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Evaluación sobre la realidad de la industria argentina

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Al conmemorar recientemente el día de la actividad, el titular de la UIA aludió al crecimiento del sector entre 2002 y 2011, aunque advirtió de que ese fructífero período sólo ha contribuido a recuperar niveles de producción per cápita alcanzados en el año 1974.

En oportunidad de conmemorarse, el 2 de septiembre ppdo., una vez más el Día de la Industria, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, quien cumple las últimas actuaciones públicas antes de dar paso a un nuevo dirigente, pronunció el discurso de cierre, en que sostuvo que “desde 2002 hasta 2011 el crecimiento industrial ha mostrado un dinamismo histórico marcando sin dudas un período fructífero”, pero a continuación agregó que “estas cifras muestran que recién recuperamos el nivel de producción per cápita industrial de 1974. Diferentes factores internos y externos han concurrido para obturar aquel dinamismo. El nivel de producción industrial para este año estará 4,5% debajo de las cifras de 2011”.

Es extraño que casi al término de su actual función se cometan errores tan notorios pues hace 41 años se alcanzó el cenit de esa época pero, con posterioridad, luego de transcurrida la penosa década de los años 90, el producto interno bruto (PIB) tuvo un acelerado crecimiento, de manera tal que, según el Anuario Estadístico del Banco Mundial, en dólares de igual poder adquisitivo (PPA), aquél ascendió a US$580 mil millones. Obviamente, en ese contexto, el sector que nos ocupa ascendía a unos US$112 mil millones; es decir, casi tres veces más que entonces (+194,7%).

El mencionado dirigente empresarial cerró su alocución sosteniendo que “es bueno una mirada anclada en los datos objetivos para comprender cabalmente que ni en 2011 vivíamos una panacea ni hoy estamos al borde del precipicio”. Dado que en esa oportunidad compartían la cabecera varios funcionarios e incluso el ministro de Economía Axel Kicillof, cuya respuesta pudo ser más contundente pero se limitó a decir que “Tendría que mirar los números, pero podría decir que, después de 25 años, hemos logrado los argentinos en un corto plazo recuperar la industria nacional”.

En cuanto a requerimientos del sector a satisfacerse en lo inmediato, el dirigente subrayó que la máxima aspiración es lograr una “competitividad sistémica”, a cuyo efecto consideró indispensable encarar una adecuada reforma tributaria, optimizar la infraestructura general, garantizar la disposición plena de energía, respetar régimen federal y ofrecer suficientes fuentes de financiamiento para respaldar el crecimiento sostenido.
El contenido de la exposición de Méndez es poco digerible pues si bien sostuvo que “Desde 2002 a 2011 el crecimiento industrial ha demostrado un dinamismo histórico, marcando un período fructífero”, de inmediato entró en una abierta contradicción al afirmar que lejos de ser un punto de llegada, éstas cifras muestran que recién recuperamos el nivel de producción per cápita industrial de 1974. Este intento de comparar épocas tan lejanas e incluso en moneda extranjera de muy diverso poder adquisitivo, sólo puede explicarse por la pretensión del preopinante de fijar una posición sin sustentarla debidamente.

El mensaje de despedida presidencial
Por su parte, la señora Presidenta, en la noche del mismo día, al compartir una cena por la misma causa en Tecnópolis, pronunció una alocución de 85 minutos en la que sostuvo, ante 3.500 empresarios, que en la actualidad la actividad industrial tuvo “el crecimiento más importante desde 1900 a la fecha”·y que la baja en materia de exportaciones es consecuencia d que “el mundo y los principales socios comerciales se han caído”.

A modo de un virtual legado en el momento de la despedida (el 10 de diciembre transferirá la banda y el bastón al nuevo primer mandatario que surja de las inminentes elecciones), aconsejó enfáticamente que se deberá evitar por todos los medios “volver para atrás”. Muy por el contrario, consideró que “Vamos a tener que hacer un esfuerzo doble en la cohesión entre trabajo y el capital, no para sustituir importaciones, como venimos haciendo, sino también sustituir exportaciones”.

No olvidó recordar que Brasil está transitando un período muy difícil y que en tales condiciones nos traslada algunos problemas por ser nuestro habitual máximo comprador y vendedor. Luego de advertir de que la gestión realizada encontró como principal respaldo “el cambio cultural por el que ahora se sabe que sin industria no hay país y no hay futuro”.

En los párrafos finales contrastó la “fuerte inversión” que han hecho los empresarios extranjeros, que no habría sido acompañada en igual medida por los industriales argentinos en los tiempos más recientes pero a ambos sectores les pidió por igual “que no se olviden de que el motor del desarrollo han sido las pymes”. La exposición insistió en evaluar que se ha vivido un proceso que constituyó “su máximo nivel histórico” y a tal efecto pasó revista resaltando detalles del nivel logrado en otras tantas especialidades. Dentro de los asistentes se advirtieron diferencias entre aproximadamente la mitad que acompañaron con aplausos de aprobación todo el tiempo, mientras la otra mitad lo hicieron respetuosa pero muy selectivamente.

La generación y el destino de las divisas
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ha proporcionado información estadística referida a la evolución de 10 rubros en la producción industrial durante el período 2000/2014, que permite apreciar fehacientemente el saldo comercial de esas 10 ramas que, obviamente, son las más significativas. Llama mucho la atención que sólo dos de ellas dan superávit, ya que las restantes presentan permanentes resultados negativos; al igual que el saldo de cada año.

Aquéllas corresponden a Grasas y aceites, que en el año 2000 aportaban US$1.627,5 millones netos y alcanzó su nivel superior en 2011 con US$6.960,2 millones para luego descender a punto tal que en 2014 aportó apenas US$4.440,3 millones. El otro rubro, el más importante, se refiere a Productos alimenticios, que en el año 2000 aportaba US$ 3.022,7 millones evolucionando en forma ascendente hasta que en 2014 llegó a US$ 16.178,9 millones. En ambos casos, a juzgar por lo sucedido en los primeros cinco meses de 2015, exhiben una merma interanual de 11,8% y 24,4%, respectivamente, que agudizan la notoria escasez de divisas.

De las ocho que exhiben balance deficitario, el rubro de Máquinas y material eléctrico los encabeza en el lapso de las dos décadas analizadas pues en el año 2000 el déficit ya era de US$7.060,5 millones pero en 2013 alcanzó su cifra máxima con US$16.358,8 millones, que se redujo en 2014 a US$15.790 millones que, según los datos de enero-mayo 2015, exhibe una ligera merma adicional de -4,5%.

La segunda área en consumo de divisas es la correspondiente a Productos químicos, que en el año 2000 requirió US$2.416 millones y su límite máximo se dio en 2013 con US$4.336,6 millones, que bajaron el año siguiente a US$-4.123,3 millones (-4,9%) pero en los cinco primeros meses de 2015 se incrementaron apelando a términos interanuales 22,9%. Luego se ubican las Materias plásticas artificiales, que en el año 2000 requerían US$1000,2 millones, cifra que llegó a un pico de US$4.336 en 2013 para luego descender a US$-4.123.3 millones durante el año siguiente, y volver a crecer en los cinco meses considerados de 2015, pues superan idéntico lapso de 2014 en 7,9%. A continuación se alinean en el orden que se mencionan los cinco items restantes, ordenados en forma descendente: Papel, Materias textiles, Metales comunes, Material de transporte e Instrumentos y aparatos de óptica, fotografía y varios.

Lo importante de esta descripción es que los dos rubros generadores de divisas por sus saldos anuales positivos cubren muy parcialmente las necesidades derivadas de los ocho deficitarios y que los importes de ese desequilibrio son muy importantes. La menor cifra negativa dentro de las dos décadas se verificó en el ejercicio 2009 (de crecimiento nulo) con apenas US$ -763,1 millones, mientras que la máxima fue en el año 2011 con US$ -10.634,9 millones. En 2013 ese resultado cayó a US$ -8.923,6 millones y en 2014 volvió a descender a US$ -5.588,9 millones, pero en los cinco primeros meses de 2015 se advierte un muy significativo “salto” interanual que excede a igual período del año precedente en nada menos que +69,7%.

Dado que en el primer trimestre del corriente año, según elaboración del Indec, el PIB exhibió una tasa positiva de 1,1% y en el segundo subió a 1,8%, puede suponerse que esa tendencia se afianzará y muy probablemente el incremento total llegue a 4% con una actividad industrial en plena recuperación. A su vez, las perspectivas, según los analistas, es que para el año 2016 ese índice sea holgadamente superado.

Lo real es que entre los años 2002 y 2011 se plasmó un proceso de continuo crecimiento que sólo sufrió una pausa en el año 2009. Según el Indec, ello permitió en esa década más que doblar el producto bruto industrial (+ 131,6%) y, si bien durante el cuatrienio posterior y hasta mediados de 2015 esa curva implica un cierto grado de paralización, se bajó el nivel máximo precedente en sólo 5%, por lo cual el período completo (2002-2015) con +126,3%, constituye, sin duda alguna, el más dinámico de la actividad industrial desde el año 1900 en adelante.

La falta de crecimiento en los recientes años, más que consecuencia de la recesión mundial tuvo como principal causa la situación que viene transitando Brasil y, muy especialmente, su industria automotriz que en la actualidad afronta una caída de 21,4%. Como las 11 empresas que operan en el ramo han complementado su actividad productiva con la que desempeñan sus filiales instaladas en nuestro país, operando a pleno generaron en Argentina aproximadamente 6% de su PIB. La conducción ha preferido disminuir al mínimo la introducción de unidades del exterior y ello, obviamente, ha repercutido negativamente pues cabe recordar que constituye la actividad industrial más significativa.

No obstante, después de varios meses muy críticos se ha logrado afrontar esa situación virtualmente sin mayor receptividad externa, registrando en los meses de junio y agosto ppdo. una recuperación plena ya que se superó la producción de similar lapso de 2014. Ello nos hace menos dependientes del mercado brasileño y nos ayudará a discutir en otras condiciones un nuevo convenio plurianual que sustituya el vencido en junio, prorrogado sólo por un año; es decir, hasta fines de junio de 2016.

Seguramente será una de las tareas más importantes que deberá encarar la nueva administración nacional que asuma el 10 de diciembre próximo.

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