Con un cordial saludo a los lectores comienzo esta columna abordando una pequeña reflexión sobre una de las innovaciones de la Ley de Mediación Nº 10543 respecto de la ley Nº 8858: la comediación de manera expresa. Cabe mencionar que, a pesar de no estar incluida taxativamente en la ley 8858, Córdoba fue pionera en mediar bajo esta modalidad desde el inicio.
Al respecto, como primer comentario señalaremos que, como popularmente se dice, “cuatro ojos ven mejor que dos” y, agregamos, cuatro manos abarcan más que dos, proporcionando mayor rapidez y eficiencia: mientras un mediador recibe a las partes, el otro avanza con la redacción del acta de asistencia; mientras un mediador comienza con el desarrollo del discurso inicial, el otro renombra correctamente a las partes intervinientes en la reunión de Zoom -no olvidemos la posibilidad de la virtualidad en nuestros espacios de mediación-; mientras uno de los mediadores firma las actas el otro permanece atento y en diálogo con las partes que están por retirarse de la sala. Con estos sencillos ejemplos como base y sabiendo que existen muchos otros, queda más que evidenciado el trabajo en equipo que realizamos los mediadores desde el momento cero, en el cual llega una causa a nuestras manos, hasta que ella finaliza con la emisión de la correspondiente acta de cierre.
Así también, saliendo un poco de la cuestión meramente procedimental o de la “praxis” propiamente dicha de la mediación, resulta esencial hacer hincapié en el valor y riqueza que genera la combinación de las distintas perspectivas que cada mediador trae consigo a la mesa de mediación.
Resulta importante en este punto señalar que el artículo 9 de la ley 10543 exige que al menos uno de los mediadores integrantes de la dupla sea abogado.
En este sentido, desde mi humilde experiencia, me resulta sumamente interesante y curioso observar no sólo las distintas perspectivas que cada mediador trae consigo como consecuencia de su historia de vida, de su crianza, de sus valores personales sino, también, de la perspectiva que construyen las distintas profesiones de base. Recordemos que el rol del mediador no es exclusivo para abogados sino que se encuentra abierto e incluye a todos aquellos profesionales con título de grado como ser arquitectos, contadores, médicos, psicólogos, ingenieros, entre otros.
Tomando como base la “teoría del observador” entendemos que “el observador es la medida de todas las cosas (…) es la fuente de todo” y “todo lo que es dicho, es dicho por un observador”; en tal sentido, cada mediador llega a la mesa con sus propios “lentes” empapados de historia, de personalidad y de su profesión. (Humberto Maturana y Bernard Pörksen: Del ser al hacer, Cap. I Cosmos de una teoría: En el principio era la distinción, J.C.Sáez editor -pág. 18)
Sin perjuicio de la imparcialidad que caracteriza al rol del mediador y que es el primero de los principios enunciados en el artículo 3 de la ley 10543, no podemos dejar de reconocer que el mediador es persona y que esa persona llega al espacio de mediación con sus “lentes puestos”, lentes que suelen ser criticados y juzgados al creer que ponen en tela de juicio y/o afectan esta imparcialidad tan celosamente custodiada -y cuya defensa es legítima y corresponde, no me malinterpreten, por favor-.
Pienso que es importante reconocer que estos “lentes” con los cuales cada mediador observa la realidad expuesta sobre la mesa traen consigo un abanico de capacidades, posibilidades y herramientas que varían de profesión a profesión y es allí donde radica la verdadera riqueza de la interdisciplinariedad que conlleva la comediación.
Nos representemos un espacio de diálogo acalorado, con partes tironeadas o dubitativas, emociones a flor de piel, distintas opciones sobre la mesa y dos mediadores buscando colaborar en la moderación de dicho diálogo en pos de que las partes puedan arribar a un acuerdo ¿Cuánto más puede sumar la facilidad en números y cálculos de un/a contador/a? ¿Y la actitud resolutiva de un/a arquitecto/a? ¿Cuánto puede colaborar en el diálogo el aporte de un/a licenciado/a en comunicación social? ¿Cuántas palabras sin decir podrá percibir un/a psicólogo/a en el lenguaje no verbal de una persona? Así podríamos seguir indagando y preguntando infinitamente respecto del gran aporte que cada profesión de base puede brindarle no sólo al espacio de mediación sino también a cada una de las personas que lo integran.
Para finalizar estas palabras y sin desmerecer ni desvirtuar la importantísima imparcialidad que debemos mantener los mediadores, los invito a recibir con brazos -y cabezas- abiertas los distintos aportes y perspectivas que cada profesional mediador puede brindarle al espacio de mediación, y cerrando esta columna me permito regalarles una sabia expresión de Humberto Maturana: lla colaboración no se hace entre especialistas ni dueños de la verdad, sino que se da en el mutuo respeto”.
(*) Abogada y mediadora
La multidisciplina de base siempre enriquece la mediación! Así es colega querida!!! Qué gusto volver a leerte. Valiosísimas apreciaciones, como siempre!