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Los problemas que plantea el denominado “Pacto de Viena”

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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Por Salvador Treber

El denominado “Pacto de Viena”, sobre armas nucleares de máximo poder destructivo, que comenzó con la iniciativa de Barack Obama cuando era presidente de Estados Unidos, concitó por un lado a Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania para conciliar con Irán un régimen estrictamente controlado debido a las peligrosas intenciones iraníes de disponer en su arsenal de proyectiles termonucleares de máximo alcance. Por tal causa, la actitud de actual mandatario Donald Trump, rompiendo unilateralmente el acuerdo, dejó consternados a todos los que habían concurrido a hacerlo efectivo.
Por supuesto, todos los demás ratificaron la voluntad de consolidarlo para alejar el peligro que dicha posesión presupone. Mientras Estados Unidos informaba que dispondría de todas las medidas de contralor que ya antes habían regido, las restantes cinco potencias hicieron pública su firme decisión de mantener el convenio como la mejor forma de garantizar la paz en Medio Oriente. Por su parte, el presidente iraní, Asan Rohani, declaró solemnemente que seguirá cumpliendo con el acuerdo en todos sus puntos, con igual convicción que en 2015, cuando originariamente se suscribió e inició su vigencia.

Por su parte, el secretario del Tesoro estadounidense, con intención inversa, concedió 180 días para que todos los empresarios iraníes que habían celebrado contratos con el Estado o privados del país yanqui los liquidaran de inmediato y concluyeran todo tipo de relación, retirándose definitivamente. El presidente Trump no disimuló sus intenciones rupturistas al catalogar el acuerdo como “un desastre” pues, según su criterio, no definía qué pasaría con posterioridad al año 2020. Además, advirtió que no consideraría su estricta neutralidad frente a la preocupante situación reinante en Siria y Yemen.
En cambio, ofreció (sin consultar a sus ex aliados) un nuevo pacto, que éstos rechazaron rotundamente por evaluar que sus condiciones no son las indispensables. Ratificando su actitud, Trump agregó: “Los iraníes dicen que se niegan a firmar un nuevo acuerdo. Está bien, yo diría lo mismo si estuviera en esa posición. Pero queremos hacer un nuevo pacto que permanezca y sea bueno también para la población de Irán”. Tal actitud no fue previamente advertida a los restantes asociados ni tampoco mencionó con precisión las cláusulas que le merecen objeciones. Tampoco hizo propuesta alguna para mejorarlas. En consecuencia, los ex aliados se mostraron muy ofendidos por el accionar unilateral que desprecia los esfuerzos realizados.

Su actitud fue muy lamentable y se estima que ello fue posible debido a la constitución de un gabinete de funcionarios que, en algunos ámbitos, son calificados como “halcones”. Los analistas se han mostrado muy contrariados, ya que esa accidentada gestión no es nada favorable para promover un eventual acuerdo con Corea del Norte, que ya posee un arsenal de cohetes teledirigidos portadores de cargas de máxima potencia. Los representes alemanes y franceses procuraron evitar o -como mínimo- suspender una decisión en contra de Trump, pero éste se mostró totalmente intransigente y aceleró la ruptura.

Las inexplicables actitudes de Donald Trump
Su fuerte temperamento no constituye ninguna novedad pues hizo algo muy semejante al autoexcluirse del Pacto del Pacífico, que en su momento logró contar con el concurso de 12 países de ambas costas -por un lado, las asiáticas Japón, Corea del Sur, Filipinas Vietnam y Camboya, y -por el otro-las americanas Canadá, Estados Unidos, México, Perú y Chile.
Obama, anterior primer mandatario estadounidense y también máximo artífice de este acuerdo, al respecto señaló que se trata de una zona “caliente” y que no hay que descuidar ningún flanco de la misma. Ni tampoco aislarse.
Trump no prestó atención a nadie y en ambos casos actuó muy equívocamente. Corea del Norte no es un peligro potencial eventual sino una muy presente y tangible realidad, que no se esfuma con las amenazas de “borrarla” que esgrimió Trump, pues antes de “desaparecer” podrían lanzar sus misiles atómicos y hacer lo propio en Estados Unidos, ya que disponen de suficiente alcance. Obama no hesitó al manifestar su convicción de que poner en serio riesgo el acuerdo nuclear sin que medie ninguna violación de la contraparte “es un muy grave error”. Los expertos coinciden en afirmar que el mundo no puede quedar expuesto a los improvisados arrebatos de un presidente temperamental e imprevisible.

Ya antes de que Trump adoptara su posición por medio de un discurso pronunciado desde la Casa Blanca, los llamados Guardianes de la Revolución Iraní, una milicia de élite, por medio de su segundo jefe hicieron saber que su país está preparado para transitar “los escenarios más peligrosos”.
“Nuestros enemigos, incluido Estados Unidos, el régimen sionista (Israel) y sus regímenes títeres en la región (aludiendo a Arabia Saudita) deben tener muy presente que la nación iraní se ha preparado para afrontar los escenarios de amenazas más peligrosos”, afimaron.
El acuerdo vino a proporcionar tranquilidad a toda el área y no le prohíbe a Irán que disponga de proyectiles sino que limita su poder de carga y, dentro de ciertas modalidades tampoco lo priva de construir o adquirir aeronaves con suficiente alcance en el exterior. Ello se complementa con un virtual calendario al respecto, pues tras ocho años y medio podrán instalar hasta 30 centrifugadoras de gran potencia. Pero también se establece que cada dos años podrán sumar otras de igual o nueva tecnología.
Paralelamente procedieron a movilizar fondos que habían procedido a congelarle a Irán y que correspondieron a ventas de petróleo y sus derivados a diversos países.

Según los términos del acuerdo, a Irán le está prohibido producir una bomba de esa naturaleza, pero si -pese a todo el país- violara esa norma contractual e intentara construir una bomba termonuclear, la sanción prevista sería una estricta intervención y la extensión de la prohibición por 15 años adicionales que estas normas garantizarían.
No debe olvidarse que el acuerdo surgió como consecuencia de los enormes avances tecnológicos que se fueron sumando y, por consiguiente, el mayor peligro que ello puede generar. Según Trump, sería imposible ejercer un control efectivo y total, por lo que pretende hacer creer que ello lo llevó a la ruptura unilateral. Como eso lo hizo sin anticiparlo ni proponer ninguna mejora en dichas normas a sus entonces socios, se considera que eligió el peor camino. En el breve tiempo que lleva en el poder no es la primera vez y sorprende que no lo hayan aleccionado para evitarlo.

La vigencia del Pacto de Viena
Trump mantiene a Estados Unidos al margen de este pacto y arguye que lo “obligó a adoptar tal actitud” la más íntima convicción de que el programa balístico autorizado a implementar por Irán y el ostensible respaldo que brinda el gobierno de Teherán a grupos guerrilleros como Hezbollah, que opera en Líbano, además de su apoyo a Bashar al Assad, trasuntan posiciones delicadas que Estados Unidos no podría tolerar nunca. Lo que no aclara es si ello está influido por el Pentágono y si ésa era siempre la visión prevalente, lo cual pretendería explicar la causa por la que pasó tanto tiempo para percatarse y evaluar como crasos errores las actitudes antes adoptadas, incluso por él.
Sostuvo, además, que el pacto le dio a la dictadura de Irán un “sustento político y económico inadmisible” que él personalmente no puede admitir.
Ya en 1979, cuando la denominada Revolución Islámica depuso al gobierno del sha Reza Phalevi, de extrema fidelidad a Estados Unidos, suspendió “sine die” todo tipo de ayuda de esta índole. Sumándose a su planteo el general Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, sostuvo que “Irán mintió” respecto a sus pretensiones de tener en su arsenal armas nucleares y que su país tampoco acepta ni está dispuesto a suscribir compromisos en términos como los actuales en que esta concebido el pacto.

En Irán, un grupo opositor denunció que existía una planta nuclear camuflada en la ciudad central de Nataz pero el gobierno negó que tales proyectos nucleares pudieran cumplimentar tareas vinculadas a programas militares. Con referencia a los demás países firmantes, el jeque iraní Rohani consideró que figurando como firmantes del pacto China, Alemania, Reino Unido, Rusia y Francia, se siguen considerando destinatarios de suficiente respaldo. Agregó: “Debemos ser pacientes para ver cómo los otros países reaccionan”, aunque le quitaron toda relevancia a la infundada actitud de Estados Unidos.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohamed Yavad Sharif, declaró: “Si al final del período llegamos a la decisión de que los otros países pueden darnos lo que Irán quiere, continuaremos con el acuerdo y haremos todo lo posible por la paz en la región”. En caso contrario, si Irán no consigue sus “objetivos ni los beneficios previstos en el pacto”, no hesitarán en tomar otro camino. Sobre las decisiones rupturistas de Trump, señaló que con el tiempo habrá de advertir la magnitud de sus graves yerros.

En cuanto a la Organización Iraní de Energía Atómica, en ella entienden que están en condiciones para adoptar las medidas indispensables “en caso de ser necesario”. Por supuesto, advierten que en tal caso “se reanudará el enriquecimiento de uranio”. A su vez, interpretaron que las maneras de Trump son provocativas y el presidente Rohani enfatizó sobre ellas que se tenga bien presente que Irán no está dispuesto a tolerar lo que evidentemente es “inaceptable” y, menos aún, la virtual “guerra psicológica y económica” que irresponsablemente el presidente estadounidense ha emprendido contra ellos sin justificación alguna.
Por su parte, la Agencia Internacional de Energía Atómica, por medio de su vocero autorizado, ha declarado que en once oportunidades han realizado las respectivas inspecciones y que Irán está cumpliendo adecuadamente todos los puntos acordados del acuerdo; por lo cual se deben levantar las medidas sancionatorias.
A la vez que aclara que el pacto suscripto no incluye restricciones de ninguna especie a la construcción y disposición de misiles de limitado alcance y potencia como pretendía imponer unilateralmente Donald Trump.

 

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