieron al mundo material suficiente para disparar el debate que esquivan las naciones firmantes del Tratado de Berlín de 1885, cuando Europa se repartió África. 

Lo que se leerá a continuación es el argumento de una obra teatral fantástica escrita -insistimos- por alumnos de 12 años de edad y personal docente de la entidad anfitriona,  que puede ser utilizado como material de lectura o modelo de libreto para una representación de teatro y debate posterior en los niveles educación primario, secundario o normal y hasta universitario.

Pongamos manos a la obra. El maestro de ceremonia acaba de reclamar silencio y se atenúan las luces de sala… 

Presidente: Hablaremos ahora sobre el papel que ha sido desempeñado en el pasado por nuestros países en relación con la esclavitud en África y lo que debemos hacer en el futuro.

Delegado de Burkina Faso: Europeos, ¿por qué vinieron a nuestro país a cambiar simples botellas de alcohol, barras de hierro y fusiles viejos por seres humanos? Ustedes -portugueses, holandeses, ingleses, franceses, árabes-, todos ustedes compraron y vendieron esclavos negros para su propio beneficio.

Delegado de Camerún: Ustedes arrancaron de sus hogares a 12 millones de hombres, la flor de nuestro continente. Los lanzaron en las calas estrechas de los barcos de esclavos para un viaje sin retorno. ¿Es ésta la forma como deberían tratar a hombres como ustedes?¿Hombres que no les habían causado daño?

Delegado de Europa: Admitimos que procedimos mal. En esa época había guerras interminables, bandidos, bucaneros y piratas en todas partes. Lo único que tenía sentido para ellos era acumular riquezas.

Presidente: África acusa también a los asiáticos de traficar con esclavos en todo el Sahara y a lo largo de las costas de África.

Delegado de los Estados árabes: Nosotros los asiáticos llegamos a África muy al principio. Algunas veces compramos esclavos como nuestros sirvientes. Sin embargo, desde el nacimiento del Islam, nuestros esclavos han sido bien tratados. Reconocemos que todos los hombres son iguales ante Dios. Nuestros hermanos africanos son nuestros amigos.

Presidente: Los europeos vendían esclavos en las Américas.

Delegado de las Américas: Nosotros cambiábamos esclavos por los artículos de nuestras plantaciones. Los hacíamos trabajar durante muchas horas en condiciones difíciles. 

Delegado de Haití: Hablamos en nombre de los descendientes de antiguos esclavos. Aún no hemos olvidado todo el daño que han causado a nuestros antecesores. Tenían que trabajar como bestias de carga; eran encadenados, eran azotados y padecían hambre.

Presidente: Delegados de África, Europa, Asia y las Américas se han referido a muchas penalidades, amarguras y muertes. Pero todo ello pertenece al pasado. Los hombres que causaron estos males han muerto. Los esclavos también han muerto. Fueron nuestros abuelos quienes estuvieron involucrados, no nosotros, los que vivimos ahora… Nos hemos reunido para reconciliar nuestras diferencias. Delegados de Europa y de las Américas, ¿qué pueden decir ustedes para borrar el daño que infringieron a los otros continentes? 

Delegado del Reino Unido: Fuimos nosotros los primeros en abolir la esclavitud.

Delegado de Francia: Víctor Schoelcher nos ayudó a poner fin a la esclavitud. Luchamos para vivir de aquí en adelante con comprensión y paz.

Delegado de las Américas: Luchamos contra los europeos para ganar nuestra independencia. Una vez libres, liberamos a nuestros esclavos. Estamos tratando de erradicar el racismo.

Presidente: Es África la que ha sufrido. África es la que debe perdonar y olvidar.

Delegado de África: Al hablar de reconciliación, reconocemos nuestra parte de responsabilidad por estos sufrimientos. Algunos de nuestros jefes les vendían a ustedes a nuestros compatriotas. Esto fue una mala acción pero quizá no lo habrían hecho si hubieran sabido cómo iban a ser tratados por ustedes… Sin embargo, los tiempos han cambiado y ustedes han cambiado también. Así que perdonamos y olvidamos el lamentable pasado.

Delegado de Haití: Nosotros, los descendientes de antiguos esclavos, hemos proclamado nuestros sufrimientos en voz alta y con claridad. Finalmente el mundo ha escuchado nuestro clamor. Ahora que nos reconocen ustedes como seres humanos iguales a ustedes, reconciliémonos. Olvidaremos todos los daños causados a nuestros antecesores. 

Presidente: Ahora que los delegados de los diferentes continentes han expresado sus puntos de vista y que la comprensión mutua se ha fortalecido, podemos llegar a un acuerdo respecto a la isla de Gorée, la que durante tantos años constituyó el sitio de concentración para el embarque de esclavos a las Américas.

Delegados (a coro): ¡Que la pequeña isla de Gorée ayude a unir a todos los pueblos y naciones! A partir de hoy, pertenece al mundo». 

Hasta aquí el rescate. Fue, probablemente, la acción más importante que se llevó a cabo en el Año Internacional de la Paz (1986), por la fuerza y la potencia intelectual y política de sus autores. Muchos de ellos -aquí y ahora- ocupan lugares estratégicos en sus países o en organismos y entidades de trascendencia internacional. 

A nosotros, expertos en remover el pasado y agitar antiguos fantasmas, nos han quedado repicando miles de preguntas en torno del valor superlativo de las utopías. 

Mucho más cuando vemos con alarma cómo avanza el desierto y el analfabetismo funcional es el blasón que desnuda la pobreza dirigencial.

¿De qué manera se liberarán de la angustia del pasado las naciones representadas? ¿Existen aún formas de esclavitud en pleno siglo XXI? ¿Qué se está haciendo para eliminarlas? ¿Será capaz Córdoba de encabezar este debate que está pendiente?

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