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El precio de la creatividad

Por Sergio Castelli* y Tobias Larregui**
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Pharrel Williams y Robin Thicke se incorporaron al imaginario colectivo por su tema Blurred Lines, prolíficamente publicado en formato de video musical. De melodía pegadiza y chicas semidesnudas, le otorgaría al dúo su reconocida notoriedad en 2013. Tonos aflautados y un gracioso toque funk le dieron la aprobación del público, y con ello devino el éxito y todo lo que desea y puede soñar un artista. Blurred Lines conseguía mantenerse en los primeros puestos de los rankings internacionales a la par que explotaba en los múltiples escenarios mundiales, llegando a vender 6,5 millones de copias sólo en Estados Unidos.

Nadie imaginaria, ni siquiera remotamente, que el vertiginoso ascenso se convertiría en estrepitosa caída, y que aquello que alguna vez fue motivo de orgullo y de cuantiosas ganancias, ahora sería motivo de un conflicto legal por violación de derechos de autor. La Justicia federal de Los Angeles, en su veredicto de marzo de este año, ha determinado que el tema Blurred Lines es un plagio de la obra Got to give it up, creada por Marvin Gaye en 1977, haciendo lugar a la demanda instaurada por sus herederos y condenando al dúo a pagar 7,3 millones de dólares en concepto de daños.

No resulta inusual que temas musicales exitosos provengan de plagios, es casi habitual en el universo de la música. Burdos y elaborados, los ha habido de todo tipo; entre los segundos tenemos aquellos tan bien enmascarados que han logrado salir victoriosos aun bajo la lupa en arduas batallas legales; el plagio inteligente, lo llamaban algunos.

Hoy en día, mal que nos pese, son estos hechos de renombre los que permiten acercar los derechos intelectuales a las demás ramas jurídicas y a la gente ajena a la disciplina. El derecho de autor está ahí, existe, sólo espera que no renunciemos a él. Quién hubiese pensado que un autor fallecido en 1984 hoy tuviese su más grande éxito gracias a su creatividad plasmada en su obra, la cual no fue renunciada ni olvidada por sus herederos.

Contamos con herramientas legales internacionales para la protección de los derechos intelectuales, como el Convenio de Berna, sumado a la continua lucha que viene llevando a cabo la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Resta asumir la “propiedad intelectual” como patrimonio valioso, muchas veces casi inconmensurable.

Por su parte, Pharrel Williams y Robin Thicke difícilmente tomen esto como un golpe a su economía ya que las regalías del tema fueron ampliamente superiores a lo que hoy se les ordena pagar a los herederos de Marvin Gaye.

Sin duda, seguirán luchando en los estrados judiciales para rever la decisión, aunque el verdadero motivo no sea ya reivindicar la paternidad de “su obra” sino mantener la reputación y credibilidad de sus seguidores, para lo cual difícilmente exista precio.

* Agente de la Propiedad Industrial. ** Abogado

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