sábado 2, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

“Difícilmente la inflación se descontrole”

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En un  marco de repunte de la actividad y la producción, la inflación y el acceso al crédito por parte de empresas y Estados son dos temas preocupantes. Comercio y Justicia dialogó sobre estos temas con Miguel Kiguel, quien se desempeñó en el Banco Mundial y actualmente dirige la consultora Econviews.

El economista visitó Córdoba esta semana, en el marco de un congreso organizado por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).

– ¿Cómo se saldrá del canje de deuda y cuáles serán las implicancias para Argentina?
– El canje está muy avanzado, seguramente se va a completar y va a tener una aceptación importante, por arriba de 70% o cerca de 75%. Eso implica que la cantidad de deuda que quedará en default después del canje va a ser muy pequeña (5.000 millones de dólares), seis por ciento de la deuda original, con lo cual el problema no desaparecerá y Griesa va a seguir estando en la tapa de los diarios cada tanto. Pero sin duda que esta operación disminuye mucho la presión, porque en muchos círculos importantes ya se va a confiar que Argentina arregló el tema del default.

Ahora, ¿qué implica para el país? Es un paso adelante, aunque no es que estaremos en el reino de las maravillas. Vamos a estar mejor, pero no es que de repente Argentina pagará tasas parecidas a las de Brasil. Hoy Argentina está pagando aproximadamente el doble de lo que paga Brasil y pagará un poquito menos, pero va a seguir pagando tasas relativamente altas, porque hay muchos temas sin resolver.

Uno es el del Club de París, que seguramente llevará tiempo resolver. Tampoco se esperan muchos avances con el FMI: nadie espera un programa con el Fondo, pero el artículo 4º es un monitoreo anual que el FMI hace con todos los países miembros. La verdad es que seguramente al Gobierno no le va a gustar la opinión del Fondo, pero tampoco le gusta en Estados Unidos al gobierno de Obama y se la “banca”. Y después tenemos el tema de las estadísticas, donde ya hay un consenso acerca de que no son confiables. Todos estos problemas siguen erosionando nuestra credibilidad.

De todas maneras, el canje va a ser algo positivo, seguramente va a bajar un poco la tasa y muchas empresas y algunas provincias tratarán de colarse atrás de eso.

– ¿A qué niveles pueden estar las tasas?
– Es difícil saberlo, pero si uno piensa que la referencia para el mundo en Argentina hoy es el Boden 15, que está rindiendo en el orden del 11% anual, una provincia argentina debería conseguir un poquito por arriba de eso. Argentina no está lejos de colocar deuda a un dígito, no hay que bajar tanto. Si el canje tuviera una aceptación de 75% u 80% y el mercado se entusiasma con el país, puede ser.

– ¿Qué lugar ocupará el problema de la inflación en el país en 2010 y en los próximos años?
– Es el tema más complejo de manejar, por lo menos en los próximos tres años, porque es importante y va a ser recurrente. Mi sensación es que lo que ha pasado en Argentina es una combinación de políticas macroeconómicas expansivas y en un momento el crecimiento de la demanda fue muy superior a la oferta y, como pasa en cualquier economía, si la demanda crece mucho más que la oferta, una parte va a producción y otra parte va a precios.

Para dar un ejemplo, en una economía como la de 2009 la demanda creció 25% anual y, si crece a ese ritmo, el crecimiento real no puede ser 25%. En el mejor de los mundos, que es China, puede crecer a 10%. Este año la demanda pública está creciendo al 35% anual y la privada al 30% y el PBI puede crecer entre cuatro y cinco por ciento o, con mucho viento de cola, seis por ciento, o sea que todo el resto se va a precios.

Para mí se dio un aumento excesivo en la demanda nominal que aún no se puede acomodar por la oferta. Durante muchos años –de 2003 a 2007- la demanda también subía mucho, pero había una capacidad ociosa espectacular.

El problema es que una vez que la inflación se desata hay mecanismos que tienden a mantenerla viva. El origen fue uno, pero ahora que el virus creció y se esparció hay que ver cómo se controla, porque hay mecanismos que lo tienden a mantener constante, vinculados básicamente con los problemas de expectativas. Y una vez que todo el mundo cree que la inflación es alta se vuelve una profecía autocumplida.

– ¿Hay peligro de que esta suba de precios llegue a niveles desmesurados?
– Difícilmente. La experiencia muestra que el descontrol de la inflación ocurre cuando hay situaciones fiscales graves –que no es el caso argentino, porque se necesita plata pero no está como para que se descontrole-, o en sociedades que colapsaron -y aquí no va a pasar eso. Hay riesgo de que suba, pero en el peor escenario sería de 35% o 40% anual, no estamos hablando de tres dígitos.

– En este marco, ¿alcanza con aumentar la oferta como propone el Gobierno?
– Si hay una inflación de siete por ciento  anual, aumentar la oferta puede funcionar. Pero cuando hay una inflación de 30%, eso ayuda pero no alcanza. El primer objetivo hoy es estabilizar la inflación, generar la sensación de que 30% es el techo y que si se llega a eso se van a tomar medidas, si hace falta subir la tasa de interés o reducir el gasto público.

– ¿Cuál es su opinión sobre la propuesta para modificar la Ley de Entidades Financieras?
– Hoy el sistema financiero se está discutiendo en todo el mundo, también Obama lo está haciendo. En el país hace falta una nueva ley de bancos, tenemos una que ya tiene sus años y ya es momento de revisarla, incluso junto a la Carta Orgánica del Banco Central.

En cuanto al proyecto concreto, en la medida que busque mejorar la solvencia bancaria y darle acceso a medios de pago a la gente que hoy no está bancarizada, es razonable y se puede discutir. Ahora, cuando quiere entrar en una letra muy fina de la regulación –tal porcentaje del crédito tiene que ir a tal lado, o los bancos públicos tienen ciertas reglas y los privados otras- ahí me preocupa.

Creo que el accionar de los bancos tiene elementos de servicio público: si no hay bancos no hay sistema de pagos, y sin eso las familias tienen un problema. Pero también hay elementos de la banca que no son un servicio público. Eso es lo que hace tan difícil la regulación aquí y en el mundo.

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