Por Sebastián Heredia Querro (*)
Hacia un Digital New Deal
En su prólogo a Algoritmolandia: inteligencia artificial para una integración predictiva e inclusiva de América Latina, Gustavo Béliz lanza un desafío ciertamente movilizador: utilizar los dividendos digitales para promover la equidad, en el marco de un Digital New Deal para la inclusión. Desafío aceptado.
El ámbito elegido para analizar la posibilidad de un nuevo acuerdo digital en el que converjan inversión y desarrollo será el de la cadena de bloques, una especie de las Distributed Ledger Technologies (DLT) que permite combinar Smart Contracts y la emisión de Tokens, sean tanto los nominados “utility” tokens -ICO- como los “security” tokens -STO-. Más específicamente, se analizará un tipo particular de security token que demanda inmediatos cambios regulatorios para acelerar su adopción y utilización masiva en el ámbito de las finanzas sustentables, en aras de impulsar la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Nos adentraremos en las nuevas posibilidades que ofrecen los blockchain-based green bonds, un tipo de STO caracterizado por la aplicación específica de los fondos recaudados en alineación a los ODS. Un punto de intersección entre blockchain y las finanzas climáticas.
Acelerar las finanzas climáticas
Las finanzas climáticas, verdes o sustentables tienen como objetivo estructurar mecanismos de financiación para proyectos de mitigación, adaptación y resiliencia al cambio climático, que ayuden al cumplimiento de los ODS.
Desde esta nueva mirada, comienzan a pensarse y a diseñarse nuevos instrumentos financieros que incluyen un triple criterio de impacto: medioambiental, social y de gobierno corporativo, bajo cuyo paraguas se incluyen actividades como fondos sustentables, bonos verdes, inversión de impacto, microfinanzas y créditos para proyectos sustentables. Como una nueva sub-disciplina del corporate finance, el auge de las finanzas climáticas puede vincularse con dos fechas relevantes: el 25 de septiembre y el 12 de diciembre de 2015, fechas en las que se suscriben los ODS y el Acuerdo Climático de París, respectivamente. Desde tales hitos, la comunidad de inversores del mundo desarrollado comienza a acelerar el “enverdecimiento” de sus carteras de inversión, generando una oferta de miles de millones de dólares en busca de este muy escaso tipo de proyectos.
Comienza a verse un flujo creciente de capitales comprometidos con iniciativas como los Principios para la Inversión Responsable y la Declaración Mundial de los Inversores sobre el Cambio Climático. El desafío es multiplicar por cinco la cifra de inversiones climáticas (167,2 billones de dólares en 2018, un modesto 2% del total de fondos captados mediante bonos), a más tardar para 2025.
Como contracara de este enfoque proactivo de Smart & Green Money buscando globalmente proyectos “verdes”, también comienzan a avistarse enfoques reactivos impulsados por reguladores e inversores cada vez más preocupados por el impacto social y medioambiental de sus inversiones. El reciente caso contra Exxon Mobil sin dudas será el primero de muchos, muchos otros.
En esta dirección se inscriben los Lineamientos para la Emisión de Bonos Verdes, Sociales y Sustentables de la Comisión Nacional de Valores (CNV), que exigen una mayor transparencia ya que requieren “demostrar que el financiamiento recaudado fue efectivamente utilizado para financiar proyectos con beneficios ambientales o sociales”. Afirma la CNV que existe evidencia de importantes beneficios de tasas para emisores, debido a la fuerte demanda de inversión verde contrastada contra la oferta limitada de estos productos, siendo harto habitual la sobresuscripción.
Así, respecto a la administración y trazabilidad de las “inversiones verdes”, la CNV afirma que estos activos “deben ser asignados a cuentas específicas u otros mecanismos confiables que garanticen la trazabilidad y la transparencia en el uso de los fondos”; y que “los ingresos netos se pueden acreditar a una subcuenta, o rastrearse de otra manera apropiada.”
Es para esta misión que los bonos verdes en blockchain ofrecen un potencial que es, a la vez, una verdadera revolución y una evolución (R/E).
Green blocks: kickstarting the blockchain-based green bonds industry
¿Cómo hacer para evitar evitar el green washing del producto de inversión colectiva y, por otro, garantizar al inversor que el financiamiento recaudado fue efectivamente utilizado para financiar proyectos con reales beneficios ambientales o sociales?
Actualmente, esta medición de impacto de las inversiones verdes depende de terceros que auditan el ciclo de vida de los activos verdes, lo que implica cuantiosos costos de estructura y operación que pueden representar una barrera a la entrada al mercado para emisores pequeños y medianos. En fin, intermediarios éstos que pueden ser “disruptados”, en tanto y en cuanto el valor aportado por la combinación de tecnología e inversión sustentable encuentre una ecuación costo-efectiva de rentabilidad-riesgo.
Pues bien, sin duda alguna la tecnología blockchain está llamada a jugar un papel central, en combinación con otras tecnologías: Internet of Things (IoT) y la Inteligencia Artificial (AI), mix tecnológico que permitirá emitir reportes automáticos que aumentan la trazabilidad de los fondos recaudados con bonos verdes, informando en tiempo real el impacto generado por el proyecto mediante distintas métricas.
Sumada a estos beneficios para el inversor, la emisión de bonos en blockchain elimina intermediarios y permite reducir aproximadamente 10 veces el costo de emisión y estructuración de bonos verdes, lo que permite que más emisores y proyectos más pequeños accedan a un financiamiento masivo y global.
En efecto, por un lado la utilización de blockchain permite digitalizar la confianza mediante el uso de algoritmos matemáticos y criptografía para validar transacciones, reduciendo costos de intermediarios y disminuyendo el tamaño de los tickets de inversión, lo que posibilita ampliar la base de inversores.
Por otro lado, al combinarse con IoT y AI, blockchain permite capturar datos mediante sensores instalados en un activo verde y exponerlos a los inversores en tiempo real a través de su billetera digital, como un nuevo modo de “prueba de impacto” de la inversión verde.
A no dudarlo, la utilización de blockchain en la emisión de bonos verdes tendrá incidencia en tres áreas críticas: (i) estructuración, emisión y distribución; (ii) transferencia de propiedad, pagos y liquidaciones; y (iii) reportes sobre utilización de los fondos y prueba de impacto. En las dos primeras áreas, ya existen antecedentes que serán analizados más abajo.
Bond-i: el canguro disruptivo
El Banco Mundial (BM), junto con el Commonwealth Bank of Australia (CBA), fueron los early adopters de los blockchain-based-bonds en agosto de 2018, en el proyecto que denominaron “Bond-i”. Se trata del leading case en aplicar la tecnología blockchain a todo el ciclo de vida de un bono, desde su estructuración, emisión, distribución, transferencia, gestión de tenencias de los inversores y negociación secundaria.
Este bono a dos años recaudó 110 millones de dólares australianos en su primera serie, ofreciendo un cupón de 2,20% anual, pagadero semestralmente, por período vencido. En agosto de 2019 se emitió una segunda serie por 50 millones de dólares australianos.
La plataforma Bond-i corre en una versión privada de la Blockchain Ethereum, y mediante smart contracts automatizó el proceso de subasta electrónica y book building, entregando informes en tiempo real a los inversores de acuerdo con los distintos permisos de acceso a una red privada pero permisionada, permitiendo auditar todo el proceso de transacciones registradas en la cadena de bloques de manera inmutable. Debe resaltarse que la arquitectura de la blockchain fue auditada por Microsoft.
Para poder acceder a la plataforma Bond-i, los participantes e inversores fueron previamente autenticados por el BM y CBA, realizándose el proceso de Know Your Customer off-chain. La plataforma Bond-i permite el registro de las tenencias sin necesidad de contratar a agentes de custodia, un rápido procesamiento para los inversores sin necesidad de reconciliar datos, que otorga visibilidad total de las transacciones para el BM y emite reportes inmediatos para el regulador bursátil, quien tiene un nodo en la blockchain con facultad de observar las transacciones.
El primer bono verde emitido en blockchain
En febrero de 2019, el banco español BBVA emitió el primer bono verde en blockchain, por un valor de 35 millones de euros, utilizando una plataforma propia que permite al cliente estructurar el instrumento de manera directa, con un enfoque de autoservicio y un proceso totalmente digital, desde la negociación hasta la emisión. El carácter “verde” del bono fue certificado por una second party opinion emitida por DNV GL, entidad de certificación líder mundial.
Se trata de un bono a seis años que busca recaudar fondos para financiar proyectos verdes en el marco de la política de sustentabilidad de BBVA. La emisión fue suscripta íntegramente por la aseguradora Mapfre. Se trata de la séptima emisión de bonos utilizando blockchain que lleva adelante BBVA.
Éste utilizó una versión de HyperLedger Fabric, una blockchain privada permisionada que otorga permisos de acceso sólo a contrapartes autorizadas -e.g., inversores-. El registro de transacciones se hace en la blockchain pública Ethereum Testnet para dar visibilidad total a cualquier observador. Vale resaltar que BBVA ofrece a sus clientes la opción de tener un nodo de la blockchain.
On-chain payments: StableCoins y Central Bank Digital Currencies
Las ganancias de eficiencia que se obtienen por migrar on-chain el proceso tradicional off-chain de negociación, estructuración, emisión, distribución, transferencia, custodia y negociación secundaria son tan evidentes como disruptivas. Sin dudas, se trata de una muestra de una tendencia creciente que “disruptará” varios segmentos en el mercado de servicios financieros que, hasta el presente, han mantenido ciertos privilegios legales de índole regulatoria. Privilegios que representan, en términos antitrust, altas barreras a la entrada de nuevos jugadores y, en términos del Análisis Económico del Derecho, mayores costos de transacción para los agentes económicos.
Ahora bien, el verdadero desafío si realmente se quiere multiplicar por cinco el volumen de inversiones verdes a más tardar para 2025, es que deben progresivamente migrarse on-chain los pagos y liquidaciones de bonos verdes mediante monedas estables o avaladas por bancos centrales. Tanto en el caso del bono “Canguro” como del bono verde de BBVA, los pagos y liquidaciones se siguen haciendo off-chain, es decir, no están automatizados vía smart contracts.
A tal fin, deberá recurrirse al concepto de stable coins, lo que implica hablar de un activo digital en blockchain vinculado con alguna o algunas monedas fiat nacionales, que se las denomina cash on ledger -en lugar de coins- para desmarcarse del riesgo asociado a los criptoactivos en general.
Los grandes bancos están comenzando a emitir sus propias stable coins, como por ejemplo la moneda de JP Morgan: JPMCoin, creada en febrero de 2019, que tiene una paridad 1 a 1 con el dólar norteamericano. Otro caso interesante de stable coin es Fnality, moneda digital que será emitida en 2020 por un consorcio de bancos para transacciones mayoristas interbancarias, respaldada por UBS, Barclays, Banco Santander, BNY Melln, CIBC, Commerzbank, Credit Suisse, ING, KBC Group, Lloyds Banking Group, MUFG Bank, Nasdaq, Sumitomo Mitsui Banking Corporation y State Street. Esta moneda estable está respaldada por reservas en efectivo en cinco divisas: dólar norteamericano, dólar canadiense, libra, yen y euro.
Pero también comenzarán a verse -cada vez más frecuentemente- nuevas monedas digitales directamente emitidas por bancos centrales. Se avizora una carrera digital en la que aparentemente China largará primera, en lo que se conoce como una digital currency electronic payment (DCEP), que correrá en blockchain y busca sustituir las monedas y papeles físicos. Esta moneda digital tendrá una paridad 1 a 1 con la moneda nacional (RMB).
Sea utilizando stable coins o DCEP, el próximo paso es automatizar los pagos y liquidaciones a inversores que compren bonos verdes en blockchain mediante smart contracts que reduzcan el riesgo y los costos asociados a tales operaciones.
Pruebas de impacto: off-chain vs. on-chain + real time + on line
El proceso actual de certificación del impacto de los bonos verdes está delegado a terceros idóneos que realizan auditorías off-chain durante el ciclo de vida del proyecto, informando a los inversores sobre el impacto ambiental del proyecto financiado con el bono. A tal fin, existe un marco armonizado para reportes de impacto de la ICMA en el que se ilustran distintos mecanismos, formularios y métricas de impacto asociadas a los bonos verdes que financian proyectos de energías renovables, de eficiencia energética, de agua y gestión de aguas residuales, de gestión de residuos, de transporte sustentable y edificios sustentables.
La gran oportunidad que blockchain -combinada con IoT y AI- viene a posibilitar es eliminar al tercero intermediario que audita off-chain el desempeño del activo verde, reemplazándolo por series de datos “tokenizados” on-chain trazables, recolectados por sensores estratégicamente instalados en cada activo verde financiado, que se muestran directamente en la billetera digital del inversor, en tiempo real. Sea mediante monitoreo por cámaras o chips introducidos en el activo verde que envían datos “tokenizados” a la blockchain, es posible construir reputación sobre el activo verde creando un vínculo directo entre el inversor y el activo financiado.
En efecto, la prueba de impacto “tokenizada” ya está siendo utilizada por el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (UNDP) en un proyecto sustentable de reforestación bautizado CedarCoin, en el Líbano. El proyecto financia la reforestación con cedros vinculando -encadenando- cada CedarCoin que adquiere un donante a un nuevo cedro plantado. Cada donante puede ver imágenes del árbol que financió y su ubicación precisa vía coordenadas de GPS. Las personas encargadas del cuidado de los nuevos árboles plantados reciben tokens a cambio (Clean Air Life Tokens), que pueden ser cambiados por DAIStableCoins y por bienes y servicios locales. La prueba de impacto es el oxígeno generado por cada nuevo árbol plantado.
Trazabilidad en la utilización de fondos
Sostiene Richard Posner que la confianza es un sustituto imperfecto de la información. Pues bien, es quizás en esta materia en la que blockchain emergerá como una tecnología imbatible, al permitir que los inversores puedan tener una visibilidad y trazabilidad total del uso de los fondos recaudados por el bono verde emitido, con pagos automáticos si el bono recurre a una stable coin en su ciclo de vida.
Las tecnologías DLT en general, y blockchain en particular, permiten generar un registro inmutable del uso de activos “tokenizados” al efecto, o lo que es lo mismo trazar los fondos recaudados y su aplicación mediante data tokens.
Los distintos datos asociados al bono (i.e., monto de suscripción, utilización de fondos, flujos de pagos al inversor, métricas de impacto, etcétera), como cualquier otro activo, pueden ser “tokenizados” y colocados en una blockchain pública o privada permisionada a ciertos nodos que pueden accederla (i.e., inversores, reguladores).
Esto permite sostener que la blockchain facilitará un cambio de paradigma, por el cual el dueño del dato podrá controlarlo end-to-end; en lugar de entregarlo gratuitamente a plataformas que lo monetizan a veces en modos poco éticos. Este cambio de paradigma incidirá profundamente en el mercado de capitales, tanto en instrumentos de renta fija como de renta variable.
Nodos para supervisores bursátiles
Si realmente se desea potenciar las finanzas sustentables y apalancarlas en las nuevas tecnologías para desatar todo su potencial, los supervisores bursátiles deben estar dentro de la ola o, dicho en términos más tecnológicos, deben ser un nodo que pueda tener acceso al historial de transacciones inmutable, para poder auditarlo en caso de ser necesario.
En efecto, la instalación de un nodo por el cual el supervisor -p.ej., CNV, en el caso argentino- pueda tener acceso a la arquitectura de la blockchain en la cual se despliega un bono, sea o no verde, social o sustentable, aumenta la transparencia, despeja riesgos asociados al costoso proceso de KYC y promueve la más rápida incorporación de tecnología a los servicios financieros. En este sentido, la blockchain consorciada como R3 de Corda ya prevé nodos para reguladores que les permiten acceder a cierta información -nodos de observador-.
Fractional ownership: democratizar la inversión de impacto alineada a los ODS
Como conclusión, en virtud de la fractional ownership que la blockchain permite implementar en la arquitectura de los bonos verdes alineados a los ODS -al dividir un bono verde en muchas unidades pequeñas de, por ejemplo, US$10 cada una-, se posibilitará el ingreso masivo de inversores minoristas, ofreciendo así una nueva oportunidad sustentable para dirigir los ahorros y la inversión de las personas comprometidas con los ODS, acelerando en consecuencia las finanzas climáticas.
Los signos de los tiempos indican que es esencial para la supervivencia humana agilizar y democratizar el proceso de inversión de impacto alineada a los ODS, ampliando tanto la base de proyectos invertibles como de inversores. Urge redirigir los dividendos digitales hacia los ODS, en el marco de un Digital New Deal. ¿Qué mejor forma que dirigir la inversión y el ahorro hacia la financiación de proyectos verdes alineados con los ODS a un bajo costo, de modo totalmente digital, trazable y seguro?
Para esta misión tan particular, la cadena de bloques está llamada a jugar un rol trascendental y quizás sea conveniente establecer un sand-box dedicado a negocios y productos de inversión colectiva alineados con los ODS, que permita experimentar con instrumentos de financiación de proyectos sustentables.
(*) Abogado por la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Magíster en Derecho Empresario por la Universidad Austral. Especialista en Corporate Finance y magíster en Finanzas con orientación en fintech por Esade Business & Law School. Director Ejecutivo del Centro de Emprendedorismo e Innovación de la UCC, donde también es director de la Maestría en Derecho de Empresas.