Federico Giesenow, economista y ex integrante del IIE de la Bolsa de Comercio
El inicio formal del canje de deuda en default detonará en el corto plazo la posibilidad concreta para Argentina de salir a gestionar crédito en el mercado externo a una tasa de un dígito y, paralelamente, permitirá a las provincias y a las empresas fondearse en dólares para cubrir necesidades de financiamiento o de inversión a un costo acorde con sus capacidades de pago. No obstante, las turbulencias de los últimos días en países de Europa, pese al anunciado salvataje a Grecia, sensibilizaron los mercados y generan incertidumbre sobre el panorama de corto plazo para el canje y la búsqueda de fondos en el mercado.
“Las perspectivas del canje siguen siendo buenas. De todas formas habrá que seguir de cerca la evolución de algunos países con una baja en la calificación de sus deudas”, indicó a Comercio y Justicia el economista Federico Giesenow, especialista en mercado de capitales y con siete años de trabajo en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
“En los últimos días ha habido un poco de turbulencias con lo que fue la baja de la calificación soberana de Grecia, Portugal y España. Causó mucho ruido en el mercado financiero, al punto de impactar fuerte en las Bolsas de los principales países desarrollados. De todas formas, cuando uno ve las Bolsas de países como Brasil o Argentina, el impacto no fue tan agudo y en general el riesgo país de los emergentes no se vio tan alterado”, indicó.
“En el corto plazo las perspectivas para el canje siguen siendo buenas. Obviamente, un empeoramiento de las condiciones del crédito internacional motorizado por lo que puede llegar a pasar en Grecia o un contagio posible en Portugal o España, causaría algo de ruido que tal vez permita que los bonistas logren una tasa un poquito mejor que la que el Gobierno está ofreciendo”, agregó. Y precisó: “Sin embargo, en el corto plazo no habría ningun riesgo, porque en general, el grueso de los bonos los tienen los bancos que quieren hacer el canje porque los han comprado a 11 centavos y hoy estan prácticamente a un valor de 50 centavos de dólar por cada dólar original de deuda. Para los bancos es un negocio fantástico y para Argentina es un muy buen negocio porque le vuelve a dar esperanzas de salir al mercado internacional. En el actual escenario de restricción fiscal, de déficit, de problemas de las provincias, de una inflación alta que genera reclamos salariales cercanos al 20 o al 30%, en ese escenario la esperanza de poder volver a salir al mercado internacional de deuda a una tasa de un dígito, es un anhelo de cualquier gobierno en esta situación”.
– ¿Cómo podría impactar esta crisis renovada en algunos países europeos, en la tasa del canje y de las provincias que pretendan salir al mercado?
– Si el canje se desarrolla tal como está previsto y no hay una nueva noticia en Grecia, tal vez no afecte demasiado, o el costo sea ínfimo. En lo que respecta a la salida al mercado de capitales tanto de la Nación como de las provincias para buscar nueva deuda, el costo es muy difícil de predecir. Pero tengamos en cuenta que Ciudad de Buenos Aires, cuando se anunció que Argentina iba a retomar el canje, aprovechó ese buen momento para colocar deudas en dólares a 12%. Eso ya nos da una pauta de qué es lo que el mercado internacional convalida. Es una tasa de la Ciudad de Buenos Aires, cuya situación fiscal es un poco más holgada que la de otros distritos. En realidad ese 12% es caro porque se logró en un escenario donde las tasas en Estados Unidos y en el mundo están en un nivel históricamente bajo y cuando Grecia había salido de los problemas y todavía estaba bastante calma. En ese sentido, creo que el timing de (Mauricio) Macri para colocar la deuda fue el ideal. Ahora el resto de las provincias van a tener que competir en tres aspectos: con la Nación en el mercado internacional, con estos eventos de Europa y con la tasa que logró Ciudad de Buenos Aires. Si yo fuera inversor internacional, le presto a la Ciudad de Buenos Aires que es uno de los distritos más serios, tal vez con problemas pero que tiene un poder de negociación un poco mayor que otras provincias; si a ese distrito le cobro un 12% en dólares, a una provincia como Formosa o Chaco obviamente le voy a pedir más. Con Córdoba o Santa Fe habrá que negociar, pero es prácticamente imposible lograr tasas menores al 8 ó al 9% en jurisdicciones subnacionales.
Otro rumbo
Después de siete años como economista del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Giesenow dejó el cargo y ya analiza posibles destinos de corto plazo.
“Los primeros días de abril la Bolsa de Comercio decidió finalizar mi vínculo laboral luego de siete años de labor profesional como economista en la institución. Desde entonces estoy como asesor de clientes particulares y continúo con la última etapa de una certificación internacional en Finanzas, muy reconocida fuera de Argentina, el Chartered Financial Anales (CFA). Es un título que ha crecido en importancia en el mercado financiero internacional y que incluso ha desplazado a muchos posgrados en Finanzas.
– ¿Por qué se desencadenó su salida?
– A fines del año pasado en el Instituto de Investigaciones Económicas se dieron una serie de eventos que llevaron al recambio del por entonces director Raúl Hermida. Con el advenimiento de la nueva Dirección, hubo algunos cambios en las políticas de trabajo del Instituto, en especial en lo referido a los objetivos finales que se buscan con el material desarrollado. Se pasó de objetivos académicos a otros más comerciales. Se entremezclaron intereses personales con institucionales que podían afectar la credibilidad de la tarea profesional.
Además, se dio un creciente control desde el área política de la institución sobre el contenido de los trabajos de los investigadores, situación que en particular me infundía una sensación de permanente incomodidad. También observé la labor de una consultora cuyos trabajos tenían elevada similitud con reportes e informes del IIE, cuya propiedad generaba dudas y comentarios permanentes.
La decisión de expresar mi disconformidad con esos temas y manifestar a la Dirección mi oposición incluso con las condiciones laborales de los economistas, fue desgastando la relación hasta llegar a un límite.