Por Luis Lamberghin / Mediador
La mediación y la negociación son procesos a los que recurren las partes que deciden auto-componer sus posiciones encontradas. Frecuentemente, durante el proceso de resolución del conflicto suelen utilizarse técnicas y herramientas que resultan comunes a los dos tipos de procedimientos, lo que ha generado una creencia de que entre ambos sólo existe una relación de género y especie. Algunos autores, que refieren a la mediación como una negociación asistida por un tercero mediador, lo hacen en relación a la fase del proceso en la cual las partes trabajan en procura de una solución satisfactoria a sus intereses; es decir, cuando se ha alcanzado una transformación en la dinámica conflictiva.
Los conflictos los construyen los individuos, con base en sus modalidades de conocimiento, y los manifiestan mediante el uso del lenguaje ordinario. La realidad conflictiva que cada persona construye es única. Si confía la solución de su conflicto a un negociador, éste desempeñará su rol en defensa de los intereses de la parte que representa. Si, en cambio, la decisión recae sobre un mediador, su atributo de “imparcial” será la llave de acceso para comprender las modalidades de conocimiento con las cuales las partes construyen sus realidades conflictivas.
Las investigaciones realizadas en la Universidad de Padua, Italia, sobre el proceso de mediación, permiten deducir profundas diferencias entre éste y la negociación, y realizan un aporte significativo sobre los fundamentos y la arquitectura del servicio de mediación.
Durante los últimos treinta años, un equipo de estudio de la Facultad de Psicología de la citada Universidad ha desarrollado el método científico que permite comprender las maneras que utilizan las personas para construir una realidad e intervenir en su transformación. El modelo desarrollado tiene sustento en la ciencia dialógica, puede ser replicado a cualquier tipo de conflicto y aporta la metodología para medir la eficacia de la intervención del mediador. El mediador aplica el modelo para conocer de qué manera cada parte construye el conflicto e interviene para generar una tercera realidad orientada a un objetivo prefijado.
La intervención del mediador requiere la utilización de modalidades de conocimiento y estrategias operativas que se derivan de la aplicación de la ciencia dialógica. Su campo de aplicación es el uso del lenguaje ordinario y localiza su objeto de investigación en las configuraciones discursivas.
Los repertorios discursivos recogidos por el mediador desde los distintos entes que interactúan y narran el conflicto, constituyen la materia prima que le permitirá comprender las modalidades de conocimiento con las cuales se configuran las distintas realidades.
Una intervención eficaz se verifica cuando se logra configurar una tercera realidad que no es exclusiva de una de las partes, sino orientada al logro de objetivos que las incluyen todas.
Estos avances definen una arquitectura del servicio de mediación que no depende del arte y de la habilidad de un determinado mediador, sino de una metodología de trabajo que se ajusta a un protocolo de intervención y que es susceptible de ser medido en su eficacia.
Con respecto al negociador, como ya mencionamos, su práctica es la participación en defensa de los intereses de una parte. Esta identificación con los requerimientos de uno de los intervinientes le impiden conocer de qué manera el otro construyó el conflicto, para poder desde esa perspectiva generar una transformación positiva. Esta limitación reduce su intervención a la utilización de las tradicionales técnicas y herramientas de negociación, que se inscriben en un paradigma mecanicista de causa–efecto.
En resumen, las diferencias que separan ambos procesos residen en que cada uno de ellos pertenece a un paradigma diferente.
La mediación se inscribe dentro del paradigma “narrativista”; no investiga el conflicto por sus razones de causalidad, sino que lo hace por las modalidades de conocimiento que lo construyen. Cuando la intervención del mediador es eficaz, los términos del acuerdo al que arriben las partes se inscribirán en el marco de la realidad construida en el proceso y por ello resultarán autosustentables.
La negociación pertenece a un paradigma del tipo mecanicista; se investiga el contenido del conflicto, buscando encontrar razones de causalidad que permitan arribar a un acuerdo, aunque éste -en algunos casos- no resuelva el conflicto.
Muy bueno el artículo Luis, felicitaciones, tu didáctica es más que clara, clarísima. Gracias por compartir. Éxitos con el libro!!! María Cecilia Iosa