Por Sergio Castelli * y María Constanza Leiva **, exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA
La historia de Anna Grindi (foto) resultará fascinante para todos aquellos emprendedores que hoy, con la cuarentena, se sienten abatidos. Anna, quien se desempeñaba como costurera en un municipio del norte de Cerdeña, Italia, inspirada probablemente por los alcornoques que llenan el lugar, creó una tela que revolucionaría la industria textil. El novedoso material fue inmediatamente protegido con la marca “Suberis” pero la novedad y sus particularidades generaron que la protección en materia de propiedad intelectual no quedara reducida simplemente al ámbito marcario.
La señora Grindi, acertadamente, presentó una solicitud de patente internacional en el marco del Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT por sus siglas en inglés), con la intención de alcanzar la protección de su invento y, con ello, la exclusividad sobre él en todos los países donde pensaba hacerlo llegar.
El material nació luego de una esforzada labor, con algunos asistentes. Anna recogió corteza de alcornoque, la que fue acondicionada durante varios años, prensada en películas de apenas unos milímetros de espesor y pegada con viscosa (un líquido orgánico) para formar láminas con algodón, seda, poliéster o cáñamo.
Luego, las láminas fueron cortadas en bandas de apenas tres milímetros, moldeadas y tratadas con resinas naturales como la suberina -que sirvió de inspiración para la marca también-, que es una sustancia cerosa que se extrae del alcornoque y es muy impermeable.
El ingenioso procedimiento dio lugar a una tela nueva y extraordinaria, con cualidades únicas. Se trata de un material que es prácticamente indestructible, resistente al agua y al fuego. Además, es elástica y lavable a 30º centígrados. Resulta ligera, suave y cálida. Se puede preparar para uso particular o industrial, en forma de hilado o en láminas de tela de grandes dimensiones.
Las características novedosas permiten múltiples aplicaciones, tales como prendas de vestir o deportivas, calzado o también el revestimiento interior de automóviles, embarcaciones y helicópteros. También, para tapizar muebles.
Suma otra ventaja: el procedimiento de elaboración de esta tela es de bajo costo, tanto económico como ambiental.
El innovador tratamiento ha sido objeto de patentes concedidas por la Oficina Europea de Patentes (17 países) y por la República de Corea, y los procesos de fabricación del corcho se han patentado en la misma oficina (20 países), lo que permite a la empresa emprender su expansión por nuevos mercados con seguridad y sin trabas.
En el año 2000, Anna Grindi presentó de manera oficial una línea de ropa bajo la marca “Suberis” en un desfile de modas en el prestigioso teatro de La Scala de Milán, Italia.
Con todo su esfuerzo, supo proteger su creatividad. Al servirse astutamente del sistema de propiedad intelectual, logró expandirse desde sus orígenes en una isla italiana a mercados de Australia, Asia Oriental, la Unión Europea y América. La empresa ha recibido varios premios y felicitaciones.
Con mucho acierto, Anna Grindi decidió hacer valer el tiempo y los recursos invertidos en Suberis, protegiendo todos los aspectos de la propiedad intelectual, lo que aumentó su atractivo en el mercado. Así, quien comenzó como costurera a la sombra de los alcornoques de Cerdeña es hoy una inventora de renombre internacional y directora de una gran compañía.
* Agente de la Propiedad Industrial. ** Abogada.