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Estrellas y neumáticos Michelin: la relación que pocos conocen

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Por Sergio Castelli (*) y Candela Saieg (**)

A veces, nos encontramos con empresas que, a primera vista, parecen dedicarse exclusivamente a un tipo de producto o servicio y resulta sorprendente descubrir que, en realidad, tienen una gama de actividades completamente diferentes. Un ejemplo de esto es Michelin es una compañía reconocida mundialmente por su producción de llantas de alta calidad; lo que muchos no saben es que Michelin también tiene una presencia significativa en el mundo de la gastronomía.
Además de su fabricación de neumáticos, Michelin ha incursionado en el ámbito culinario a través de una de sus divisiones más sorprendentes: una editorial que produce la célebre Guía Michelin. Esta guía no sólo se ha establecido como una referencia en el mundo de la alta cocina sino que también es famosa por otorgar las codiciadas Estrellas Michelin a los restaurantes que demuestran una calidad y excelencia excepcionales en su cocina. La Guía Michelin se ha convertido en un estándar de prestigio en la gastronomía global, influyendo en la reputación de chefs y establecimientos alrededor del mundo.
La historia de Michelin comienza en Clermont-Ferrand, una ciudad situada en el corazón de Francia. Fue en el año 1889 cuando los hermanos André y Édouard Michelin decidieron fundar una empresa dedicada a la fabricación de neumáticos, marcando el inicio de lo que eventualmente se convertiría en una de las marcas más reconocidas en la industria automotriz.
En aquel entonces, el país contaba con menos de tres mil vehículos, lo que representaba un mercado con un potencial significativo para el crecimiento y desarrollo del sector.
Para ayudar a que la industria automovilística creciera y al mismo tiempo apoyar a su propia empresa, los hermanos Michelin decidieron crear una guía útil para los conductores. Así nació la famosa Guía Michelin, que se publicó por primera vez en Francia en agosto de 1900.
La primera edición de la guía no sólo incluía mapas detallados para ayudar a los conductores a no perderse, sino que también ofrecía instrucciones sobre cómo cambiar una rueda, información sobre dónde repostar gasolina y, lo más importante para aquellos que necesitaban un descanso, un listado de restaurantes y lugares para quedarse.
El objetivo de Michelin no era sólo promover sus neumáticos sino también hacer que los viajes en coche fueran más fáciles y agradables para todos. Así, esta guía se convirtió en una herramienta valiosa para los viajeros, y con el tiempo, se hizo conocida en el mundo entero no solo por su utilidad en carretera, sino también por su influencia en la gastronomía y el turismo.
Durante 20 años, la Guía Michelin se distribuyó de forma gratuita. Sin embargo, un día André Michelin, al visitar un taller de neumáticos, descubrió que sus guías estaban siendo usadas como calzas para un banco. Este hallazgo le hizo pensar que tal vez la gente no valoraba suficientemente la guía porque no tenía que pagar por ella, por lo que tomó la decisión de comenzar a vender la Guía Michelin a un precio de siete francos.
En la edición de 1923 de la Guía Michelin, se incluyó una nueva sección titulada “Hoteles y restaurantes recomendados”. Ésta fue la primera vez que se mencionaban restaurantes independientes en la guía, ya que hasta entonces sólo se listaban los restaurantes que formaban parte de hoteles.
Dado el creciente interés en la sección de restaurantes, los hermanos Michelin decidieron dar un paso más para asegurar la calidad de las recomendaciones. Contrataron a un equipo de comensales anónimos, conocidos hoy como “inspectores”, para que visitaran y evaluaran los restaurantes sin revelar su identidad. Estos inspectores se encargaban de realizar evaluaciones detalladas y objetivas de los lugares que visitaban, garantizando así que las recomendaciones de la guía fueran de alta calidad y fiables para los lectores.
En los inicios, la guía comenzó a valorar con estrellas la calidad de los establecimientos de restauración, solo otorgaban una estrella para resaltar la calidad y buena comida de un lugar. Con el paso del tiempo y la creciente competencia en el rubro de restaurantes, Michelin decidió ampliar la clasificación y elevar los puntos a evaluar para los estos lugares.
Actualmente, La Guía Michelin considera cinco puntos para no otorgar u otorgar entre una y tres estrellas a un restaurante, siendo: calidad de los ingredientes usados, dominio de los sabores y técnicas de preparación, la personalidad del chef en sus alimentos, valor por el dinero gastado y la consistencia entre visitas.
Una estrella: Cocina de alta calidad, merecedor de una visita
Dos estrellas: Cocina excelente, merecedor de desviarse un poco de nuestra ruta para una visita.
Tres estrellas: Cocina excepcional, merecedor de un viaje especial para visitar dicho restaurante.
Hoy en día, la Guía Michelin se ha establecido como una autoridad global en el mundo de la gastronomía. Su reputación se debe a su firme compromiso con los lectores y a un proceso de selección muy riguroso que se lleva a cabo de manera consistente en todo el planeta. Este proceso es realizado por inspectores anónimos, quienes son profesionales altamente capacitados y entrenados. Estos expertos visitan los restaurantes de forma discreta y aplican los mismos estándares y métodos de evaluación en todos los países. Gracias a su enfoque meticuloso y uniforme, la Guía Michelin ofrece recomendaciones confiables y de alta calidad para los amantes de la buena comida.

() Agente de la propiedad industrial (*) Abogada

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