Por Martín Carranza Torres
La pandemia que estamos atravesando ha traído cambios dramáticos en nuestras costumbres cotidianas. La sociedad toda está sufriendo transformaciones y muchas de ellas llegaron para quedarse.
La forma como nos relacionamos, como trabajamos, la manera en que realizamos nuestras actividades recreativas y deportivas, todo ha sido conmovido en los últimos meses. No escapa a ello cómo nos trasladamos.
El transporte público de pasajeros es uno de los principales focos de contagio del coronavirus, ya que se caracteriza por tener una enorme afluencia de gente y se realiza en vehículos cerrados, muchos de ellos sin ventilación.
En línea con ello, en los últimos meses las autoridades nacionales y provinciales han dictado numerosas medidas y recomendaciones, reservado el uso del transporte público para quienes desarrollen tareas esenciales e instado al uso del vehículo particular o bicicleta.
A este contexto se suma otro capítulo: el conflicto gremial que hace meses afecta en Córdoba al transporte público urbano e interurbano -del cual las primeras víctimas somos los “ciudadanos de a pie”-, que no tiene visos de estar cerca de ser solucionado.
Aplicaciones
Éste es el momento y el escenario propicio para poner sobre la mesa una discusión que la Municipalidad de Córdoba puso en stand-by hace varios meses: Uber y las aplicaciones móviles para la contratación del servicio de transporte privado.
Recordemos la trama: en septiembre de 2019, Uber arribó, por poco tiempo, a la ciudad de Córdoba, y los grupos de presión usuales no tardaron en armar revuelo: los titulares de licencias de taxis y remises protagonizaron cortes de calles, ataques a particulares, pedradas al intendente de turno. Ésa fue la reacción civilizada de estos democráticos ciudadanos.
¿La sociedad? ¿Los usuarios? ¿Los desocupados que encontraban una fuente de ingreso en una crisis acuciante?.. Bien, gracias. Su rol en la novela se limitó a ser testigos mudos, impotentes y perjudicados, a ver cómo se diluían sus chances de contar con una alternativa de movilidad eficaz y económica, de un lado, y una posibilidad de llevar el pan a sus casas, del otro.
Siempre que se habla de Uber y de aplicaciones similares, los desprevenidos fruncen el ceño, ponen en tela de juicio -sin fundamentos válidos- la legalidad del servicio. Digámoslo claramente: el transporte prestado a través de aplicaciones de movilidad como Uber u otras tantas similares es un contrato de transporte privado autorizado y regulado por el Código Civil y Comercial de la Nación.
En la ciudad de Córdoba, el transporte prestado mediante aplicaciones móviles no fue regulado por la Municipalidad. No sólo eso: en tres oportunidades, el Concejo Deliberante decidió no regularlo. Así lo evidencian los antecedentes parlamentarios de la ordenanza municipal de taxis y remises.
La falta de regulación, por supuesto, no puede interpretarse como una prohibición sino todo lo contrario. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con los alquileres temporarios concertados a través de plataformas como Airbnb. Es una garantía constitucional según el artículo 19 de la Constitución Nacional. Ergo, a Uber y similares les es aplicable la norma de fondo que los autoriza perfectamente a desarrollar sus actividades. Además, innumerables fallos nacionales e internacionales dictados se han pronunciado en forma favorable a la legalidad del servicio en idénticas circunstancias a las que vivimos en Córdoba.
Por si esto fuera poco, en la acción judicial promovida por la Municipalidad contra Uber se dictó una medida cautelar que es un bloqueo de la plataforma, lo cual está totalmente prohibido según los estándares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, organismo que vela por éstos, la libertad y neutralidad de Internet, cuyos lineamientos Argentina está obligada a respetar.
Entonces, ¿qué pasó con Uber en Córdoba? Pagaron justos por pecadores. Los inadaptados ganaron las calles y los funcionarios de turno nos privaron de este valioso servicio.
Decíamos que éste es el momento más propicio para reflotar esta discusión. Nunca como ahora fue tan necesario contar con alternativas de transporte individual. Además, Uber ha puesto a disposición dos servicios especiales para los trabajadores de la salud y trabajadores esenciales, conocidos como “Uber Medics” y “Uber Essential”. Estos servicios ya funcionan en la provincia de Mendoza, en la ciudad de Buenos Aires y en algunas localidades del conurbano bonaerense, con gran éxito para la sociedad. Recientemente, el intendente de San Isidro celebró un convenio con Uber para trasladar gratis al personal de la salud a los tres hospitales municipales de la localidad.
Los cordobeses podríamos contar con estas herramientas. Exijámolas a nuestras autoridades. No cedamos ante la prepotencia de unos pocos.