martes 5, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Despenalización de drogas… ¿para qué?

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 Por Luis Carranza Torres * y Carlos Krauth **

Hay muletillas que a fuerza de repetirse adquieren la pátina de supuestas verdades. Frases que, como las dicen muchos, casi nadie se detiene a pensar demasiado si son correctas.
Pese al discurso que sugiere que despenalizando el consumo de droga se reducirá el delito y que su aceptación ayudará no sólo a reducir la inseguridad sino que se eliminará el crimen organizado y, además, servirá para que quienes comercian con droga no abusen de los consumidores y adictos, la realidad de los países que han aceptado esta práctica parece demostrar que el argumento no es tan cierto.
Un ejemplo claro de esto es lo que ocurre en Holanda, país que los partidarios de la legalización ponen como ejemplo, y que su realidad desmiente -al menos en parte- la teoría de la despenalización.

Según se ha informado, desde 2014 hasta la fecha, 30 personas fueron asesinadas por enfrentamientos entre bandas rivales. El poder del crimen narco en Holanda alcanza proporciones nunca vistas, de allí la preocupación de sus autoridades y ciudadanos, que está lejos de ser una muestra de una situación ideal.
Tan es así que la policía y la justicia se ven desbordadas en la lucha contra estas redes criminales. Según un informe emitido por la primera, la actividad de estos grupos narco demuestra una verdadera economía paralela, basada precisamente en el tráfico de drogas.
En dicho informe se manifiesta además que el Estado no cuenta con medios suficientes para evitar que sigan en aumento las actividades criminales, las que cada vez son más crueles y peligrosas. “Sólo una de cada nueve bandas puede ser enfrentada con los recursos que tenemos”, alertan.

El puerto de Roterdam se ha convertido en la puerta de entrada para la mitad de la cocaína y heroína que ingresa y se comercia en Europa. Esto, apoyado por la corrupción en sus aduanas y las excelentes condiciones para transportar la mercadería y comunicarse con países vecinos. Tan grave es la situación que se ha sostenido que Holanda se ha transformado en un paraíso para el crimen organizado, que “cumple con muchas características de un narcoestado”.
Tan grave es el problema que el gobierno ha empezado tibiamente a hacer el mea culpa, al asumir que desconoció la cuestión por décadas, lo que hizo que haya avanzado de tal manera que se ha vuelto muy difícil de erradicar. Algunos de los traficantes se han convertido en grandes empresarios e inversores respetados con buenos contactos e influencias en la política y en altas esferas del gobierno y la justicia, de acuerdo con lo declarado por la fuente policial.
Es que todo lo asociado a un vicio humano, a escala industrial, no deja de ser un vicio organizado. O, frecuentemente, algo mucho peor. El problema esencial y de base con las drogas no es si tienen o no que ser legales. Se trata de por qué una persona las usa. O, más precisamente, la carencia que trata de cubrir con eso.
La legalización es un tema que toma a la película por la mitad. Y como parece revelarnos la experiencia holandesa, una medida superficial que no incide en reducir el fenómeno ni, menos que menos, aventar su criminalidad.

* Abogado, doctor en Ciencias Jurídicas ** Abogado, magíster en Derecho y Argumentación Jurídica

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