domingo 24, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El abuso psicológico en el comportamiento de grupos

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Por Lic. Andrea Queruz Chemes*

¿Por qué en contextos terapéuticos?¿Qué condiciones psicológicas, cognitivas y sociales reúne la víctima? ¿Cómo es el proceso de captación de ella? ¿Cuáles son las características de la relación pseudoterapéutica?
Cuando pensamos en el comportamiento de grupos de manipulación, la tendencia es a relacionarlos directamente con sectas o con células pseudoreligiosas, los cuales, a su vez, se encuentran aislados, al margen de la sociedad en la que estamos inmersos y que, por tanto, nos serán fácilmente identificables como para no sentirnos vulnerables a ellos.
Sin embargo, la diversificación de grupos de similares características, a los que podemos llamar genéricamente grupos de manipulación, pueden estar camuflados bajo formas aceptadas socialmente, por lo que difícilmente despierten sospecha inicialmente.

Las necesidades de distinta índole, las crisis personales, los conflictos propios de la condición humana -que, a su vez, nos impulsan a la superación de nosotros mismos- son generadores de malestar significativo y hasta afectan nuestra salud. La reacción humana más beneficiosa es aceptar aquello que nos está pasando y buscar acompañamiento de especialistas capaces de ayudarnos a atravesar exitosamente esos momentos. Las creencias individuales, la formación y las personas de confianza suelen guiar nuestras elecciones.
Las opiniones compartidas socialmente que el comportamiento de grupos de manipulación, de sectas o pseudoterapéuticos sólo se circunscriben a ejercicio ilegal de profesionales o de terapias alternativas, es una distorsión de la realidad que nos deja indefensos ante una posibilidad semejante.
A su vez, pensar que un tratamiento terapéutico oficial o alternativo permanece inmune al dogmatismo o práctica desleal y, en este sentido, es equiparable a pensar que cualquier religión oficial está exenta de conductas desviadas, constituye un espejismo.

El abuso psicológico en contextos terapéuticos
Por empezar, no se puede hablar de una relación profesional sino pseudoterapéutica, en la cual cobra protagonismo el abuso psicológico sobre el cliente o paciente. Éste pasa a ser cosificado, pierde su condición de persona y es tratado como objeto al que se puede manipular y usar. Es decir, el respeto por la persona, su autonomía y su dignidad son borrados en pos de torcer su voluntad para beneficios propios del manipulador.

La vulnerabilidad como precursor
En el comportamiento de estos grupos, el victimario -que no actúa solo- primero ha identificado aproximadamente cuál es el perfil de su potencial víctima y el ardid para atraerla. Una vez generado el contacto, puede conocer aspectos psicosociales, necesidades y motivaciones de tal manera que se muestra condescendiente y receptivo, puede generar empatía y confianza, que luego será posible reproducir con otros miembros del grupo con más facilidad, y de esa manera disipar cualquier duda que se le presente a la víctima respecto de la continuidad junto a sus pares.
El victimario, líder y sus socios se encuentran en una posición de poder superior o bien la generan mediante alguna diferencia real y por medio del uso de mecanismos manipulatorios, persuasivos y coercitivos que los utiliza para obtener beneficios propios que ninguna relación tienen con el objetivo terapéutico. Una vez generada la confianza, el fin es lograr ejercer un control pleno sobre los pensamientos, sentimientos y volición de la víctima, que se encuentra en su momento de vulnerabilidad. De ese modo, ella irá aislándose de sus grupos de pertenencia originarios al ser reemplazado por aquel otro del cual su guía ha creado.

Características del vínculo pseudoterapéutico
Se estimula la creencia ciega más que el pensamiento reflexivo y el crítico del paciente o cliente, de tal manera que todo lo que tiene aval en el grupo de características manipuladoras pasa a estar bien, sin poder ser cuestionado.
Se trata de grupos cerrados o encriptados que no promueven la autonomía del paciente-objeto sino, por el contrario, buscan anular toda posibilidad de su pensamiento, volviéndolo confuso y frágil; mientras no pueda valerse por sí mismo encontrará toda respuesta en ese grupo que actúa como sustituto de su identidad.
El consentimiento informado no existe pues implicaría otorgarle la capacidad de decisión, que la misma práctica ilícita bloquea.
La relación entre víctima y victimario en este particular se circunscribe a una relación de poder asimétrico que fuerza una relación de dependencia simbiótica de la víctima respecto del victimario; en tal sentido constituye, a su vez, una relación de violencia.

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