ESCUCHARPor María Victoria Cavagnaro* y Natacha Jaureguiberry**
En un Estado de derecho, los ciudadanos encomiendan a los abogados la defensa de sus derechos y semejante empresa exige del profesional un riguroso análisis de las posibles vías de resolución. Ante ello, aparece habitual recurrir al proceso judicial como única o primera alternativa para solucionar las disputas; por lo que intentar otros y diversos caminos es, hoy por hoy, un alentador y motivador desafío.
Ante tal situación, el abogado de este siglo XXI requiere indefectiblemente de una formación que brinde soluciones rápidas, ágiles y más satisfactorias ante el reclamo de la sociedad.
Dicho de otro modo, deviene necesario transitar de un paradigma del conflicto y del litigio a uno distinto, donde prevalezca una cultura colaborativa, de consenso, aplicando para ello conocimientos y prácticas que permitan encontrar nuevas y mejores soluciones.
Los abogados, conforme lo expresaba el maestro Remo Entelman, formados a partir de una única lógica, quedan perplejos frente a aquellas situaciones de enfrentamiento de pretensiones incompatibles, que no siendo prohibidas –pero configurando igualmente un conflicto-, tienen la particularidad de que ambas partes tienen derecho. Este tipo de conflicto no es objeto de estudio para la ciencia jurídica y tampoco se incluyen en la formación brindada tradicionalmente en la carrera de abogacía.
Ergo, emerge la necesidad de gestar una enseñanza orientada a provocar un cambio de basamento cultural, que propugne la puesta en marcha de medios adecuados de solución de conflictos, sin forjar y construir una falsa e ilusoria creencia de que a través de ellos puede darse solución a todos y cada uno de los problemas que abruman a la sociedad.
Lo expuesto nos encuentra comprometidas a través de la ejecución de un proyecto seleccionado por el Ministerio de Justicia de la Nación, por medio de un Programa de Fortalecimiento en Áreas de Vacancias (PFAVA) de las Carreras de Abogacía. El proyecto del cual somos parte, que se lleva a cabo desde la Universidad Nacional de Río Cuarto, siendo el único seleccionado en la provincia de Córdoba en materia de Mediación y Resolución Pacífica de Conflictos. La responsabilidad y el entusiasmo nos acompañan en semejante desafío, el que se encuentra en curso, con excelentes y alentadores resultados.
La finalidad de dicho proyecto se orienta a brindar al estudiante de la Carrera de Abogacía y -en definitiva, al futuro profesional del derecho- herramientas propias de los métodos pacíficos de resolución de disputas, con la meta de otorgar instrumentos que faciliten la comunicación, la cultura del diálogo, la generación del pensamiento lateral a la hora de la construcción de opciones de solución; en otras palabras, una especie de cartabón, que permita una nueva visión del conflicto, re-significando el rol del abogado en el sentido de un colaborador activo y comprometido en la construcción de la pacificación social.
En este punto de inflexión, compartimos el pensamiento de Martín Böhmer, por cuanto las nuevas necesidades sociales apelan a una formación jurídica que honre las nuevas demandas de nuestra sociedad y que, como tal, potencien el desarrollo de capacidades y competencias para encontrar la mejor interpretación de las normas, para concebir y encontrar la mejor definición que favorezca los intereses de su cliente, siendo esta la más eficiente y justa, a través del tránsito de las mejores alternativas de solución.
Junto al compromiso abordado desde la educación, es necesario contar con políticas públicas que insten a un cambio en los marcos normativos y en las estructuras organizacionales, que promuevan la puesta en marcha de otras formas participativas de solución de conflictos.
Se perciben vientos de cambio, miradas renovadas, mentes preparadas para el desafío que está por venir. Anhelamos que quienes se encuentran involucrados y comprometidos en la formación de los profesionales de Derecho colaboren en la gestación de una nueva mentalidad social, donde los conflictos sean resueltos bajo el criterio de oportunidad, eficacia y eficiencia, y donde prime la pacificación social como lema en la búsqueda de soluciones, que inspiren una sociedad libre de violencia, donde el diálogo sea un baluarte al que todos apostemos con firme convicción.
(*) Coordinadora del Centro Judicial de Mediación de Río Cuarto. Profesora de la Cátedra de Mediación, Negociación y Arbitraje de la Carrera de Abogacía (UNRC)
(**) Docente y Coordinadora de la Carrera Profesorado de Ciencias Jurídicas, Políticas
y Sociales (UNRC)
